Múltiples quejas de abusos

30 diciembre 2012
Noticias de Yucatán ()


Familiares de reos se dicen víctimas de arbitrariedades

“¡Señor gobernador, señor gobernador!”, gritó un grupo de personas cuando el convoy que encabezaba Rolando Zapata Bello abandonaba el reclusorio meridano, luego de la liberación de medio centenar de presos.
Un ademán del jefe del Ejecutivo a su chofer hizo que la fila de camionetas se detuviera, lo que permitió que el grupo de personas se acerque al funcionario.
En pocos minutos, Zapata Bello escuchó quejas: una casa fue allanada por agentes de la SSP y se detuvo a un padre de familia y, en otra inconformidad, una madre se queja de que su hijo discapacitado fuera detenido porque no tiene dinero para matener a sus hijos.
Luego de escuchar las quejas y recibir algunos documentos, Zapata Bello dio instrucciones a un auxiliar suyo para atender los casos.
Benita Pech Várguez expuso que su esposo, Joel Sebastián Pech Centeno, fue detenido cuando estaba en su casa y tenía en brazos a su hija Ingrid, de año y medio de edad.
En el lenguaje propio de su edad, la menor relató cómo su padre fue golpeado y llevado por los agentes, como se muestra en un vídeo de Megamedia.
“Revolvieron todo, nos pegaron, nos quitaron cosas y luego acusan a mi esposo de robar”, relató la señora Benita Pech.
La detención fue en la casa de la familia Pech-Pech, en la colonia Montevideo, un pequeño sector ubicado a espaldas del ex hospital Santelena, al norte de la ciudad.
El caso se turnó al Juzgado 6o. Penal hace unos días donde se le sigue juicio a Pech Centeno por robo.
“Estábamos en la casa, entraron los policías sin permiso ni orden de aprehensión y se lo llevaron”, relató la señora Benita Pech.
La otra queja fue de la señora Lamberta Pam Huchim, quien informó al jefe del Ejecutivo que su hijo fue detenido porque presuntamente no da dinero para sus hijos.
“Está enfermo, está discapacitado, sus músculos se encogen, no puede trabajar más”, dijo la quejosa.
Ese caso también se ventila en un juzgado penal donde el acusado habría negado los hechos y ofrecido exhibir recibos de depósito de dinero en la caja del Poder Judicial.
Otras personas se acercaron y comentaron problemas con sus parientes detenidos.
El convoy siguió su ruta luego que el jefe del Ejecutivo dio por terminada la plática con el grupo.
Poco antes, Zapata Bello, además de las cartas de liberación, entregó 2,200 cobertores, una labor pastoral católica que se inició hace varios y que aún persiste, pero con fondos oficiales.
A diferencia de la administración anterior, las áreas cercanas al reclusorio meridano no fueron acordonadas por numerosos policías previstos de armas de grueso calibre. Tampoco se restringió el paso a las personas ni hubo revisiones extraordinarias.
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