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El Papa Francisco envió una carta "al pueblo de Dios que peregrina en Chile" ante los casos de abusos ocurridos en ese país, en la que pide una “renovación y conversión eclesial que sea sana y a largo plazo”.
La carta fue presentada en conferencia de prensa por los obispos de Chile este jueves 31 de mayo en Santiago, luego que la Oficina de Prensa del Vaticano informara del regreso al país sudamericano de los enviados papales Mons. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu, que irán esta vez en misión a la diócesis de Osorno.
El Obispo de Osorno, Mons. Juan Barros, ha sido acusado por algunos de haber encubierto los abusos del sacerdote Fernando Karadima, condenado por el Vaticano en el año 2011.
En los próximos días el Santo Padre recibirá a un segundo grupo de víctimas chilenas de abusos, esta vez cinco sacerdotes. A finales de abril recibió a tres laicos en la Casa Santa Marta, residencia del Pontífice.
Del 15 al 17 de mayo pasado, 34 obispos chilenos se reunieron en Roma con el Santo Padre para tratar los casos de abusos y pusieron sus cargos a su disposición.
En la carta presentada este jueves 31, el Papa Francisco recordó que en abril invitó a todo “el Santo Pueblo fiel de Dios a ponerse en estado de oración para que el Espíritu Santo nos diera la fuerza de no caer en la tentación de enroscarnos en vacíos juegos de palabras, en diagnósticos sofisticados o en vanos gestos que no nos permitiesen la valentía necesaria para mirar de frente el dolor causado, el rostro de sus víctimas, la magnitud de los acontecimientos”.
El Pontífice explicó luego que, cada vez que se intenta “suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias”, se construyen “comunidades, planes pastorales, acentuaciones teologicas, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas”. “Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza”, prosigue.
Francisco recordó también la visita que hizo en enero a Chile, en concreto, el encuentro que sostuvo con los jóvenes en el Santuario de Maipú, donde recordó a todos que “en el Pueblo de Dios no existen cristianos de primera, segunda o tercera categoría”, porque “su participación activa no es cuestión de concesiones de buena voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial”.
El Papa refiere asimismo en su carta que “la renovación en la jerarquía eclesial por sí misma no genera la transformación a la que el Espíritu Santo” impulsa.
“Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos. Una Iglesia profética y, por tanto, esperanzadora reclama de todos una mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida. No se dejen robar la unción del Espíritu”, continuó.
El Pontífice resaltó, luego, la urgencia de generar “espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición”.
Tras exhortar a la construcción de una cultura del “cuidado y protección”, el Santo Padre recuerdó que “la cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta, un don que reclama y exige la libertad. Lavando los pies a los discípulos es como Cristo nos muestra el rostro de Dios. Nunca es por coacción ni obligación sino por servicio”.
“Digámoslo claro, todos los medios que atenten contra la libertad e integridad de las personas son anti-evangélicos; por tanto es preciso también generar procesos de fe donde se aprenda a saber cuándo es necesario dudar y cuando no”, añadió.
La esperanza
El Santo Padre dedica uno de los puntos de su carta a recordar a todos aquellos que “dan la vida por amor” de manera constante y sin buscar recompensa alguna.
“Seríamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergüenza por esas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena”.
Todos ellos, escribe el Papa, “son cristianos que saben llorar con lo demás, que buscan la justicia con hambre y sed, que miran y actúan con misericordia; cristianos que intentan cada día iluminar su vida a la luz del protocolo con el que seremos juzgados”, las obras de misericordia.
El Pontífice agradeció a todos y cada uno de estos católicos fieles al Señor “su valiente y constante ejemplo que en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor siguen jugándose con alegría por el Evangelio. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más”.
Su testimonio, prosigue el Papa, “lejos de restarle importancia y seriedad al mal causado y buscar las raíces de los problemas, nos compromete también a reconocer la fuerza actuante y operante del Espíritu en tantas vidas. Sin esta mirada, quedaríamos a mitad de camino y podríamos ingresar en una lógica que lejos de buscar potenciar lo bueno y remediar lo equivocado, parcializaría la realidad cayendo en grave injusticia”.
El Pontífice afirma que con los católicos de Chile “se podrán dar los pasos necesarios para una renovación y conversión eclesial que sea sana y a largo plazo. Con Ustedes se podrá generar la transformación necesaria que tanto se necesita. Sin ustedes no se puede hacer nada”.
Para concluir, Francisco alentó a todos los católicos de Chile a “no tener miedo de involucrarse y caminar impulsado por el Espíritu en la búsqueda de una Iglesia cada día más sinodal, profética y esperanzadora; menos abusiva porque sabe poner a Jesús en el centro, en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado. Les pido que no dejen de rezar por mí. Lo hago por ustedes y pido a Jesús los bendiga y a la Virgen Santa los cuide”.
En un pie de página de la carta, el Santo Padre recuerda la necesidad de emprender una nueva etapa de evangelización, Dentro de este proceso, indicó, está la “renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos (que) está llamada a jugar un papel estratégico”.
“De hecho, estos estudios no deben solo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial”, dijo.
En él, explicó el Santo Padre, “la Iglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que se alimenta de los dones de sabiduría y de ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fidei fidelium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma de los profetas hasta el de los doctores y teólogos”. Fuente Aciprensa