Noticias de Yucatán.
Funcionarios del gobierno de Biden presentaron los beneficios que podría tener para México una futura avalancha de inversiones en el sector manufacturero estadounidense, al afirmar que algunas fábricas nuevas que producen semiconductores, autos que no contaminan y otros productos en Estados Unidos podrían buscar materias primas y ensamblaje en México.
En encuentros con el presidente Andrés Manuel López Obrador y otros altos funcionarios mexicanos para hablar sobre las relaciones económicas, el secretario de Estado, Antony Blinken, y la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, conversaron sobre la manera en que estos países podrían aprovechar juntos una legislación recién aprobada que, en los próximos años, canalizará miles de millones de dólares hacia nuevas inversiones para la infraestructura de las industrias de semiconductores y tecnologías limpias en Estados Unidos.
México está perdiendo el tren
Los economistas afirman que México está perdiendo miles de millones de dólares en posibles inversiones extranjeras, mientras las empresas buscan diversificar sus actividades más allá de China y Asia Oriental debido a los problemas de la cadena de suministros provocados por la pandemia.
No obstante, según los economistas, las políticas nacionalistas del presidente de México han ahuyentado a los inversionistas, y el volumen de inversiones extranjeras tiene que volver a ser el que era antes de la pandemia en un momento en el que las empresas extranjeras —sobre todo las estadounidenses— están buscando oportunidades en un país próximo, como México, para tener sus fábricas más cerca de casa.
Los funcionarios estadounidenses señalaron que una mayor integración de las industrias automotrices de estos países puede ser una plataforma para la fabricación de autos que no contaminen. Raimondo comentó que, con respecto a los semiconductores, México tendría la oportunidad de probarlos, empacarlos y ensamblarlos, lo que, según dijo, conformaba una industria de 60.000 millones de dólares en China y Taiwán, pero de solo 3000 millones de dólares en América del Norte.
“Esta es una gran oportunidad para México, para la economía mexicana”, señaló Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores de México, en comentarios que fueron traducidos.
Sin embargo, aun cuando los dirigentes de ambos países se mostraron optimistas ante su futura cooperación, una controversia comercial en marcha relacionada con las interferencias del gobierno mexicano en el mercado energético sigue planteando algunas dudas sobre la integridad de México como destino para inversiones extranjeras.
López Obrador ha intentado reforzar el predominio de las empresas estatales energéticas de México en lo que califica como un impulso para la soberanía energética. Pero algunas empresas energéticas de Estados Unidos se han quejado del trato menos favorable al que se enfrentan en temas como la fijación de precios, la normativa de las emisiones y las condiciones de los contratos.
Estados Unidos ha impugnado a México por su cuenta y tomó las primeras medidas para iniciar una controversia comercial al amparo del tratado de libre comercio de estos países. Esta medida podría dar como resultado que, si el problema no se resuelve, Estados Unidos termine por imponerle aranceles a México.
Sin embargo, según sus comentarios del martes, López Obrador veía los debates con optimismo porque, según él, Estados Unidos había adoptado una estrategia más respetuosa.
“Me sorprendió mucho la voluntad propositiva y amistosa de la secretaria de Comercio”, quien no mencionó nada “acerca de castigar a México por su política energética”, comentó López Obrador durante una conferencia de prensa. “Ni siquiera se usó la palabra ‘arancel’ o ‘sanción’”.
El lunes, funcionarios de ambas partes dijeron que la controversia se estaba manejando según ese proceso formal, pero Tatiana Cloutier, secretaria de Economía de México, señaló en una conferencia de prensa que el tema se debatió el lunes en la tarde como parte de una conversación de dos horas entre el presidente mexicano y sus visitantes estadounidenses.
Raimondo señaló que ninguna de las partes habló “de manera amplia” sobre el tema de la energía, pero añadió: “Lo que buscan las empresas es predictibilidad, justicia y transparencia. Y creo que es lo mismo que buscan todas las empresas del mundo”.
Una nueva ley que beneficiaría a México
La ley de Chips y Ciencia, la cual destina 50.000 millones de dólares a la fabricación e investigación de semiconductores, y la Ley de Reducción de la Inflación, la cual ofrece 369.000 millones de dólares en incentivos para mitigar el cambio climático, tienen como propósito estimular la inversión dentro de Estados Unidos.
No obstante, ambas tienen disposiciones que podrían beneficiar a México, como el financiamiento para que Estados Unidos trabaje con sus socios a fin de hacer más seguras las cadenas de suministro de los semiconductores, y los incentivos para que los consumidores compren autos eléctricos con piezas fabricadas en países con los cuales Estados Unidos tiene algún acuerdo comercial, como es el caso de México.
Aunque los demócratas y los republicanos se han quejado de que se envíen a México empleos de Estados Unidos, muchos economistas han sostenido que la economía del país es complementaria a la de Estados Unidos debido a la gran cantidad de trabajadores de bajos ingresos que pueden realizar trabajos más laboriosos que no son rentables en Estados Unidos, donde los salarios son más elevados.
Un argumento a favor de una cooperación más cercana entre México y Estados Unidos es que esto podría permitir que América del Norte fabrique productos de mejor calidad a un costo más bajo y que estos podrían competir mejor en los mercados internacionales con los productos hechos en China.
México y Estados Unidos tienen un comercio pujante en las materias primas y los insumos que se usan en una variedad de productos, y muchas empresas han diseñado sus cadenas de suministro para ir de un país a otro y aprovechar los recursos naturales, las habilidades de los trabajadores o las políticas gubernamentales favorables.
Una relación no tan sencilla
Sin embargo, la cooperación económica entre los dos países no siempre ha sido tan afable como han querido algunas personas que sea. Al inicio de la pandemia, los fabricantes de autos estadounidenses se quejaron de que México cerrara sus fábricas de autopartes. Los carteles mexicanos también han ampliado su alcance y se han metido en los negocios lícitos de limones y aguacates.
La discusión relacionada con la energía ha aumentado las tensiones y algunas empresas han descubierto que, pese a que la distancia es más grande, resulta más fácil seguir importando productos y refacciones desde Asia.
Los funcionarios no han dado ningún plazo para resolver la controversia sobre la energía. En julio, el gobierno de Biden dijo que creía que las acciones de México violaban los términos del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el cual entró en vigor hace dos años y prohíbe que sus miembros discriminen a las empresas de los demás. Más tarde, Canadá se sumó a Estados Unidos para decir que las acciones de México violaban el acuerdo.
Si la controversia no se resuelve para principios de octubre, según el acuerdo comercial, a Estados Unidos se le autoriza solicitar que un panel de expertos en leyes y comercio analice el asunto. Y los funcionarios estadounidenses afirman que, si este panel falla a su favor, Estados Unidos podría imponer aranceles a México, aunque su objetivo es resolver la controversia antes de llegar a eso.