Noticias de Yucatán.
El pasado viernes, un féretro blanco recorrió Paseo de la Reforma, acompañado por madres buscadoras y activistas que lloraban la pérdida de Jael Monserrat Uribe Palmeros, una joven de 21 años que desapareció en 2020. Su madre, Jacqueline Palmeros, recibió finalmente los restos de su hija después de una incansable lucha de cuatro años y medio en busca de la verdad.
Con un arreglo floral que decía “Solo nosotras te encontramos”, quedó en evidencia la profunda crisis de justicia que atraviesa México. Fue su madre y no las autoridades quien logró encontrar los restos de Jael, demostrando que en el país, la búsqueda de desaparecidos sigue recayendo en las propias familias.
El día que Jael desapareció
Jael Monserrat tenía 21 años, trabajaba como recepcionista en un call center y era madre de dos hijos. El 24 de julio de 2020, su amiga le ofreció un nuevo empleo y le indicó que un hombre pasaría por ella a las 13:15 en Plaza La Viga. Esa fue la última vez que su familia la vio.
Desde el primer momento, su madre sospechó que algo no estaba bien. Durante el fin de semana nadie pudo contactarla y cuando su amiga fue a su departamento en Iztapalapa, el lugar estaba vacío.
El lunes siguiente, Jacqueline Palmeros levantó la denuncia. Sin embargo, el funcionario que la atendió minimizó la desaparición, sugiriendo que Jael se había ido por su cuenta porque tenía tatuajes. Fue el primer golpe de indiferencia que recibiría en su largo calvario.
Una búsqueda sin apoyo de las autoridades
Al ver que la investigación no avanzaba, Jacqueline tomó el caso en sus propias manos. Durante meses recorrió hospitales, fiscalías y SEMEFOS buscando cualquier pista.
Uno de los momentos más duros fue cuando un policía de investigación la reprendió, acusándola de “alborotar el gallinero” por insistir en la búsqueda en distintos estados.
Jacqueline logró recuperar videos de Plaza La Viga que mostraban a Jael subiendo a un auto con un hombre. Pero en lugar de utilizar esta prueba clave, la fiscalía perdió las imágenes, dejando la investigación en la impunidad.
Un mensaje anónimo y un hallazgo aterrador
En 2023, Jacqueline recibió un mensaje anónimo: los restos de su hija estaban en el Ajusco. Reportó la información a la fiscalía, pero nadie hizo nada. Fueron las madres del colectivo Una Luz en el Camino quienes realizaron la búsqueda.
Finalmente, en noviembre de 2023, encontraron un fragmento óseo en Llano del Vidrio, una zona montañosa entre Parres, Tres Marías y Tlalpan, conocida por ser un cementerio clandestino de mujeres desaparecidas.
El 17 de enero de 2024, la fiscalía confirmó la peor noticia: el fragmento correspondía en un 99.99% a Jael. Cuatro años y medio después de su desaparición, su madre podía darle sepultura.
Impunidad: los sospechosos quedaron libres
En enero de 2023, fueron detenidos Adriana “N” y Miguel “N”, presuntos responsables de la desaparición de Jael. Sin embargo, un año después, la juez Belem Bolaños Martínez los liberó, argumentando que el delito estaba mal clasificado y que la fiscalía no presentó pruebas suficientes.
El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México admitió que los videos clave se habían perdido, dejando sin sustento la acusación.
Esta decisión no solo significó la liberación de los sospechosos, sino que también envió un mensaje de impunidad en un país donde el 98% de los feminicidios y desapariciones quedan sin resolver.
El sepelio y la lucha por la justicia
El sábado 3 de febrero, Jael Monserrat fue sepultada en el panteón de San Nicolás Tolentino. A pesar del dolor, su madre dejó claro que su lucha no termina.
“Nadie merece recoger los restos de su hija en ningún lugar”, dijo entre lágrimas.
En un país donde la justicia sigue sin atender a las víctimas, historias como la de Jael se repiten cada día, dejando a cientos de madres en la desesperada búsqueda de sus hijas.
¿Cuántas más? Un país que falla a sus mujeres
El caso de Jael no es aislado. En México, se reportan más de 10 mujeres desaparecidas al día, muchas de las cuales nunca son encontradas.
Los feminicidios y la impunidad siguen siendo una crisis nacional, y las autoridades no han logrado garantizar justicia para las víctimas.
La historia de Jacqueline Palmeros es un testimonio de lucha, pero también una denuncia de un sistema que abandona a las familias y protege a los agresores.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
Exigir justicia y acompañar a las madres buscadoras.
Difundir sus historias para presionar a las autoridades.
Participar en movilizaciones para exigir acciones concretas.
Apoyar colectivos de búsqueda que hacen el trabajo que el Estado no hace.
El caso de Jael Monserrat no debe quedar en el olvido. Su madre encontró sus restos, pero la justicia aún no ha llegado.