Desde pequeños nuestros padres nos enseñaron que el sacarse los mocos es algo totalmente antihigiénico; sin embargo, pese a que lo repitieron una y mil veces, muchas personas lo continúan haciendo e incluso se los comen.
Aunque ambas son asquerosas, la segunda más que la primera, debes saber que es una práctica además de repulsiva, es sumamente peligrosa, por eso, te explicaremos ¿qué es lo que pasa con tu cuerpo cuando te comes los mocos?
Primero debes saber que la mucosidad que forma los mocos es la encargada de crear un filtro biológico fundamental para capturar el polvo y los alérgenos, antes de que estos penetren en las vías respiratorias.
Si te has preguntado qué es lo que genera la mucosidad, bueno pues esto es creado por las células del conducto nasal, mejor llamadas células caliciformes por su aspecto de copa, cuyo objetivo es el atrapar bacterias y polvo que contengan sustancias nocivas para nuestra salud como el plomo, amianto y polen.
De esta forma podemos decir que la mucosidad nasal, junto a sus anticuerpos y enzimas, son la primera línea del sistema de defensa inmunitaria contra las infecciones.
Sin embargo, el polvo, los microbios y los alérgenos capturados en los mocos muchas veces acaban siendo ingeridos a medida que esa mucosidad gotea por la garganta.
¿Qué pasa con tu cuerpo cuando te comes los mocos?
Es importante mencionar que la exposición a determinados tóxicos ambientales puede empeorar si se aspiran o se comen los mocos en lugar de sonarse la nariz.
Una bacteria que a menudo se encuentra en la nariz es el estafilococo dorado (staphylococcus aureus), germen que es el causante de diversas infecciones leves o graves.
Por ello, la práctica de hurgarse la nariz está asociada directamente con el transporte nasal de dicho microrganismo, así como podría ser un vehículo de transmisión del Streptococcus pneumoniae, causante común de neumonía entre otras infecciones.
En el caso de comerse los mocos, práctica que se conoce como mucofagia y que significa “alimentación con moco”, implica ingerir todos esos gérmenes ligados a los mocos inhalados, los metales tóxicos y los contaminantes ambientales, por lo que podrías correr el riesgo de padecer una serie de infecciones o problemas de salud.
Por ello, lo más recomendable es lavarse las manos después de sonarse o hurgarse la nariz, dado que hasta que la mucosidad se haya secado completamente, los virus infecciosos pueden permanecer en las manos y los dedos. Con información de The Conversation