El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, declaró que corregir a un católico que está haciendo mal las cosas no es fácil, pero, al igual como se les encargó a los profetas, a los sacerdotes, todos los cristianos, por el Bautismo, se han convertido en profetas, entonces la misión de corregirnos unos a otros con humildad, sencillez y caridad nos corresponde a todos.
Indicó que lo contrario a la virtud de la sana corrección es el pecado de la crítica, o la simple indiferencia cuando no muestra interés alguna en ayudar a los hermanos a cambiar de vida.
Señaló que, en la primera lectura, tomada del Libro del Profeta Ezequiel, Dios le encomienda al profeta una tarea nada cómoda, y tal vez en ocasiones hasta riesgosa, porque le encarga la corrección de los malvados.
“Si el profeta amonesta a un malvado para que cambie su ca- mino, cumplirá con su misión, aunque el malvado no hubiera sido obediente a la amonestación. Pero si el profeta falla en amonestarlo, será castigado el malvado, pero el profeta también lo será”, explicó.
Detalló que es muy arriesgada y complicada la misión del profe- ta, que debe hablar en nombre de Dios amonestando al que equivoca su camino. De hecho, el significado etimológico de la palabra “profeta” significa “el que habla en nombre de”, por lo que éste quedó como un concepto que de- fine a los hombres de Dios.
Explicó que, aunque no pertenezcas a una congregación religiosa, ni a una comunidad cató- lica en la que se pueda hacer la corrección fraterna, seguramente en el ambiente familiar y el de la amistad, tú puedas aprender a hacer corrección fraterna, y a permitir con humildad que otros te corrijan. Un ambiente caritativo en el que exista la confianza para la corrección fraterna es un ambiente en el que las personas pueden crecer y superarse.
“Siempre será necesario escuchar con humildad a quien nos corrige y reconocer nuestros errores y pecados”, dijo.
El arzobispo apuntó que la inmensa mayoría de los cristianos piensan que la crítica es un pecado sin importancia o que tal vez no se pecado, sino un pasatiempo común; sin embargo, el apóstol Santiago en su carta nos dice: “Hermanos no hablen mal unos de otros… no hay más que un solo legislador y juez, el que puede salvar y destruir.
Refirió que no somos jueces para juzgar, ya en el Antiguo Testamento, el Señor reprobaba la crítica en el Salmo 49, 20 (50 en algunas biblias). “El papa Francisco también ha reprobado este comportamiento en muchos de sus comentarios y homilías”.
Dijo que el pasaje del Santo Evangelio, según san Mateo, nos habla de corrección fraterna y del poder de reconciliar que reside en la Iglesia.
Señaló que, aunque todo lo que se dice viene de la enseñanza de Cristo, el contenido supone ya la experiencia de la primitiva comunidad cristiana, donde estaban aprendiendo a convivir, conscientes de la presencia de Cristo en medio de ellos, ayudándose mutuamente para corregir a tiempo el camino y para buscar el perdón que Jesús dejó en poder de la Iglesia.
Recordó que la primitiva comunidad cristiana tuvo que aprender lo que es la corrección fraterna, es decir, que cuando alguien se enteraba de que un hermano andaba mal, tenía un mal comportamiento o mala actitud, había que empezar por hablar a solas con esa persona y llamarlo a conversión de buena manera; si no hacía caso, el siguiente paso era hacerse acompañar de una o dos personas para corregirlo delante de testigos; si de nuevo no hacía caso había que llevar la denuncia ante la comunidad; y si ni a la comunidad hacía caso, había que darlo por perdido y alejarse de él como de un pagano.