El Día de San Valentín endulza cada año cualquier atmósfera, así sea la menos propicia para ello, como las prisiones, donde la flecha de “Cupido” llegó al penal de Mérida y la visita conyugal permite reanudar los votos de amor en esta y cualquier otra fecha.
Y si bien, como su propio director Francisco Brito Herrera reconoce, no es la única expresión de amor en el penal, donde él ha visto con el paso de los años a muchas madres envejecer visitando y sufriendo la reclusión de sus hijos, la visita conyugal sí es la más evidente.
En entrevista con Notimex, Brito Herrera, profesor de profesión, pero encargado del penal más importante de Yucatán desde 1996, señaló que el proceso de la visita conyugal en el reclusorio meridano ocurre como debe en todos los centros penitenciarios, es decir, de acuerdo a las leyes y el reglamento interno vigente.
Por lo anterior, al ingresar al penal los internos interesados informan al personal de trabajo social sobre sus datos personales, estado de salud, enfermedades y la relación de personas que los pueden visitar, entre ellos familiares, amigos y esposa o concubina.
Añadió que no existe el requisito de una unión legal para que los internos puedan recibir de manera íntima a quien quieran, pues basta con que así lo soliciten de manera expresa, para tener acceso a la visita conyugal dos veces al mes.
Incluso, en algunos casos, a los presos procedentes de otros sitios y cuyas familias o parejas por la lejanía sólo los pueden visitar en una determinada etapa del año, se les apoya con una mayor frecuencia de visitas, dependiendo también de su conducta, y de su proceso de reinserción a la sociedad.
Empero, apuntó Brito Herrera, hay situaciones que están prohibidas como el que los internos tengan acceso a recibir a mujeres menores de edad, salvo que ya estén legalmente casados con ellas, o, bien, que tengan hijos con ellas, estén o no unidos por la vía del matrimonio civil.
Lo que no es permitido, estableció, son las visitas íntimas de hombres con hombres, algo que siempre ha estado presente en el reglamento que rige al penal de Mérida.
Esta reglamentación priva, tanto en el penal varonil como en el de mujeres (donde tampoco pueden estar mujeres con mujeres), que se encuentra adyacente a ese primer reclusorio con capacidad para dos mil 485 personas, pero que es ocupado solo por mil 450 internos, muchos de ellos procedentes de otros países y regiones de del país.
Brito Herrera precisó que en total el penal de Mérida cuenta con 32 espacios para la convivencia íntima de los reos con sus parejas, los cuales son suficientes para satisfacer las necesidades de la población penitenciaria.
Son, dijo, habitaciones propicias, dignas, por supuesto con toda la privacidad para los reos y sus parejas y que son empleadas en turnos nocturnos o diurnos que suelen ser los más solicitados porque a las visitantes se les dificulta encomendar el cuidado de sus hijos por la noche.
Por la tarde les es más fácil que alguien, sea un familiar, su mamá, la suegra o una persona de confianza cuide de sus hijos, mientras ellas se encuentran con sus esposos o parejas, explicó el funcionario penitenciario.
Los horarios son de las 18:00 a las 06:00 horas del día siguiente, o de las 09:00 horas a las 16:00 horas, tiempo en el que pueden convivir en paz y sin interrupciones, agregó.
Brito Herrera mencionó que a todos los reclusos y a sus parejas se les brinda atención, es decir, se hacen campañas internas de prevención, de tipo sanitario.
Asimismo, se les otorgan métodos de prevención, como condones y a las personas que acuden para intimar con ellos se les informa del estado de salud del preso, es decir, si tiene alguna enfermedad venérea o incluso el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Aunado a ello, refirió, también apoyo de tipo psicológico, pues muchos presos pierden la relación con sus parejas a veces no inmediatamente, pero sí en el transcurso de su reclusión, derivado de esa condición, lo que les causa serios conflictos anímicos.
“La vida en un penal, así sea el de Mérida (conocido por su tranquilidad y buenas condiciones para los internos), es difícil; pues entre las peores cosas para un ser humano está la pérdida de su libertad”, reconoció .
El director del penal recordó, a manera de ejemplo, las restricciones de tiempo que los presos tienen como los pases de lista que son necesariamente a las 07:00, a las 17:00, a las 19:00 y a las 21:00 horas, todos los días y para los cuales tienen que estar disponibles.
Además, los presos tienen que estar a tiempo para consumir sus alimentos (servicio conocido como “Rancho”) que se sirve de manera puntual a las 06:00, a las 12:00 y a las 18:00 horas.
“Estar en un penal es algo tan difícil que no se lo deseo a nadie, pues privas de su
libertad no sólo a tu propia persona, sino a tu esposa, a tus hijos, a tus padres, que tienen que sacrificar parte de su tiempo para poderte ver”, opinó.
Añadió que las madres de los presos son las que más los visitan pues “por años las hemos visto venir sin falta a ver a sus hijos, a darles ánimos, hemos visto cómo han ido envejeciendo, sufriendo el presidio de los reos, incluso con problemas para caminar o arrastrándose, pero no dejan de estar presentes”.
En cuanto al “Día de San Valentín” de este año, que coincide con el domingo, Brito Herrera señaló que organizarán un festival y un concurso de baile con la asistencia de sus familiares y seres queridos.
“Tratamos de hacerles la vida llevadera dentro de su propio encierro, que no pierdan las costumbres y tradiciones que tenían afuera, que celebren cosas que quizás no hacían en su otra vida, como el Día del Niño, o el de la Madre”, afirmó.
Destacó que se trata de fomentar esas celebraciones como parte de su readaptación, “tratando de que lleven una vida lo más similar posible a la que tendrían si estuvieran en una vida normal”.
Y si bien, como su propio director Francisco Brito Herrera reconoce, no es la única expresión de amor en el penal, donde él ha visto con el paso de los años a muchas madres envejecer visitando y sufriendo la reclusión de sus hijos, la visita conyugal sí es la más evidente.
En entrevista con Notimex, Brito Herrera, profesor de profesión, pero encargado del penal más importante de Yucatán desde 1996, señaló que el proceso de la visita conyugal en el reclusorio meridano ocurre como debe en todos los centros penitenciarios, es decir, de acuerdo a las leyes y el reglamento interno vigente.
Por lo anterior, al ingresar al penal los internos interesados informan al personal de trabajo social sobre sus datos personales, estado de salud, enfermedades y la relación de personas que los pueden visitar, entre ellos familiares, amigos y esposa o concubina.
Añadió que no existe el requisito de una unión legal para que los internos puedan recibir de manera íntima a quien quieran, pues basta con que así lo soliciten de manera expresa, para tener acceso a la visita conyugal dos veces al mes.
Incluso, en algunos casos, a los presos procedentes de otros sitios y cuyas familias o parejas por la lejanía sólo los pueden visitar en una determinada etapa del año, se les apoya con una mayor frecuencia de visitas, dependiendo también de su conducta, y de su proceso de reinserción a la sociedad.
Empero, apuntó Brito Herrera, hay situaciones que están prohibidas como el que los internos tengan acceso a recibir a mujeres menores de edad, salvo que ya estén legalmente casados con ellas, o, bien, que tengan hijos con ellas, estén o no unidos por la vía del matrimonio civil.
Lo que no es permitido, estableció, son las visitas íntimas de hombres con hombres, algo que siempre ha estado presente en el reglamento que rige al penal de Mérida.
Esta reglamentación priva, tanto en el penal varonil como en el de mujeres (donde tampoco pueden estar mujeres con mujeres), que se encuentra adyacente a ese primer reclusorio con capacidad para dos mil 485 personas, pero que es ocupado solo por mil 450 internos, muchos de ellos procedentes de otros países y regiones de del país.
Brito Herrera precisó que en total el penal de Mérida cuenta con 32 espacios para la convivencia íntima de los reos con sus parejas, los cuales son suficientes para satisfacer las necesidades de la población penitenciaria.
Son, dijo, habitaciones propicias, dignas, por supuesto con toda la privacidad para los reos y sus parejas y que son empleadas en turnos nocturnos o diurnos que suelen ser los más solicitados porque a las visitantes se les dificulta encomendar el cuidado de sus hijos por la noche.
Por la tarde les es más fácil que alguien, sea un familiar, su mamá, la suegra o una persona de confianza cuide de sus hijos, mientras ellas se encuentran con sus esposos o parejas, explicó el funcionario penitenciario.
Los horarios son de las 18:00 a las 06:00 horas del día siguiente, o de las 09:00 horas a las 16:00 horas, tiempo en el que pueden convivir en paz y sin interrupciones, agregó.
Brito Herrera mencionó que a todos los reclusos y a sus parejas se les brinda atención, es decir, se hacen campañas internas de prevención, de tipo sanitario.
Asimismo, se les otorgan métodos de prevención, como condones y a las personas que acuden para intimar con ellos se les informa del estado de salud del preso, es decir, si tiene alguna enfermedad venérea o incluso el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Aunado a ello, refirió, también apoyo de tipo psicológico, pues muchos presos pierden la relación con sus parejas a veces no inmediatamente, pero sí en el transcurso de su reclusión, derivado de esa condición, lo que les causa serios conflictos anímicos.
“La vida en un penal, así sea el de Mérida (conocido por su tranquilidad y buenas condiciones para los internos), es difícil; pues entre las peores cosas para un ser humano está la pérdida de su libertad”, reconoció .
El director del penal recordó, a manera de ejemplo, las restricciones de tiempo que los presos tienen como los pases de lista que son necesariamente a las 07:00, a las 17:00, a las 19:00 y a las 21:00 horas, todos los días y para los cuales tienen que estar disponibles.
Además, los presos tienen que estar a tiempo para consumir sus alimentos (servicio conocido como “Rancho”) que se sirve de manera puntual a las 06:00, a las 12:00 y a las 18:00 horas.
“Estar en un penal es algo tan difícil que no se lo deseo a nadie, pues privas de su
libertad no sólo a tu propia persona, sino a tu esposa, a tus hijos, a tus padres, que tienen que sacrificar parte de su tiempo para poderte ver”, opinó.
Añadió que las madres de los presos son las que más los visitan pues “por años las hemos visto venir sin falta a ver a sus hijos, a darles ánimos, hemos visto cómo han ido envejeciendo, sufriendo el presidio de los reos, incluso con problemas para caminar o arrastrándose, pero no dejan de estar presentes”.
En cuanto al “Día de San Valentín” de este año, que coincide con el domingo, Brito Herrera señaló que organizarán un festival y un concurso de baile con la asistencia de sus familiares y seres queridos.
“Tratamos de hacerles la vida llevadera dentro de su propio encierro, que no pierdan las costumbres y tradiciones que tenían afuera, que celebren cosas que quizás no hacían en su otra vida, como el Día del Niño, o el de la Madre”, afirmó.
Destacó que se trata de fomentar esas celebraciones como parte de su readaptación, “tratando de que lleven una vida lo más similar posible a la que tendrían si estuvieran en una vida normal”.