El sujeto anónimo preguntó al señor de edad avanzada cuántos dulces podía adquirir con 50 pesos. Uno por uno, el hombre los contó, eran casi toda su mercancía.
Posteriormente el comprador le cuestionó cuántos más podía llevarse con un billete de la misma denominación. Adquirió todos.
El hombre mencionó al vendedor que era su cumpleaños: “¿Me da un abrazo?”, le dijo. Además añadió que deseaba regalarle todos sus dulces.
“¿Cómo está, don?”, preguntó el del cumpleaños. “Pues malo”, respondió el hombre y mostró su pierna, la cual tenía una venda.
El señor de la tercera edad no pudo contener el llanto. Y finalmente, el sujeto anónimo dejó más dinero al vendedor para que comprara su medicamento.
Fuente: Sin Embargo
