Noticias de Yucatán
Para Rosalba Haydee Real la vida dio un giro total el
pasado 13 de agosto de 2017. Rosario Yudith Ibarra Real, la hija mayor de
Haydee, tenía dos hijos, acababa de dar a luz a Gerardo quince días antes de
los terribles hechos. Ese día pasaron un domingo familiar, Rosario amaba a su
abuelo materno. Se tomaron fotos para compartir con los amigos.
La joven madre vivía en Los Mochis, Sinaloa, su esposo
trabajaba en Chihuahua; ese 13 de agosto Rosario discutió vía telefónica con su
esposo Manuel de Jesús Álvarez Sánchez, se puso triste, recuerda su mamá. “Le
pedí que no se pusiera afligida, que yo estaba con ella; él me contactó, me
dijo que ya no quería estar con Rosario, yo le dije que estaba bien, que yo la
cuidaría”, eso sucedió el mismo domingo.
Haydee trabaja en una tienda departamental. El 14 de
agosto tenía que ir a trabajar; Rosario se quedaba en casa de sus abuelos, ahí
con ella estaban los niños, Diego y Gerardo, no había porque preocuparse, sin
embargo, Haydee tenía un presentimiento, algo en la voz de Manuel de Jesús
Álvarez Sánchez no le gustaba, la intuición le decía que él estaba raro.
Ese lunes 14 de agosto, Rosario recibió llamadas y
mensajes a su celular; era él, y algo le dijo que la motivó a reunirse con él.
Cuando Haydee llegó de trabajar preguntó por su hija; ella ya se había ido a
buscarlo. Ese día, Rosario se comunicó vía telefónica con Haydee, le dijo que
estaba en Choix, Sinaloa, que iba en camino a verlo a Chihuahua; al día
siguiente, Rosario se comunicó con su mamá para hacerle saber que Manuel de
Jesús la estaba golpeando. Haydee escuchó los golpes, los gritos pidiendo
auxilio. Cuando intentó pedir ayuda a la policía en Chihuahua le preguntaban
dónde estaba su hija, Haydee no sabía en qué parte de la Sierra de Chihuahua se
encontraba.
El martes 15 de agosto, Haydee recibió una llamada de un
hombre: “’Tengo un recado para usted’. Me dijeron que al parecer mi hija estaba
muerta”, “¿Es la Rosario?”, preguntó Haydee. “Sí es ella, es mi hija”, el
anónimo, le dio todos los datos, dónde estaba el cuerpo de su hija, Manuel de
Jesús le había dejado sobre las vías ferroviarias con la intención de que fuera
arrollada por el tren para hacerlo pasar como un accidente; afortunadamente el
tren no pudo pasar por el mal clima.
Rosario fue encontrada en las vías del tren, su pequeño
de apenas quince días de nacido estaba a su lado, “él lo dejó con toda la
intención de que también muriera”, me detalla Haydee, el bebé fue rescatado por
una mujer que lo vio, después fue entregado al DIF de Chihuahua; días después
fue recuperado por la familia materna. Diego, el mayor se lo había llevado su
papá Manuel de Jesús, después de asesinar a Rosario, el pequeño fue dejado en
manos de la familia paterna y posteriormente fue entregado a su abuelita
materna.
Rosario Yudith, nació el 21 de febrero de 1999, iba a
cumplir 19 años, alguien en redes sociales se ocupó, como sucede regularmente
en este país, de criminalizar a Rosario publicando en redes que Rosario se lo
buscó por “infiel”; que seguramente el bebé no era de su esposo.
Haydee aprendió a ser mamá con Rosario, esa nena de
grandes ojos nació en Sinaloa cuando Haydee tenía 15 años, “aprendió una niña a
ser mamá de otra niña” rememora Haydee. La pequeña Rosario desde muy pequeña
trabajaba con su papá el cual era albañil, trabajó como mesera con su tío,
siempre andaba peinada con dos colitas, adoraba a su abuelo materno, sus ojos,
toda su atención era su abuelo “Chiquis”, le gustaba estar arreglada siempre,
además era muy bonita por lo que su papá era muy celoso.
A sus 18 años Rosario ya tenía dos hijos pequeños, los
amaba; la loza es demasiado pesada para Haydee, los pequeños nietos hoy son sus
hijos y debe trabajar para ellos y el resto de su familia.
El dolor es inaguantable, hoy Haydee esta sin su hija,
con la que compartió todo, hasta la violencia que vivía con Manuel de Jesús,
sus celos, su no sentirse merecedor de Rosario. Hoy Manuel de Jesús está
prófugo, no hay orden de aprensión por lo que solo es sospechoso, las
autoridades tanto de Chihuahua como de Sinaloa les indican, a Gerardo abuelo de
Rosario y a Haydee, que no hay avances.
La noche fría pesa, las fechas navideñas ya pasaron con
profuso dolor, Rosario no está, ya fue arrancada, Haydee tiene que sonreír a
sus nietos para hacerles saber que los ama; pero la ausencia de Rosario pesa
tanto como traer al mundo cargando; y la justicia… esa no llega, “somos pobres,
si no tenemos con qué pagar la justicia no llegará”, increpa Haydee.
Luego de cinco días el cuerpo de Rosario fue regresado a
Sinaloa, para ser sepultada, la voz de Haydee se quiebra “ni siquiera la pude
ver por el estado de descomposición que tenía, si acaso 10 minutos estuvo el
ataúd de mi niña con nosotros”.
La economía para buscar justicia no ayuda. Haydee tiene
que salir a trabajar, regresa a casa y los pequeños hijos de Rosario ya la
reclaman, no hay tiempo para el sufrimiento.
En algunos momentos Haydee llora, sufre y me hace saber
que el dolor no se va; que se quedó ahí enquistado, como la última imagen que
tiene de Rosario con su hermoso cabello largo y chino abundante, en ocasiones
cierra los ojos y la ve pero que sabe que eso solo es su imaginación. Ella ya
no está.
Hoy a casi cinco meses el sufrimiento se prolonga, no hay
quien dé respuesta, no hay quien se comprometa a hacer justicia, los grandes
ojos de Haydee sólo se llenan de lágrimas, la voz se entrecorta, pero el diario
vivir debe de ganar, ahora solo queda ser la madre abuela de dos pequeños que
no comprenden aún que mamá ya no está, ni estará.