La capital
mexicana es una de las ciudades del continente americano con mayor número de
museos. Uno de los más peculiares se encuentra en las instalaciones de la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que albergan una exposición
permanente centrada en la lucha contra el narcotráfico.
A través de
una decena de salas temáticas, en el Museo del Enervante se muestran una
infinidad de objetos relacionados con el desempeño del Ejército en contra de la
producción y el comercio de drogas.
Este
recorrido comienza con un mural en el que aparecen las diferentes actividades
que desarrolla el Ejército contra el narco. Se trata de una pintura que se va
renovando según avanzan las tecnologías en el combate contra el crimen
organizado.
"En
este mural también se plasman los dos enervantes que se cultivan en México: la
amapola y la mariguana", dicen fuentes de la Sedena.
Sin
embargo, se trata de una exposición permanente que no está abierta al público.
Solo se permite el acceso al personal militar o a "estudiantes de nivel
universitario, cuya formación se oriente al problema del narcotráfico".
La primera
de las secciones del museo está destinada a la historia de los estupefacientes,
con el fin de ofrecer un contexto inicial de la problemática.
"Las
culturas más antiguas del mundo, como la romana, la griega, la egipcia o la
china, ya utilizaban las drogas, aunque lo hacían con fines religiosos",
indica una de las fuentes.
La
mariguana habría llegado al actual territorio mexicano tras la conquista
española (1521), pero no se trajo con fines psicotrópicos sino como parte de la
industria textil del cáñamo, relativamente común en la Península Ibérica.
En cambio,
la amapola se introdujo mucho más tarde, a inicios del siglo XX, a través de la
mano de obra china que arribó a México para participar en la extensión de la
red ferroviaria.
Amplio
recorrido
Pero más
allá de la historia de las drogas, en el Museo del Enervante existen otros
contenidos. También se realiza un repaso a las formas productivas y de
transporte empleadas por el narcotráfico, cuyos dirigentes llegan a esconder
dichas sustancias en artesanías, en frutas o en libros.
No
obstante, en esta exposición permanente se hace hincapié en la labor del Ejército
en su lucha contra el narco, así como en los métodos de destrucción de las
plantaciones o las formas de control del tráfico de drogas.
Incluso se
menciona la capacidad tecnológica de los cárteles para producir psicotrópicos,
ya que las autoridades no solo han hallado laboratorios de gran relevancia sino
también casos de amapola o mariguana modificadas genéticamente para aumentar la
producción.
Sin
embargo, esta lucha es compleja, al contar con implicaciones criminales,
legales, técnicas y sociales. Entre estas últimas se debe mencionar el caso de
los campesinos que viven del cultivo de la mariguana y la amapola.
Para evitar
que continúen con esta actividad o que se queden sin sustento tras la
destrucción de las plantaciones, el Gobierno ha implementado programas para que
se siembren otros productos, como maíz, frijol u hortalizas.
"Al
principio son aceptados, pero se producen muchas situaciones para que sigan
surtiendo el producto inicial, como presiones por parte de las organizaciones
delictivas", dicen en Sedena.
Es un poder
de los cárteles que se ha querido mostrar en el museo, al destinar un espacio a
los materiales incautados a los narcotraficantes, incluyendo armas de la más
diversa índole, joyas o, incluso, animales disecados de gran porte.
"En
esta sala intentamos explicar que este tipo de lujos y egocentrismos son la
forma errónea en la que los narcotraficantes intentan darse a conocer y
demostrar su poderío respecto a otros narcotraficantes", explican las
fuentes.
Muestra con
historia
Este museo
fue creado en 1985 como una "Sala de enervantes", un lugar de
"adiestramiento del personal militar". En este espacio se explicaba
"cómo eran las drogas y cómo podían ser encontradas".
Fue en 1985
cuando el Ejército implementó los puestos de seguridad militar en las
carreteras con el fin de hallar psicotrópicos en los vehículos. Una
circunstancia que requirió que el personal militar necesitara formación
específica para poder identificar las diferentes sustancias.
Años más
tarde, en 2002, se elevó el rango del lugar al de museo y se activaron las 10
salas existentes actualmente.
Hoy por
hoy, el narcotráfico sigue golpeando a México, lo que acaba generando graves
problemas vinculados con la salud y la inseguridad.
Pese a
ello, se van consiguiendo avances en la lucha contra este problema. Una labor
en la que también está involucrado el Ejército, que desde 1976 ha visto perder
la vida de mil 057 de sus efectivos en este compromiso.
A todos ellos se les rinde homenaje en el museo mediante una placa en la que aparecen sus nombres. "Lo que más nos pesa en el Ejército mexicano es la pérdida de los compañeros", dice una de las fuentes.
EFE