GUADALAJARA, Jalisco.-Secciones anatómicas, fosa clandestina, bolsas con restos humanos y exhumación son términos que cada vez escuchan más los jaliscienses, producto de una disputa entre cárteles que han puesto en jaque a las autoridades. A la fecha suman 323 cadáveres exhumados.
Los panteones confeccionados por criminales eran algo esporádico en Jalisco y aunque fue un escándalo que a finales de 2013 se reportara el hallazgo de 75 cadáveres en una fosa en La Barca y otros 17, en La Cumbre, Zapopan, la oleada de violencia actual ya superó lo vivido entonces.
Entre el 1 de enero de 2018 y el 20 de enero de 2020, en la entidad suman 323 cadáveres desenterrados por las autoridades tanto en la Ciudad como en el interior del Estado.
A estos se le suman restos encontrados en bolsas que aún no ha sido posible procesar, por ejemplo los encontrados en La Primavera en septiembre pasado, de donde sacaron 135 secciones anatómicas que aún no vinculan con algún cuerpo.
El problema ha ido escalando, pues tan sólo en el último periodo de la Administración de Aristóteles Sandoval, entre enero y noviembre de 2018, se registraron 52 víctimas; en el primer año de Gobierno de Enrique Alfaro sumaron 213 víctimas y en lo que va de este 2020, 58 casos.
Es en julio de 2018 cuando el fenómeno pasa de casos esporádicos en predios rurales a instalarse en fincas en el corazón del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG).
Según la Fiscalía, los restos hallados en la Colonia San Elena de la Cruz, Chulavista, Villa Fontana y La Mezquitera entre julio y agosto de 2018 se realizaron en casas que ya eran usadas por los criminales para la venta y consumo de drogas.
El fenómeno comenzó a mutar nuevamente en 2019, en donde los panteones del crimen fueron encontrados en el poblado de La Primavera y cerca de El Centinela, en Zapopan, el del Mirador y El Zapote, en Tlajomulco, así como un barranco en Tonalá, fincas también a cargo de grupos criminales.
El control que los criminales ejercen sobre estas fincas y sus alrededores se da ante la desconfianza de vecinos en las autoridades, quienes prefieren guardar silencio ante la posibilidad de que los policías estén coludidos con estos grupos, estimó Danielle Strickland, profesora del ITESO.
Strickland lleva años estudiando la zona del Cerro del Cuatro, en Tlaquepaque, en donde encontró que otro de los factores que favorecen el control de territorios por parte de la delincuencia organizada es la falta de empleo y educación, que llevan a los jóvenes a enrolarse a estos grupos que les ofrecen dinero.
Cuando no hay oportunidades de trabajo donde pueden ganar un sueldo digno, pues aquí (en el crimen) hay uno, y es más fácil entender por qué se acercan (a los cárteles) a pesar de los riesgos, a pesar de la falta de valores y las actividades en que se tendrán que involucrar", expuso Strickland.
Reforma.