Aunque, en números totales, Estados Unidos, Brasil y México
aparecen como los tres países con más fallecidos por el nuevo coronavirus a
nivel mundial, el orden de la lista cambia cuando se comparan las cifras de
muertes en relación a la población de cada país. Allí, Perú encabeza la lista
en el continente americano, y a nivel mundial se ubica como el segundo país,
detrás de Bélgica, con la tasa de letalidad más alta por COVID-19.
Por cada 100.000 habitantes, 78 mueren a causa de esta
enfermedad, según datos del ministerio de Salud peruano. Y la cifra de
contagios en el país andino se estaría duplicando, en promedio, a la fecha,
cada 46 días. De acuerdo con reportes de la Universidad Johns Hopkins, hasta este
viernes (21.08.2020) rodea los 560 mil casos positivos y 27 mil víctimas
mortales. Esto, sin contar el desborde de casos que las autoridades peruanas
tuvieron que reconocer hace unos días, y que, según estimaciones que han
llegado a los medios, llegaría a casi 50 mil personas fallecidas a consecuencia
del COVID-19.
Las pruebas serológicas, la raíz del problema
"Uno de los grandes errores fue la incapacidad para
establecer un sistema de pruebas de diagnóstico adecuado. El gobierno se basó
demasiado en el uso de pruebas serológicas rápidas, que detectan anticuerpos y
tienen grandes limitaciones, en lugar de hacer pruebas moleculares. Algo que
facilitó la transmisión del virus y, en consecuencia, las muertes”, explica a
DW el epidemiólogo peruano Mateo Prochazka de la Universidad Cayetano Heredia.
En muchos países, la tasa de mortalidad de las personas que
ingresan a cuidados intensivos (UCI) es de aproximadamente el 50 por ciento. Es
decir, por cada dos personas que entran a UCI, una fallece. "Pero cuando
no hay una unidad de cuidados intensivos o esta no cuenta con los recursos
necesarios, de insumos o personal, no se puede llegar a prevenir esa letalidad.
Aquí la letalidad puede ser 2 de 2. Además de las personas que no llegan a la
UCI y fallecen por falta de oxígeno”, señala Prochazka.
Para el neurobiólogo peruano Edward Málaga, las altas cifras
de fallecidos se debe, en su conjunto, a que las decisiones políticas tomadas
no estuvieron basadas en la ciencia: "No se puso en marcha el testeo,
rastreo y aislamiento. Estos tres van de la mano. No se pueden rastrear los
contactos si no se ha hecho un testeo molecular masivo. Aquí se vio la
diferencia entre el diagnóstico temprano y el diagnóstico tardío. El otro
factor fue no comunicar bien con la población”, aclara en entrevista con DW.
El avance del coronavirus, a pesar de las medidas
A comienzos de julio se levantaron las estrictas medidas de
confinamiento impuestas desde marzo, pero, desde la semana pasada, debido a que
la curva de contagios no se logra controlar, el Gobierno de Martín Vizcarra
impuso nuevamente la inamovilidad los domingos. Según las autoridades, las
reuniones familiares se habrían convertido en el nuevo foco de contagio del
coronavirus en el país.
"Es paradójico que, a pesar de haber adoptado todas las
recomendaciones de la OMS, no se haya logrado frenar el avance del virus. Pero
esto se debe a una cuestión estructural que no va a cambiar un decreto de
urgencia en un mes, o un año. Perú es uno de los países de la región que menos
ha invertido en salud pública, a pesar de sus buenas cifras económicas”,
subraya Francisco González, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales
de la Universidad Johns Hopkins, a DW. González recuerda que la gente tuvo que
elegir entre salir de casa a buscar su pan, o morir de COVID-19: "Por
necesidad, la gente no se aísla y trata de sobrevivir como puede. En Perú siete
de cada diez empleos son informales, y el 40 por ciento de trabajadores son
autoempleados”. Los expertos coinciden en que las buenas medidas estrictas del
comienzo no fueron articuladas con otros sectores para lograr un sistema de
medición epidemiológico exitoso.
Ahora, el presidente Vizcarra ha anunciado que está
negociando 30 millones de vacunas con cinco laboratorios internacionales, y que
800 mil pruebas moleculares de coronavirus estarían en camino. También se
dispuso una planta de oxígeno móvil que estará circulando por varios distritos
de la capital. A nivel nacional, el gobierno tiene previsto hacer
megaoperativos con la atención primaria del coronavirus.
Burocracia vs. ciencia
En medio de la grave situación sanitaria que atraviesa el
país sudamericano, empresas privadas se han querido sumar, por ejemplo,
ayudando en la producción local de pruebas moleculares como la que realiza la
Universidad Cayetano Heredia, pero se ha estrellado contra la pared de la
burocracia estatal. El equipo científico, liderado por el neurobiólogo Málaga,
logró replicar pruebas moleculares que dan resultados en 40 minutos, frente a
las 48 horas que se necesitan normalmente. Pero la falta de normativas, vacíos
legales, validaciones y permisos tienen estancado el proyecto desde hace dos
meses.
"Perú no ha tomado conciencia de la gravedad de la
pandemia. Es frustrante y triste ver que desde la ciencia podemos aportar con
las pruebas, pero estas no llegan a donde tienen que llegar, lo que está
causando más muertes. Es como si a diario cayera una avión lleno de gente”,
relata Málaga a DW.
Esta dilatación también se debe a las disputas entre el
Ejecutivo y el Legislativo, que incluso provocaron hace unas semanas la caída
del gabinete ministerial. "Esta es una tragedia del desgobierno. A pesar
de que estamos frente a una pandemia de gran magnitud, que sólo ocurre cada 100
años, los políticos les dan más prioridad a sus propios intereses que a los de
su gente”, concluye González, de la Universidad John Hopkins.