Bastó con que una mujer denunciara públicamente que había
sido abusada sexualmente cuando era menor de edad presuntamente por Raúl Jaime
Pérez, político panista de Querétaro, para que en cuestión de horas surgieran
varios relatos de otras chicas y adultas que presuntamente vivieron
experiencias similares a manos del mismo sujeto, que no se ha pronunciado
públicamente y se desconoce si sigue en la ciudad.
Alessandra Cavazos fue quien decidió empezar a romper la
impunidad y ahora pide a todas las mujeres que hayan vivido un abuso que
alcen la voz y señalen a su agresor.
En entrevista con Animal Político cuenta que
durante 14 años había sufrido su propio silencio, hasta que recientemente,
alguien que conoce a Jaime Pérez le preguntó si a ella le había hecho algo
alguna vez. Con la pregunta directa, Aless por fin pudo romper esa barrera y su
respuesta fue mucho más allá del acoso sexual: le contó que intentó violarla
cuando tenía 16 años.
Dado el primer paso de por fin nombrar a su abusador, el
siguiente fue firme: poner una denuncia formal ante las Fiscalía General
de la República (FGR), y después contarlo en Facebook, donde surgieron otros
testimonios.
Aless era apenas una adolescente. Una de sus mejores amigas
tenía una hermana mayor ya casada viviendo en Houston, Texas, así que planearon
irse allá a buscar vestidos para su graduación de preparatoria con la facilidad
de hospedarse en casa de la pareja.
Desde que llegaron, recuerda, la mirada del cuñado de su
amiga la incomodó, así como algunas frases y acercamientos físicos. Lo que no
se imaginaba es que él pasaría muy rápido de la mirada libidinosa a aprovechar
un momento en que las otras dos mujeres salieron del departamento por unas
hamburguesas para meterse a la habitación en el que se alojaba Aless.
Después de eso, no supo qué hacer. Tuvo miedo de contarle a
su familia, no porque no la respalden y protejan, sino justo por eso, pensando
en el impacto que podía tener en su mamá o la reacción que pudiera tomar su
papá contra el agresor. Tampoco sabía a quién contarle y si iba a servir de
algo.
“Sentía una culpa terrible, vergüenza, asco, miedo, tenía
miedo de que si hablaba, por lo mismo de que vivimos en una sociedad machista,
no me van a creer, van a pensar que yo me le aventé, voy a tener problemas con
la familia de mi amiga… Pues imagínate, era una niña de 16 años, no tenía ni
idea de cómo reaccionar o qué se hacía en un caso así”, lamenta.
Lo peor es que el acoso no paró ahí, asegura. Después, cada
vez que lo volvía a encontrar en algún evento social, con total impunidad
encontraba la manera de acercarse a tocarla y hacerle comentarios sexuales.
Vinieron años de depresión, diagnóstico de ansiedad
generalizada, insomnios, de subir de peso hasta 40 kilos y de ir a terapias de
todo tipo a partir de los 22 años para ir sanando. Y aunque llegó a contarle a
algunas amigas o novios de la experiencia traumática que había vivido, nunca
revelaba la identidad de quién había sido. Aless dice que es como si el
abusador siguiera teniendo un poder sobre su víctima, como si le arrancara la
voz.
El pasado 8 de marzo fue clave para ella. Este Día
Internacional de la Mujer ocurrieron en todo México las manifestaciones
feministas más grandes que se hayan visto y Aless llegó a sentirse
cómplice de su abusador por no haberlo denunciado. Hasta que hace unas semanas
por fin pudo hacerlo.
Fuente: Animal político