Con una economía en caída libre y con la
cuarta cifra más alta del mundo de muertes confirmadas por COVID-19, al
presidente de México, López Obrador, dará su segundo informe.
Se espera que en su segundo discurso sobre el estado de la
unión, López Obrador destaque el martes su campaña anticorrupción y sus
proyectos de obra pública, que son dos de sus principales obsesiones, aunque
pocos creen que ninguna de las dos iniciativas logre gran cosa.
"Hay un manejo de la pandemia tremendamente malo",
dijo Miguel Pérez Juárez profesor, profesor de ciencias políticas del Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, describiendo como una
"burla" a la sociedad y a las recomendaciones de la Organización
Mundial de la Salud que el presidente casi nunca lleve cubrebocas.
La luna de miel con el presidente de "teflón" ha
terminado, y los altos índices de popularidad han quedado en el pasado. Pero
según un sondeo del periódico Reforma publicado el lunes, López Obrador sigue
teniendo una tasa de popularidad del 56%, por debajo del pico del 78% en marzo
de 2019. La encuesta, realizada en persona, tiene un margen de error de 4
puntos porcentuales.
Dado el escaso número de pruebas diagnósticas, nadie ha
logrado conseguir datos más precisos de la dimensión real de la pandemia en el
país, que es mucho mayor a las cifras oficiales, señaló Federico Estévez,
profesor de ciencias políticas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México.
"La gente reconoce claramente que las cosas no van
bien, en la economía, en las calles", dijo Estévez, señalando que el
presidente sigue teniendo un apoyo mayoritario. "No le perjudica".
Tampoco la estrategia antidelincuencia del gobierno está
funcionando. Los homicidios se han quedado estancados en unos 3.000 mensuales
en un país de casi 130 millones de personas, en torno al mismo nivel de los dos
últimos años. Los cárteles de la droga siguen con sus violentas luchas por el
territorio y los vuelos de cocaína y las exportaciones de píldoras de fentanilo
continúan.
López Obrador confía en que su principal legado sea
perseguir a políticos corruptos que robaron millones de dólares en gobiernos
pasados.
En las últimas semanas, una jugosa sucesión de declaraciones
y videos filtrados ha reforzado una idea extendida entre la mayoría de
mexicanos desde hace tiempo, que los gobiernos anteriores estaban llenos de
delincuentes, aunque no han aportado demasiado en cuando a pruebas admisibles
en una corte. La mayoría de las acusaciones, incluidos videos de políticos con
maletines llenos de dinero, fueron grabados por exdirectivo de la petrolera
estatal que aspira a evitar la cárcel.
López Obrador "lo está usando muy bien, sí, pero si eso
le va a permitir llegar al fondo, a castigar a los culpables, hasta ahorita no
lo veo", dijo José Antonio Crespo, analista político en el Centro de
Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en México.
De hecho, el 58% de los encuestados por Reforma no creían
que los casos de corrupción fueran a tener resultados concretos, y apenas el
28% creía que los sospechosos irían a prisión.
Pero sin nada de lo que presumir en el frente económico -el
PIB cayó un 18,7% en el segundo trimestre- la campaña anticorrupción podría ser
clave de la estrategia de López Obrador para las elecciones de media
legislatura en 2021, en las que espera mantener su mayoría simple en el
congreso y conseguir más gobernadores estatales para su partido Morena.
"Ese será el eje campaña de 2021, donde el principal
tema es el pasado, no el presente", dijo Crespo. "El pasado de
corrupción de los gobiernos neoliberales que él está combatiendo, y no el
presente de desempleo, pobreza, fallecimientos del virus, violencia del narcotráfico,
de ese presente no hay mucho para presumir".
El colapso económico reducirá los fondos disponibles para el
gobierno el año que viene, y López Obrador podría compensar la mermada
generosidad del gobierno volviéndose más nacionalista, un rumbo que ya han
tomado los gobiernos populistas de Polonia y Hungría, señaló Estévez, culpando
a la "élite cosmopolita" o a la interferencia extranjera.
López Obrador ya ha apuntado en esa dirección. La semana
pasada acusó a ambientalistas y grupos defensores de los derechos indígenas de
estar a sueldo de fundaciones extranjeras para oponerse al proyecto del
"Tren Maya", un costoso y apenas factible plan para conectar
balnearios costeros, ciudades mayas y yacimientos arqueológicos en la península
del Yucatán.
Como su construcción de una enorme refinería de petróleo -en
un momento en el que los precios del crudo han bajado y la mayoría de los
países apuesta por las energías renovables- el tren tiene poco apoyo en el país
y ha indignado a algunas comunidades mayas.
Pero criticar la influencia extranjera es popular en México.
Las leyes aprobadas hace poco para prohibir la venta de comida basura a menores
se redactaron cuidadosamente para centrarse en compañías estadounidenses de
refrescos y aperitivos, excluyendo muchas golosinas mexicanas ricas en
calorías.
"Vamos derechos hacia los mensajes contra la élite cosmopolita", dijo Estévez. "En una crisis acudes al nacionalismo, eso ha sido una tradición mexicana".
La periodista de AP María Verza contribuyó a este despacho.