El expresidente reapareció al participar como conferencista
en un diplomado política de drogas, en el que aseguró que estas no deben
prohibirse sino regularse; asimismo admitió haber seguido una política de drogas
equivocada durante su administración
El expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León reconoció que
la política de drogas durante su administración era determinada por lo que
llamó la “inercia institucional” y por lo que se había acordado con otros países
sobre la materia en foros internacionales.
Declaró que durante su gobierno hubo un cambio en el manejo
en la atención a una política de las drogas, sin embargo, con ello “francamente
no sucedió nada”.
“Como presidente de México, soy el primero en reconocer que
cuando se discutía los varios aspectos de la política de drogas, la fuerza
motriz de nuestras discusiones era básicamente la inercia institucional, la
inercia de las prácticas que se habían seguido, la inercia de lo que habíamos
acordado con otros países en esa materia, a través de foros que llevaron a la
concreción de tres convenciones internacionales”.
“Debo de reconocer que, aunque en algunos aspectos nuestra
discusión hacia dentro del gobierno trataba de prestar atención al conocimiento
disponible en las varias disciplinas que deben ser tomadas en cuenta para este
propósito, al final del día todas esas inercias acababan determinando los
pasos, que quizás con buenas intenciones pero con terribles resultados, se
daban en política de drogas”.
En la clausura del diplomado Política de Drogas, Salud y
Derechos Humanos 2021 impartido por el Centro de Investigación y Docencia
Económicas, Zedillo reapareció al ser invitado como conferencista con el tema
“Guerra contra las drogas: fracaso institucional y causante de una tragedia
humana”.
El expresidente precisó que a diferencia de hace 40 años,
hoy sí se tienen las pruebas suficientes para comprobar que “la estrategia
basada en la prohibición de las drogas, es una estrategia incuestionablemente
fracasada”, puesto que dentro de sus consecuencias están la pérdida de vidas,
el daño a la salud en las personas, el daño a la vida de las personas que
indirecta o indirectamente se han visto afectadas en esta lucha.
Al exponer un análisis sobre la estrategia contra las
drogas, reconoció que durante la década de los 90 no se trabajó en visualizar
las graves consecuencias que traía consigo la lucha contra las drogas y las que
afirmó, se presentaron a partir del año 2005.
Señaló, además, que la prohibición de las drogas es la causa
primaria de la creación de un mercado ilegal, por lo que concluyó que es desde
el Estado, que es el responsable de estas disposiciones, “se está haciendo la
ingeniería de la creación de un mercado ilegal, en el que van a operar los
peores elementos de nuestras sociedades, de todos aquellos que están dispuestos
a incurrir en las formas extremas de violencia para llevar a cabo sus
actividades ilícitas”.
Expuso que “una política correcta de drogas no debería de
criminalizar el consumo, debe de verlo como un tema de salud pública y por el
lado de la oferta, la prescripción es muy simple, las drogas no deben
prohibirse, las drogas deben regularse”.
Respecto a la despenalización de la marihuana que se discute
ahora en el Congreso, manifestó que dijo desconocer el proyecto de ley, sin
embargo, que con base a fuentes intelectuales “la ley realmente no avanza lo
suficiente en tanto a la cannabis, para deshacerse, digamos, de las
manifestaciones más negativas de este problema en nuestro país”.
Asimismo, se dijo poco optimista sobre la evolución y avance
en política de drogas tanto en el mundo como en México, pues considera que “las
inercias” institucionales y las políticas siguen siendo dominantes, al calificar
como tímidas e insuficientes reformas que se están emprendiendo al respecto y
que “no van a resolver los grandes problemas que nos ha traído esta estrategia,
nefastamente histórica por las consecuencias que han tenido”.
Antes de concluir su participación, el expresidente fue
cuestionado del por qué es difícil realizar cambios en la política de drogas, a
pesar de reconocer errores en ella, el expresidente señaló que parte de ello se
debe a presiones internacionales y a la continuidad de llevar una política
prohibicionista.
Ante ello, expresó: “Uno no llega al poder público para
satisfacer a cualquier costo a la opinión pública, uno llega al poder público
para hacer un servicio público, y ver por el interés de la ciudadanía en
general”.
Fuente: El Universal