EDOMEX. Como si el dolor por el feminicidio de su hija no bastara, María Magdalena tuvo que soportar la pérdida de otros dos hijos, asesinados en venganza por exigir justicia. A siete años, sólo hay un detenido.
El 4 de enero de 2014, Fernanda Sánchez Velarde —entonces de 18 años— fue hallada sin vida en la casa de la familia de su pareja Led “N”, en la calle Atlamica, colonia San José Buenavista. A los deudos no los dejaron entrar.
La familia de Led aseguró que Fernanda se había suicidado, pero los peritajes revelaron que la joven madre —quien estaba embarazada y dejó en orfandad a un niño de un año—, había sido golpeada hasta la muerte.
“Mi hija es asesinada brutalmente, es golpeada, colgada y después de muerta, le cortan sus venas, todo esto lo quieren hacer pasar como un suicidio, pero también los policías que están presentes ese día, me empiezan a decir que me ponga lista, que mi hija no se quitó la vida”, relata María Magdalena.
“Ella ya me había contado que Led la golpeaba, que llegaba borracho y andaba con otras mujeres. Incluso, su suegro, al parecer, también la acosaba”.
Meses antes de su muerte, Fernanda había denunciado a Led por una golpiza que sufrió, pero no hubo investigaciones. La Ministerio Público de la entonces Procuraduría estatal, fue María Díaz, tía de Led, quien habría alterado las indagatorias.
Mientras buscaban que autoridades reclasificaran el crimen a feminicidio, en septiembre de 2014, María y su esposo fueron golpeados por policías que pretendían detenerlos en su domicilio.
Al ver el forcejeo, su hijo mayor intervino, pero los policías dispararon sin herirlo. Ese episodio los orilló a irse del municipio.
Asesinan a sus hermanos
Los hermanos de Fernanda —Daniel y Alberto, de 24 y 26 años—, regresaron a la colonia el 27 de mayo del 2017, cuando acudieron a una fiesta. Pero ahí fueron secuestrados, torturados y ultimados, al parecer, en venganza por exigir que investigaran a Led.
Con el tiempo, los familiares del agresor le confesaron a María Magdalena que Led asesinó a Fernanda en su recamara y, con ayuda de su madre, alteraron el lugar para simular un suicidio.
María, su esposo y sus nietos —hijos de las víctimas— han tenido que vivir los últimos siete años escondidos, pues aunque en abril pasado, Led fue detenido, las amenazas continúan.