El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Cultura dieron a conocer que se hallaron “cientos de restos de animales, una decena de semillas, un kilo y medio de carbón, cuentas muy pequeñas hechas de conchas, e incluso fragmentos de un milímetro de piedra verde”, dichos elementos formaban parte de los depósitos rituales que se encuentran en El Palacio de la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas.
Se detalló que se han detectado y recuperado centenas de estos restos gracias a “un tamiz fino que combina el cernido con agua y flotación”. Los descubrimientos de los depósitos de las casas B y E revelaron “la explotación mayoritaria de peces, uno de los grupos animales menos estudiados en la zooarqueología maya”.
La información se dio a conocer a través de un comunicado publicado este 13 de abril de 2022, el documento también explica que los resultados de este proceso de investigación significan un avance para saber más acerca del uso de animales con fines rituales, pues durante mucho tiempo estas características pasaron desapercibidas.
Por otro lado, el colaborador del Proyecto Arqueológico Palenque del INAH, Carlos Miguel Varela Scherrer, compartió que los elementos diagnósticos hallados se han identificado como “organismos premaxilares y dentarios de pez, y que únicamente pueden ser vistos cuando la matriz de tierra ha pasado por agua”.
En la casa B se reconocieron 17 especies “58% de ellas corresponden a peces, 19% a moluscos, 11% a decápodos (crustáceos), 5% son aves, 4% reptiles y 3% mamíferos”. De estos se pudo identificar por nombre común al mejillón de agua, el caracolillo terrestre, el caracol manzana, el cangrejo de agua dulce, mojarras, tenguayaca, robalo blanco, codorniz, tortuga blanca, armadillo de nueve bandas, perro doméstico, cérvido y venado cola blanco.
Además se detalló que en la casa E el 70% de las especies animales encontradas son decápodos, 12% peces y 10% moluscos, y “nuevamente los menores porcentajes correspondieron a reptiles, mamíferos y aves” como pochitoque, tortuga blanca, cocodrilo, codorniz, pavo ocelado, tuza y temazate.
Por tal motivo, se pudo determinar que los habitantes de Palenque explotaban mayoritariamente los “recursos de los cuerpos de agua dulce cercanos como arroyos de planicie, pantanos, lagunas y ríos como el Arroyo Michol y la Laguna de Catazajá, o el Río Usumacinta, este último en Jonuta, Tabasco.
Carlos Scherrer también expresó que desde 2018 el Proyecto Conservación Arquitectónica de los Acabados Decorativos del Palacio, codirigido por el arqueólogo Arnoldo González Cruz y la restauradora Haydeé Orea Magaña, ha sido clave, pues mediante sus labores se ha podido “recuperar evidencia de eventos cuyas características llevan a identificarlos como de un solo momento”.
El momento al que se hace referencia es a la celebración de un banquete en el lugar, “tras el cual, tanto la comida como los objetos usados, se depositaron en cavidades que fueron quemadas y posteriormente cubiertas”.
El Instituto aclara que en algunas ocasiones estas prácticas llegaron a marcar el inicio de construcciones arquitectónicas o “acontecimientos importantes de la vida religiosa de este asentamiento maya del periodo Clásico (200 - 900 d. C.)”.
Las y los especialistas afirman que las nuevas pistas identificadas en la capital que dominó el norte de Chiapas y el sur de Tabasco podrían ayudar a descifrar más aspectos religiosos y culturales del centro ceremonial, puesto que el Palacio es considerado el edificio más complejo y extenso de la ciudad, debido a que “ahí se hacían actividades administrativas y de carácter ritual, y se atendía a entidades políticas de otras regiones”.
Por otra parte, Varela Scherrer, especialista en la cultura maya, precisó que después de la excavación de los depósitos rituales se realizó un procedimiento de “cernido con agua y flotación en la ribera del arroyo Otulúm, donde se instalaron dos soportes de madera con una malla de apertura muy estrecha, de 1/8 de pulgada.
Posteriormente, el doctor en Estudios Mesoamericanos y colaborador del Proyecto Regional Palenque del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM expuso que en una cubeta de 20 litros se agregó tierra de la excavación para luego cubrirla con agua, después se empezó a remover el contenido con una vara de madera.
Fue así como se pudo observar que flotaban carbones y pequeños huesos, los cuales después fueron vaciados en un colador y examinados.
Finalmente, Scherrer concluyó: “si esta metodología se aplica homogéneamente en las tierras bajas estaremos en posibilidad de poseer colecciones comparables para conocer a profundidad el aprovechamiento animal por los antiguos mayas”.