Sólo en la Península de Yucatán, se tiene registro de al menos 2 mil 400 cenotes interconectados entre sí, por debajo de la tierra. Esto es lo que sabemos.
Como ojos de agua azules, los cenotes miran a las alturas por debajo de la tierra en Yucatán. Antiguamente, eran considerados como portales para ingresar al reino de Chaak, el dios maya de la lluvia y de la vida. En la actualidad, están amenazados por los megaproyectos que impulsa la agenda estatal.
A pesar de su relevancia histórica y biológica, realmente se sabe poco de uno de los sistemas acuíferos más complejos del país. Con respecto a qué es un cenote, cuál es su estructura y qué especies se pueden encontrar en su interior, esto es todo lo que se tiene que saber.
Conocidos como «anodina caverna inundada«, los cenotes son ecosistemas únicos en el sureste mexicano. A lo largo de la historia de las civilizaciones en esta región del país, han representado un vínculo espiritual con la tierra y el universo. Particularmente, en la manera de entender el mundo que tenían los mayas.
En el auge de la civilización maya, los cenotes se entendían como portales al inframundo. Por lo cual, estos pasajes mágicos eran escenario también para múltiples rituales mortuorios y sacrificios sagrados. Introducirse a las fauces de un cenote, por lo tanto, implicaba una conexión espiritual con la tierra, el agua y la fauna local.
Bajo la fuerza de la lluvia
Además de este vínculo místico, los cenotes se pueden definir como un depósito de agua manantial situado en depresiones geológicas. El término viene del maya ts’ono’ot od’zonot, y obtienen sus depósitos de agua principalmente de la lluvia. Las precipitaciones potentes de la Península de Yucatán deslavan la roca caliza y, con el tiempo, se genera un sistema de cavernas subterráneas.
Aunque los cenotes son ecosistemas fundamentales del sureste mexicano, biólogos del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) reconocen que son «un recurso conocido sólo parcialmente«. Además de la importancia histórica, cultural y mística que guardan con los pueblos originarios locales, albergan formas de vida con las que otros espacios en el país no cuentan:
«SUS AGUAS, EXPUESTAS EN MAYOR O MENOR GRADO A LAS CONDICIONES AMBIENTALES IMPERANTES EN LA PENÍNSULA, PROPORCIONAN UN AMBIENTE PECULIAR EN EL CUAL SE HAN DESARROLLADO FORMAS DE VIDA ÚNICAS», ESCRIBEN LOS AUTORES.
Y lo que es más: las propiedades de la piedra caliza —material con el que se han formado a lo largo de miles de millones de años— permite que todos los cenotes en la región se comuniquen entre sí. Los científicos de la UADY aseguran que todos estos cuerpos de agua están intercomunicados entre sí. Por ello, el daño que se le inflija a uno impacta en los demás, y así, en el equilibrio de los demás ecosistemas de la Península de Yucatán.
¿Qué animales hay en los cenotes?
Según los registros biológicos que existen de la fauna en los cenotes, los animales que habitan estos espacios son principalmente peces y crustáceos. Sin embargo, también se puede encontrar una amplia diversidad de plantas acuáticas, que se nutren con el sedimento de la piedra caliza.
Asimismo, la vida que habite en un cenote depende de su edad y morfología. Principalmente, caen en las siguientes categorías:
A cielo abierto
Semiabiertos
Subterráneos (o en gruta)
Los más antiguos están completamente expuestos, mientras que los más jóvenes tienen la cúpula casi intacta. De cualquier manera, sin importar cuándo se creó esta estructura geológica, los cenotes están interconectados entre sí. Eventualmente, además, desembocan en el mar.
¿Cuáles son las principales amenazas para este ecosistema?
Hasta ahora, se tiene registro de al menos 2 mil 400 formaciones como estas en la Península de Yucatán. Megaproyectos como el Tren Maya y la infraestructura hotelera masiva no sólo lastiman al ecosistema, sino que irrumpen con la conexión mística que los pueblos originarios guardan con estos espacios aún en la actualidad.
El turismo irresponsable, el uso de bloqueador, las aguas negras y las filtraciones de materiales de construcción están entre las principales amenazas para los cenotes en México. El problema principal radica en que daño que sufra uno se reverbera hacia los demás. Y así, uno de los sistemas acuíferos más importantes del país se ha venido a menos.