Cuando se sobrevuela la cuenca de El Mirador-Calakmul en la selva guatemalteca muy cerca con la frontera con México, los ojos no expertos sólo pueden observar un manto verde que se extiende hasta el infinito.
Pero la tecnología LiDAR, la más avanzada que existe para identificar sitios arqueológicos, ha permitido confirmar que debajo de ese mar vegetal de 1.700 kilómetros cuadrados se encuentra lo que algunos expertos ya intuían: una verdadera megalópolis que floreció entre los años 1000 a.C. hasta el 150 d.C.
Durante una presentación celebrada hoy lunes en la Universidad Fernando Marroquín en la capital de Guatemala, el doctor Richard Hansen y siete expertos nacionales e internacionales que han trabajado en la zona desde hace 40 años, dieron a conocer oficialmente la existencia de al menos 964 asentamientos, entre los que habrían 417 ciudades, además de poblaciones más pequeñas que se encontraban unidas por una compleja red de caminos elevados que abarcaba 177 km de caminos conocidos como sacbeob, o “caminos blancos”, que miden 40 metros de ancho y de 2 a 5 metros de alto, formando el “primer sistema de autopistas” o “supercarreteras” y que desde el aire pudieron apreciarse con toda claridad.
Las imágenes detectaron con toda claridad toda una red carretera de más de 177 kilómetros de longitud
Durante la presentación detallaron la investigación dada a conocer el pasado 5 de diciembre por la revista Ancient Mesoamérica de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, de la que son autores.
Josephine A. Thompson, quien trabaja con las universidades de Berkeley en California y Cornell en Nueva York, se apasiona cuando habla de los descubrimientos. Tiene motivos para hacerlo.
Ella fue la encargada de interpretar los datos arrojados por la tecnología LiDAR que desde el año 2003 ha sido utilizada en la región para entender la dimensión de la civilización que aquí floreció. “Cuando empecé a ver las imágenes y el tamaño de lo que estábamos recibiendo, sentí un escalofrio”, dice Thompson, quien ha dedicado al menos tres años analizando los datos y dibujando los mapas de la región. El 85 por ciento de los vestigios se encuentran en lado guatemalteco de la cuenca.
“Desde 2015 se han realizado escaneos aéreos a gran escala sobre la selva. En total se cubrieron mil 703 kilómetros cuadrados desde un avión”, dijo el doctor Carlos Morales, experto en tecnología LiDAR y miembro del equipo de investigación.
“El LiDAR es un sistema que lanza cerca de 560 mil puntos de luz por segundo. El láser regresa al dispositivo y nos permite penetrar la vegetación, pero lo más importante es que logra llegar hasta el suelo donde está la información que necesitamos”, explicó Morales.
El especialista dijo que en la selva donde se han realizado las exploraciones tan solo los árboles tienen una altura de 30 metros, por lo que el nivel de complejidad de la información es sumamente elevada.
Hasta la fecha, se han identificado 775 asentamientos mayas antiguos dentro de la cuenca, así como cientos más en las inmediaciones, que comprende al menos 417 sitios que formaban ciudades, pueblos y aldeas antiguas.
La investigación arrojó también la existencia de asentamientos de al menos seis niveles de distintos tamaños y áreas de superficie, además de complejas configuraciones arquitectónicas de los períodos preclásico medio y tardío. También se detectaron restos de plataformas y pirámides de gran tamaño, junto a canales y embalses usados para la recolección de agua, además de terrazas, reservorios, plataformas, canteras y canchas de pelota.
El hecho de que El Mirador se encuentre en una cuenca reviste de una gran importancia para los expertos.
El doctor Richard Hansen, explica que en esa región se aprovecharon los pantanos y el lodo fértil para el desarrollo de una agricultura que podía alimentar a cientos de miles de personas que vivían en esa zona.
“Aún estamos contando pirámides, pero calculamos que son más de 10.000. Creemos que los habitantes del Mirador formaron uno de los primeros estados del continente”, dijo Hansen.
Las estructuras detectadas cuentan con un relleno de piedra, lodo y cal. Sus materiales eran sacados de canteras de “miles y hasta millones de metros cúbicos”. En el caso de La Danta, que es una estructura monumental, se calcula que participaron alrededor de 3.000 personas trabajando día y noche durante 9 años.
Varios de los edificios contaban con terrazas en donde se aprovechaba el lodo y donde se cultivaba maíz, calabaza, frijol, algodón, palma, cacao, entre otras especies.
Las investigaciones revelan también que los pobladores desarrollaron sistemas de cultivo de animales como con perros y tortugas. “Encontramos corrales de piedra con murales de hasta 40 metros de largo y con metro y medio de ancho. Alimentaban a los perros y las tortugas de forma industrial”, explica Hansen.
El dilema de la preservación
El sitio arqueológico de El Mirador es el corazón de una extensa selva que tiene más de 3.000 tipos de árboles y más de 500 especies animales que se encuentran amenazados por diferentes fuerzas que van desde intereses comerciales relacionados con las concesiones de madera, el gas y el petróleo, hasta actividades clandestinas como la tala ilegal de madera, saqueadores de sitios arqueológicos y la presencia del narcotráfico, así como actividades humanas como los ranchos ganaderos y los incendios forestales.
Para evitar que se pierda este legado cultural, los investigadores proponen que se cree un santuario que impida la creación de carreteras y aeropuertos y en cambio se involucre a las comunidades más pobres en el desarrollo que estos descubrimientos podrían traer, dijo el doctor Hansen.
“La experiencia que hemos visto en Tikal y algunas zonas arqueológicas en México nos indica que, al abrirse grandes centros turísticos, las comunidades más pobres quedan marginadas del desarrollo. Con un santuario, el turismo tendría que dirigirse a las comunidades para satisfacer sus necesidades naturales de alimentación y hospedaje, y eso permitiría un mejor aprovechamiento de esta riqueza cultural”, agregó.
Juan Carlos Flores Gordillo, presidente de la Fundación Santuario Mirador, considera que este descubrimiento podría convertirse en un verdadero motor de desarrollo económico para Guatemala. “Queremos aprovechar la ciencia para generar las bases de un futuro sostenible, Perú vive de su historia, Egipto vive de su historia, aquí tenemos un tesoro preclásico, que podría ayudar a detonar el desarrollo del país”.
El doctor Richard Hansen, quien asegura que Guatemala debe iniciar una conversación para definir el tipo de desarrollo que detonará El Mirador, es optimista. “Actualmente Tikal arroja alrededor de 220 millones de dólares al año por concepto de turismo. El Mirador podría generar esa cantidad multiplicada por 20”, asegura el arqueólogo. “Esos recursos podrían sacar de la pobreza a millones de personas”.
Con información de Los Angeles Times