López Obrador ha anunciado este lunes una gira de despedida a partir del próximo 3 de junio, un día después de las elecciones. “Voy a recorrer todo el país, no voy a poder recorrer todas las regiones, pero, cuando menos, voy a estar en todos los Estados antes de entregar la banda presidencial”, adelantó el mandatario. El titular del Ejecutivo insistió en que se va a retirar de la vida pública al concluir su sexenio, en octubre.
“Me faltan cinco meses”, recordó López Obrador. El presidente explicó que se ha concentrado en la supervisión de obra pública desde el arranque de las campañas, en marzo pasado, que marcaron también el inicio de la veda electoral para los funcionarios del Gobierno. El mandatario dijo que no ha tenido actos públicos para evitar que sus adversarios lo acusen de proselitismo. El anuncio de la llamada “gira del adiós” llega después de que la oposición reclamara la semana pasada una intromisión del Gobierno en las elecciones presidenciales. Xóchitl Gálvez, la candidata de la coalición Corazón y Fuerza por México, pidió la cancelación de las Mañaneras, pero el Instituto Nacional Electoral rechazó por unanimidad la prohibición de las conferencias matutinas del presidente.
“Pasando las elecciones ya nos vamos a soltar el pelo, porque quiero que nos reunamos con mucha gente”, dijo López Obrador, un presidente que se ha hecho fuerte a lo largo de su trayectoria política con actos en las principales plazas del país y que ha apuntalado su movimiento, Morena, en la fuerza territorial y los actos masivos. El objetivo de la gira es “dar gracias a la gente”, explicó el político.
El partido gobernante se ha empeñado en enmarcar las próximas elecciones como un plebiscito sobre la continuidad del proyecto político de López Obrador, la llamada Cuarta Transformación, y ha encomendado a Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista, asumir el bastón de mando en la sucesión. Desde la perspectiva del presidente, en los próximos comicios también está en juego su legado político y sus propios simpatizantes han tenido que confrontar la idea de cómo se verá su movimiento sin el liderazgo del presidente. Sus críticos, en cambio, han puesto en duda que López Obrador desaparezca del escenario político al concluir su mandato y cuestionan el margen de maniobra que tendría Sheinbaum para imprimir un sello propio a su Gobierno, en caso de ganar las elecciones.
Esos debates se han reactivado tras el anuncio, con lecturas políticas que van más allá de una despedida y que vislumbran que se trata también de un mensaje para quien llegue al poder, una especie de hoja de ruta para defender el legado del presidente y para los próximos pasos de Morena como partido-movimiento. “Esta es una transformación que se inició y que continúa desde abajo. No es un movimiento de élite”, comentó López Obrador, quien aseguró que los resultados de su Gobierno se construyeron sobre “las fatigas de millones de mexicanos”.
López Obrador ha respondido también a quienes lo critican por querer marcar el tono del próximo Gobierno. “No deseo ser líder moral ni hombre fuerte, mucho menos cacique”, aseguró. El presidente adelantó, sin embargo, que tendrá un “perfil bajo” antes de la cita con las urnas en junio próximo, partiendo siempre del cálculo político de que Sheinbaum refrendará la ventaja que le dan las encuestas y el arrastre electoral que mantiene como mandatario y principal figura de Morena. “Voy a terminar mi ciclo y van a ser otros los que van a continuar con el proceso de transformación”, concluyó.
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