El escenario ha sido del color de la sotana de un cura jesuita y, poco a poco, se ha ido aclarando… pero sin alcanzar el manto níveo de un Papa. Está respirando. Con más rebeldía que ayuda mecánica. Todo indica que no acudirá al “llamado de Dios”, sino hasta cuando él quiera. Lleva 23 días en el hospital. La mayor parte de ellos “en condición crítica” con episodios intermitentes de agravamiento y alarma. Se resiste como gato bocarriba. Así ha vivido. Contra todo y contra todos. Una tradicional madre mexicana le diría: ¡parece que te apellidas ‘Contreras’ y no Bergoglio!
Enemigo de etiquetas y de ideologías, de todas: políticas, eclesiásticas y de otras, como la de género. Rudo que nunca dejó de serlo, pero que en lo público se fue aflojando con los años hasta saberse dueño de una simpatía tan útil como inaudita. Le gusta contar el chiste: “¿Sabés cómo se suicida un argentino? Se sube en su ego y se avienta”. Para el caso lo maneja bien. No se sube y no se avienta.
Negociador político. Poseedor de un español perfecto. Usa la palabra más justa que exacta. Lector voraz, ilustrado. Con densidad, con profundidad de pensamiento. No pontifica, hace chascarrillos –con dulce venenito… de tres bandas–. Sin poses sacras. Con risas francas. Erudito con barrio. Y que además llegó a Papa. Cada quien en lo que crea o no, dirigente máximo del partido político más viejo y eficaz del planeta, hoy por hoy, que tiene mil 400 millones de afiliados. Con fe.
Si le preguntáramos su propio diagnóstico neumonológico, seguro dirá en lunfardo: “el fuelle no da más”. Él, bandoneón. Y la vida, tango… en sus últimos compases. Aficionado lo será hasta el último suspiro, lo bailaba de joven, cuando los párrocos de la época lo consideraban un baile lascivo, obsceno. Vueltas que da la vida, tiempos y circunstancias cambiaron como para que una tarde, con el solideo blanco sobre su cabeza, confesara sobre la Plaza de San Pedro, a manera de PECADO devenido en picardía, que su orquesta favorita era la de Juan D’Arienzo. Ya antes había revelado a sus cantantes predilectos: Julio Sosa, Ada Falcón, Carlos Gardel, desde luego… y de más acá, Piazzola o Amelita Baltar, que vive y canta.
Con Julio Sosa debe haberse aprendido “Cambalache”:
“‘Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé/ en el quinientos diez, y en el dos mil también […]/ hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/ ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador/ todo es igual, nada es mejor/ ¡lo mismo un burro que un gran profesor!/ no hay aplazaos, ni escalafón/ los inmorales nos han igualao/ si uno vive en la impostura/ otro afana en su ambición/ da lo mismo que sea cura, colchonero [dormilón], rey de bastos, caradura o polizón”. Vigente. Políticamente incorrecto. De sus tangos preferidos, quizá, quizá, quizá.
En herejía caduca, Daiana Guspero –bailarina argentina que reside en Milán, Italia–, convoca a la comunidad tanguera para el próximo domingo 16 de marzo a las 4 de la tarde, afuera del Hospital Universitario Gemelli: a bailar un tango en silencio, a manera de oración. Será despedida, será acicate. Nadie lo sabe. Ya se sabrá. Por lo pronto, es una esperanza. La de llegar a esa fecha.
El niño Bergoglio que iba los domingos a ver al San Lorenzo de Almagro
¿Qué recuerdos llegarán en medio de la incertidumbre, al cerrar los ojos, con la reserva de no volver a abrirlos? ¿Han de ser los más antiguos? ¿Los de aquella infancia en el barrio porteño de Flores de Buenos Aires… él en la escuela pública o acompañando a su padre al futbol para ver cada domingo al San Lorenzo de Almagro… o él jugando basquet en ese mismo club –del que tiene la credencial de socio 88235N–0.
De esos tiempos la breve historia de Amalia Damonte, ‘la novia’ a la que a los 12 años le propuso futuro matrimonio: “Recuerdo perfectamente que hizo un dibujo donde aparecía una casa que tenía el techo rojo, era blanca y abajo decía: ‘ésta es la casita que te voy a comprar cuando nos casemos’ y ‘si no me caso con vos, me hago cura’”, reveló una Amalia anciana, casada y con dos hijos, el mismo día que Jorge Mario Bergoglio fue ungido Papa, el 13 de marzo de 2013. Pronto la hermana menor del Pontífice, salió a desmentir: nada, nunca, con ninguna.
Jamás hubo un Sumo Pontífice tan expuesto y por voluntad propia a los medios de comunicación. De manera que en una de las muchas entrevistas concedidas desmintió felizmente a la hermana, confesando… otras dos. Sucedió en su autobiografía publicada en marzo de 2024. ‘Vida. Mi historia en la historia’ (HarperCollins) –que realizó a partir de entrevistas con el vaticanista Fabio Marchese–. Ahí acepta con humildad de galán:
“Durante el seminario tuve un pequeño flechazo: es normal, de lo contrario no seríamos humanos […] ya había tenido novia en el pasado, una chica muy dulce que trabajaba en el mundo del cine y que luego se casó y tuvo hijos. Esta vez, sin embargo, estaba en la boda de uno de mis tíos y quedé deslumbrado por una chica. Realmente me hizo dar vueltas la cabeza por lo hermosa e inteligente que era […] ¡durante una semana tuve su imagen siempre en mi mente y me costaba orar! Luego por suerte pasó y me dediqué en cuerpo y alma a mi vocación […]. ¡Dios venció!”.
Bergoglio ayudó a una marxista a esconder su biblioteca en la dictadura
Le da risa lo que escandaliza, sobre todo a los curas. Como Dios manda. De que le dijeran comunista, porque se la pasaba hablando de los pobres; o de que una buena cristiana lo señalara como el antipapa, al no haber aceptado ponerse los zapatos rojos tradicionales en todo Obispo de Roma. Ya era lo de menos contar de cuando, chavo, fue portero de un centro nocturno –antro hoy y entonces– en Buenos Aires, Argentina.
A los 17 entró a trabajar a los laboratorios Hickethier y Bachmann, tras graduarse como técnico químico en alimentos. Ahí tiene una jefa uruguaya, la Dra. Esther Ballestrino, marxista, de 36 años. Un día el adolescente no llegó a trabajar. Ingresó al seminario pero no pierde el contacto con ella. Pasados 23 años, Esther le pide que vaya a darle los “santos óleos” a su suegra. Mentira. Los militares habían arrestado a la hija y necesitaba que le ayudara a esconder su biblioteca marxista, pues vendrían a buscarla. Así lo hizo para ayudarla. De poco sirvió.
Seis meses después Esther fue delatada por un infiltrado en su organización de madres que luchaban en la clandestinidad contra la dictadura de Videla; el cadáver de Esther Ballestrino apareció en la playa de Santa Teresita. En 2010, Bergoglio, entonces cardenal y arzobispo de Buenos Aires dijo de su exjefa: “Le debo mucho a esa gran mujer. La quería mucho”. ¿Historias que quizá esté rememorando entre sueños y sueros en el décimo piso de la Policlínica Gemelli?
Bergoglio fue cercano a Borges y dio una seminario de literatura gaucha
Su historia en Argentina es en realidad la verdadera historia de su vida. Ahí la construyó durante 76 años, hasta 2013, cuando viajó a Roma en vuelo de bajo costo al que sería su último cónclave. Dejó perder el pasaje de regreso.
En Argentina, por ejemplo, se hace maestro de psicología y de literatura y se acerca a Jorge Luis Borges. Le propuso a éste dar un seminario al que llamó “El Martín Fierro y la literatura gauchesca”. El poeta Roberto Alifano, colaborador entre 1974 y 1985 de Borges, escribió lo que éste le reveló sobre su relación con el joven jesuita:
“Hay dos curas que me visitan bastante seguido y nada tienen que ver entre ellos –prosiguió–. Usted los conoce a ambos; uno lo heredé de mi madre que era muy devota; me refiero al padre Guillermo que cuando ella vivía venía todas las semanas para confesarla; el otro es Jorge, un jesuita que es químico y ahora enseña literatura en la Universidad del Salvador. María Esther Vázquez me lo presentó hace bastante tiempo; de manera que nos une una gran amistad”.
Después puntualiza Borges: “Con el jesuita, que es ingeniero químico y muy buen lector, nos entendemos mejor; él enseña literatura y ha incluido mis textos en sus clases, lo cual me parece un poco exagerado. Yo trato de disuadirlo y le repito que lo mío no tiene ningún valor, que son una sarta de borradores, pero no me hace caso […] dejando de lado este detalle, el padre Bergoglio es una persona inteligente y sensata; con él se puede hablar de cualquier tema: de filosofía, de teología, de política.
“Pero hay algo que me alarma un poco: he observado que tiene tantas dudas como yo. Lo cual no sé si está bien en un religioso […] pero quizá no es tan raro si tenemos en cuenta que se trata de un jesuita […] claro, esa gente es históricamente transgresora y hasta tiene sentido del humor”. Quizá haya sido Borges –fallecido en 1986– quien mejor definió a un Papa que hoy es y que entonces nadie siquiera sospechaba que iba a ser.
Kirchner lo consideró el “articulador de un proyecto opositor” y Milei “representante del maligno”
En Argentina, hacen a Bergoglio en 1973 provincial de los jesuitas argentinos. Desde ese asiento tiene que encontrarse y desencontrarse con los dictadores Massera y Videla para salvar vidas. “La última vez que estuve con Massera me levanté y me fui bastante maleducadamente. Con Videla estuve dos veces y algo se logró apoyar […] había que ir a negociar […] a veces había que luchar para salvar gente y a veces había que hacerse el sonso para lograr de otra manera una negociación”, declaró en 2023 en una entrevista al periodista porteño y empresario de medios, Jorge Fontevecchia.
En Argentina es enemigo cantado de los Kirchner y viceversa. Ahora que recordamos que era considerado ‘el Papa peronista’, habría que recordar que Néstor Kirchner lo consideró siempre “articulador de un proyecto opositor”; que en la crisis del gobierno con los dirigentes agrícolas, entonces arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio se reunía con éstos; y a Cristina, presidenta, la llamó frontalmente a “terminar con la crispación social… el peor riesgo es homogeneizar el pensamiento”.
Muchos años después, en 2020, Javier Milei –hoy presidente de Argentina–llama a Francisco I “imbécil” y “representante del maligno en la tierra […] impulsa el comunismo”; en 2021 señaló que el Sumo Pontífice “siempre está parado del lado del mal”. En entrevista con Tucker Carlson señala que el Papa “tiene afinidad por los comunistas asesinos”. En febrero de 2024, Milei fue recibido en El Vaticano. Llegó con unos alfajores… de ésos que siempre merecerán, más que el perdón, el cielo.
Conformado. Nadie es profeta –ya no digamos profe, cura, arzobispo o Papa– en su tierra, a la que ciertamente nunca regresó entre los 106 viajes pastorales que realizó a lo largo de su pontificado.
En febrero de 2013, en medio del escándalo detonado un año antes de Vatileaks, que involucraba a El Vaticano en temas de corrupción, actos de corrupción, chantaje a obispos homosexuales, lavado de dinero e intrigas palaciegas –que dejan a la película ‘Cónclave’ como un cuento más fresa que ‘Bambi’–, renuncia el Papa Benedicto XVI –tras 600 años en que no había renunciado otro– y es electo Jorge Mario Bergoglio, para ‘sorpresa de todo el mundo’… de todo el mundo, menos él. Porque en el cónclave anterior, el de 2005, quedó en segundo lugar, detrás del alemán Joseph Ratzinger. Desde entonces estaba formado y supo que andaba cerca. Al declarar ‘su asombro’ no mentía, porque mentir es pecado. Sólo hacía una poco inocente travesura. Otra.
El Papa Francisco se negó a vivir en el Palacio Apostólico
Desprovisto de toda la ostentosa parafernalia monárquica, se quitó rojos y oros y terciopelos desde el primer instante. Se puso zapatos negros feos y ortopédicos, cruz de plata y la pura sotana blanca. Se negó a vivir en el enorme Palacio Apostólico para quedarse en Casa Santa Marta, habitando un pequeño departamento.
La versión de los que saben: advertía los intereses que estaba por pisar y las furias internas a desatar con sus propuestas progresistas; en el palacio de 12 habitaciones había riesgos y acá, su seguridad personal estaba garantizada. El boletín oficial dijo: acá el Papa baja a desayunar o a almorzar o a cenar al comedor de la residencia y siempre encuentra gente, obispos de todo el mundo u otros huéspedes laicos ahí hospedados, y conversa “porque no le gusta comer solo”.
Más allá de lo cierto, resultó congruente; siempre vivió así. En un lugar pequeño y en Buenos Aires se transportaba en metro. Esa imagen, ese mensaje que se mandaba, acompañado de su alegría, de su lenguaje más confiable por directo-sencillo-popular, la transparencia, la calidez, llegó de inmediato hasta el último rincón del planeta. Contrastaba con la ostentación, la altivez, la hosquedad, la opacidad, la palabra hueca y aburrida, el discurso anacrónico y ajeno y desconfiable y frío de una Iglesia lejana… evidenciada y desconfiable.
En el primer viaje, a Brasil, dio el primer ‘llegue’ a la Iglesia vieja: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. En otros temas cedió a medias: unión civil y reconocimiento pleno y comunión a la comunidad LGBT+; matrimonio, no. En otros –aborto–, ni un paso atrás. Y en algunos más, intentó; ‘sondeó’ la reforma al tema del celibato en los sacerdotes, donde siempre ha dejado abierta la posibilidad.
Sobre esto pudiera ser que el momento de mayor tensión y que poca gente conoce, se dio cuando el cardenal de Guinea, Robert Sarah, iba a publicar en coautoría con el Papa Emérito Benedicto XVI, el libro ‘Desde lo más hondo de nuestros corazones’; en abierta oposición a un Papa que estaba ‘meditando’ la reforma del celibato. Esto fue en enero de 2020. Al enterarse, Francisco I ordenó a la editorial retirar la firma de Benedicto como coautor en la portada.
“La Iglesia tiene derecho de pataleo”, declaró alguna vez el Papa argentino. Y éste siempre, con una linda sonrisa (‘¿…viste?’), tuvo el derecho de manotazo.
Ha sucedido lo uno y lo otro. Casos documentados. El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller acusó a Francisco de “cometer herejías” al recibir colectivos LGBT+ con los que además se fotografiaba. En 2017, en respuesta, Müller fue removido como poderoso Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Otro cardenal, el estadounidense Raymond Leo Burke, se manifestó intensamente contra las posturas de apertura de Bergoglio respecto a la homosexualidad y el divorcio. Ese mismo 2017 Burke fue comisionado a la isla de Guam… en Oceanía… en el Pacífico occidental, allá por donde el aire se regresa.
Y apenas el año pasado excomulgó, pa’ acabar pronto, al feroz arzobispo ultraconservador italiano Carlo María Viganò, quien durante años había pedido la renuncia del argentino, contraponiéndose a sus posturas sobre los migrantes, sobre las parejas homosexuales y hasta del cambio climático. Una linda sonrisa, nunca se ha contrapuesto con el ejercicio del poder absoluto.
Personaje singular, cuya cualidad menos notable sea quizá la de ser Papa… y aún en el encargo se destaca de todos por varias razones a las que no se le ha dado el golpe: es el primero no europeo en 1284 años (el anterior fue el sirio Gregorio III muerto en año 741 d.C.); es el primero de la historia de América, el primero de habla hispana, el primer jesuita. Y el primero que se ríe.
Muchas más aristas que observar en el personaje que hoy tiene a 700 medios de comunicación mirando a las ventanas del Piso 10 en un hospital. Donde cumplirá este 13 de marzo otro aniversario de su pontificado. Y en donde mil 400 millones de católicos –con excepción de un puñado de cardenales que ‘ya se vieron’– desean fervientemente que un luchador social y buen pecador pueda con doce velas. Partiendo de que ‘el fuelle’, dé. Y de que pueda entonces cantar “Volver”. Y sentir que es un soplo la vida.
GSC / MCM