Noticias de Yucatán
República Dominicana, 22 septiembre, (EFE).- Cientos de
habitantes de comunidades del noreste dominicano se han quedado sin nada tras
el paso del huracán “María”, principalmente, a causa de la precariedad de sus
viviendas, construidas con zinc y madera y que, en muchos casos, han sido
arrasadas por la crecida de ríos.
La comunidad de La Boba, en Nagua (noreste), es ejemplo
de la fragilidad de ese tipo de construcción, de las que el río, que comparte
nombre con el núcleo urbano ubicado junto a su ribera, solo ha dejado los
despojos.
Sin el menor atisbo de dramatismo, Neidy, una de las
damnificadas, explica a Efeque lo ha
perdido todo. Junto a otros 145 vecinos se refugió durante dos noches en el
albergue que las autoridades habilitaron en la escuela más próxima.
Cuando volvió esta mañana “no quedaba nada, todo
deshecho. Cama, estufa, nevera, todo lo que tenía” se lo llevó la riada y, como
ella, muchas de sus vecinas, que charlan animadamente junto a los escombros
como si nada hubiera sucedido.
Otros han tenido la suerte de que sus casas permanecieran
en pie, como Francisco, cuya vivienda es de ladrillo.
Sin embargo, la fuerza de agua derribó su puerta y sacó
todas sus pertenencias, según relata a Efe.
Efectivamente, frente a su casa, un sofá y un par de sillones se secan al sol,
que por fin ha hecho acto de presencia en la zona después de tres días oculto
por los efectos del ciclón.
Mientras, operativos del Ministerio de Obras Públicas y
del Plan Social de la Presidencia hacen labores de limpieza, evalúan daños y
facilitan materiales para reconstruir viviendas, aunque lo primero fue
suministrar agua y alimentos a los afectados.
“Estamos trabajando desde (el huracán) “Irma” y ahora
seguimos directamente trabajando” en atender a los afectados por “María”,
explicó a Efe Alexandro Sánchez,
encargado provincial del Plan Social de la Presidencia en la provincia de María
Trinidad Sánchez, a la que pertenece el municipio de Nagua.
Hoy están recorriendo la provincia entregando comida
fresca, así como colchones, sábanas, mosquiteros, y materiales para reconstruir
las casas que no quedaron destruidas por completo.
La cuestión es que, hace solo dos semanas, tras el paso
de “Irma”, ya hicieron esas mismas labores y entregaron camas completas,
estufas de gas y hasta aparatos de televisión, pero con el nuevo ciclón, todo
eso se ha perdido.
Mientras la infravivienda siga existiendo, y las casas se
reconstruyan una y otra vez con esos materiales de escasa consistencia, esta
situación se repetirá ante cada desastre natural.
Este problema ya lo pusieron de manifiesto un conjunto de
organizaciones asociadas al Foro Ciudadano y otras tantas que participan en la
campaña Casa Ya, junto a Oxfam, y que lanzaron la campaña “Cambiemos las
prioridades” en 2016.
Con esta iniciativa, demandan al Gobierno dominicano la
reorientación de una parte del gasto público hacia la generación de viviendas
“que permitan superar el grave déficit habitacional que enfrenta el país”, y
que, según defienden, se podría llevar a cabo si se reducen “gastos superfluos
del presupuesto nacional.”
Para estas entidades, eso permitiría garantizar el
derecho a condiciones dignas de vivienda a amplios sectores de la población,
sin dejar este grave problema social en manos del mercado, señalan.
El Presidente dominicano, Danilo Medina, estuvo visitando
varias comunidades afectadas, entre ellas la de La Boba, y pudo comprobar las
dimensiones de los estragos causados por María.
Los efectos del huracán mantienen a un total de 38
localidades aisladas en República Dominicana, donde dejó al menos un muerto en
el norte y un desaparecido en el este, y un total de 10 mil 929 personas se
encuentran en albergues oficiales, mientras que 8 mil 915 se desplazaron a
casas de familiares, según datos oficiales.
El fenómeno continúa alejándose del país, tras volver a
poner de manifiesto, como ya hicieran ciclones anteriores, la vulnerabilidad de
las comunidades más pobres y el círculo vicioso de la infravivienda.