Una bala sobre el jefe del Ejecutivo

18 julio 2013
Noticias de Yucatán ()

Repaso histórico sobre la caída de Víctor Manzanilla


En los inicios de 1991, siendo diputada local, Blanca Estrada Mora tuvo una plática con Carlos Sobrino Sierra que giró en torno a las insistentes versiones de que se aproximaba la caída del gobernador Víctor Manzanilla Schaffer.
“Carlos me dijo: ‘Mira, Blanca, se disparó una bala y va a dar muchos rebotes, pero en nadie va a quedar’. Y sí, quedó en el gobernador. Se fue”, recuerda la ex legisladora priista, trece años después de ese hecho que marcó el segundo interinato entre 1984 y 1991.
La salida del licenciado Manzanilla, con los detalles que la rodearon, es parte de nuestra entrega de hoy sobre la entrevista que realizamos a la profesora Estrada Mora por sus 40 años en la actividad política del Estado.

"Durísimos golpes” previos a la caída de Manzanilla Schaffer

¡Se va el gobernador!”

Desde mediados de 1990 ya se veía mucha agitación en la política yucateca. El motivo, recuerda Blanca Estrada Mora, era un intenso fuego amigo en el PRI contra el gobernador Víctor Manzanilla Schaffer.
“Estaban durísimos los golpes contra él”, indica la presidenta de la Federación de Colonos Urbanos de Yucatán (Fecuy) al hacer alusión a ese suceso. “Independientemente de los errores de su gobierno, era claro el fuego amigo”.
La profesora Estrada relata otros pormenores en torno a lo que llama derrocamiento de Manzanilla Schaffer.
—Viene la elección del 90 en Mérida (cuando contendieron la panista Ana Rosa Payán Cervera y el priista Herbé Rodríguez Abraham). “Pepe” (José) Guadarrama (Márquez), delegado del PRI, va a ver al gobernador Manzanilla y le dice: “Señor gobernador, necesito entrar al Consejo Municipal Electoral. No voy a tardar, ¿eh? Sólo son 27 paquetes que tengo que arreglar”. Manzanilla le responde que no.
—No sé cómo estarían las cosas más allá en las alturas, pero por simple entendimiento te dabas cuenta de que estaban muy tensas.
—La madrugada aquella en que sale el gobernador y dice: “Señores, ganó Ana Rosa”, yo estaba en Palacio, porque en esa elección fui candidata a diputada plurinominal. La primera vez fui de mayoría.
—Ese reconocimiento de la voluntad política de los meridanos fue el detonante. Recuerdo que unos días después estaba platicando con Carlos Sobrino (Sierra, entonces coordinador de Pronasol), y Carlos me dijo: “Mira, Blanca, se disparó una bala y va a dar muchos rebotes, pero en nadie va a quedar”. Y sí, quedó en el gobernador. Se fue.
—Antes de esa salida empezó a correr el rumor: “¡Se va el gobernador, se va el gobernador!”. Recuerdo el tercer informe, cuando le hicieron un vacío total. El licenciado Manzanilla es un hombre brillante, de una cultura vastísima, y recuerdo muy bien su mensaje político, cuando habla de que Yucatán es una sociedad grávida. En un perfecto castellano y con un lenguaje pulcro dijo lo que venía: la política rupestre. Fue en femenino: la política rupestre.
—Después de ese informe, que me parece fue el 5 de enero, se desató la caja de pandora. Recuerdo una reunión a la que nos citaron. El secretarlo de Gobierno era Milton Rubio, ya no Marco Antonio Martínez Zapata. Nos reunimos varios diputados con él y nos dijo: “No va a pasar nada”, pero esto ya se veía venir. Dos o tres días antes del 14 de febrero me hablaron y me dijeron: Sí, se va el gobernador. Ese día a los diputados nos citaron en un desayuno, que presidió Juan José Abraham, presidente de la mesa directiva del Congreso.
—Llegó gente de México y nos dicen que pidió licencia el gobernador. Hicimos la sesión y todo. Cuando Manzanilla llegó a la puerta (del Congreso) a entregar su solicitud de licencia yo estaba en la comisión que lo acompañó desde su entrada hasta su salida, lógicamente con todo lo previo que eso conllevó, desde que las huestes de Feliciano Moo nos fueron a tirar “chinazos”, “huevazos” y “tomatazos” al Congreso por aquello de que “Cordemex no se vende”. Y después del 14 de febrero, pues que sí se vende Cordemex.

Fue producto del huracán del siglo

El nacimiento de Fecuy, en palabras de su fundadora
Durante el truncado gobierno de Víctor Manzanilla Schaffer nació la Federación Estatal de Colonos Urbanos de Yucatán (Fecuy), fruto de “Gilberto”, el “huracán del siglo” que azotó a la Península en 1988.
Blanca Estrada Mora, presidenta de esta asociación civil, califica ese hecho de parteaguas en su trayectoria y relata los antecedentes:
"Gilberto” destroza la costa. La ciénaga de Progreso fue prácticamente devastada y se ve la oportunidad para un proyecto que ya tenía varios años: Isla Chelem, para convertir la ciénaga en una zona tipo Miami, con “embarcaderitos”, casas, yates y todo lo demás.
—Se ve la oportunidad de sacar a la gente que habitaba en la ciénaga. Y se suman otras cuestiones: “Vamos a sacarlos y los trasladamos a Flamboyanes, y hacemos casitas”.
—La gente, por supuesto, dijo: “Sólo muertos nos vamos de aquí. No nos salimos”. El sentido de pertenencia.
—Y tuvimos confrontación con el gobierno del licenciado Manzanilla. Fermín Uicab, que en paz descanse, era el director de la Cousey. Nos soportó líos y demás.
—Me mandaron llamar de Palacio de Gobierno. Recuerdo que me dijo el licenciado Manzanilla que era una zona insalubre, que era un problema, “y se van”. Y yo le decía: “Señor gobernador, pero esa gente está a la intemperie, es un problema”.
—Su respuesta fue: “Ni una lámina, ¡reubicación!”. Y fue cuando empezamos a investigar qué se podía hacer. Algunos amigos nos dijeron que Fonhapo tenía programas de mejoramiento. Ahí nos fuimos. Llegamos a Fonhapo, el director era Fidel Herrera (Beltrán, ex gobernador de Veracruz). Empezamos a darle duro con las gestiones y fue cuando nos dijeron: “Para hacerlo tienen que ser una AC (asociación civil) con personalidad jurídica”. Y preguntamos: “Y eso, ¿cómo es?”. Y así se fundó la Unión de Colonos de Progreso, que fue la primera, y logramos la aprobación del crédito de Fonhapo.

Estábamos conscientes de que no teníamos ni la capacidad técnica ni administrativa y empezamos a ver la forma de hacer un convenio con la Cousey para que llevara al cabo todas esas acciones y nosotros, como gestores, fuéramos los vigilantes.
—Recuerdo que fui a hablar con el licenciado Manzanilla, a hacerle ese planteamiento, y en una parte de la plática me dijo: “Bueno, dime qué quieres”. Y le contesté: “Que vaya a la ciénaga”.
—Hizo una gira y recorrió toda la ciénaga. Habló con la gente, se metió en el lodo, y al terminar me mandó llamar y me señaló: “Todo el apoyo para sacar adelante a la gente de la ciénaga”.
—A partir de allá se estableció una buena relación con él, más que nada de trabajo. Sacamos las primeras 500 acciones de mejoramiento de vivienda, en un convenio con la Cousey, y después de eso, en otra plática con él, le dije que había mucho que hacer en ese sentido.
—Por eso te digo que fue mi primer gran parteaguas. Le indiqué al gobernador que me iba yo a dedicar al trabajo urbano, y él me respondió: “Qué bueno, excelente”.
—Y así nació la Fecuy. Decimos que es producto de un huracán porque literalmente lo es: de “Gilberto”.
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