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La mayoría de las personas en condiciones de mendicidad son adultos mayores que están en esa situación por la falta de atención de sus familiares y no por carecer de ellos, revela un estudio realizado por el departamento de Trabajo Social del DIF Municipal de Mérida.
El Estudio de la Mendicidad realizado, principalmente, para detectar la situación económica y familiar de las personas en esa condición incluyó encuestas a 70 indigentes y sus resultados indican que 43 tienen más de 60 años; 14, de 40 a 60 años; ocho, de 19 a 40 años; y cinco más ignora su edad.
De lo anterior se deduce que la población de mendigos del primer cuadro de esta ciudad está integrada en su gran mayoría por adultos mayores.
Según las trabajadoras sociales del DIF municipal del Ayuntamiento de Mérida, el estudio indica también que un elevado número de casos de mendicidad de adultos mayores en esta ciudad tiene relación con la omisión de cuidados de sus familiares, pues 48 personas encuestadas tienen familia, 17 carecen de ella y cinco no proporcionaron información.
María Teresa Cuevas González, coordinadora de Trabajo Social, señala que, fuera del Estudio de Mendicidad, de enero a marzo de este año se atendieron 12 casos de adultos mayores, de lo que 10 fueron categorizados en omisión de cuidados y dos en abandono.
Entre las principales causas por las que los familiares de estos adultos mayores no se hacen responsables de ellos destacan que no sienten el compromiso ni el deseo de hacerlo, ya que sus padres, ahora personas mayores de 60 años de edad, les dieron malos tratos en su niñez, no ejercieron su paternidad o maternidad, dejando esta responsabilidad a otras personas, o los abandonaron.
El Estudio de Mendicidad también indica que 31 personas que piden limosna obtienen ingresos menores que $100 diarios; 31 más obtienen de $100 a $200, y ocho personas más no proporcionaron esa información.
En pláticas con los adultos mayores encuestados, las trabajadoras sociales detectaron que hay varios casos en que los mismos hijos o nietos llevan a sus padres o abuelos a pedir limosna, los dejan en algún sitio y pasan por ellos varias horas después, como si cumplieran una jornada laboral.
Mientras se levantaban las encuestas, en horario matutino, vespertino y nocturno, las trabajadoras sociales intentaron canalizar a los mendigos, sin importar su edad, para que recibieran diferentes apoyos, pero éstos se mostraron renuentes a dejar de pedir limosna.
En la mayoría de los casos, estos indigentes se resisten porque tienen algún tipo de adicción, principalmente de alcoholismo, lo que también les ha ocasionado problemas de tipo psiquiátrico.
María Teresa Cueva explica también que los reportes o denuncias relacionadas con adultos mayores son atendidos por una trabajadora social que acude al lugar de los hechos para realizar la investigación pertinente, valorar la situación y canalizar al afectado para que reciba la ayuda adecuada.
En algunos casos se entregan pañales, despensas, medicamentos y, cuando se trata de una persona vulnerable, mayor de 60 años y sin redes familiares, se le puede ingresar al Centro de Atención del Adulto Mayor (CAAM) del DIF Municipal de Mérida, donde puede vivir y recibir servicios completos de alimentación, médicos y hasta de entretenimiento, a través de talleres y clases.
En los casos de adultos mayores cuyos familiares se niegan a atenderlos se les ofrece asesoría integral basada en la Ley para la Protección de los Derechos de los Adultos Mayores, que obliga a los hijos, hermanos o nietos, a responsabilizarse de las personas mayores a su cargo.
Además, la trabajadora social convoca a los familiares de los afectos y los exhorta a tomar acuerdos entre ellos para hacerse responsables y asumir la atención.
Si, en visitas posteriores, la trabajadora social detecta que los familiares no han cumplido con lo acordado, turna el caso al departamento de jurídico del DIF Municipal de Mérida, donde se asesora a la persona o personas involucradas, incluso si decidieran denunciar ante la Fiscalía General del Estado por violencia intrafamiliar o abandono, delito que se sanciona incluso con cárcel.
El estudio también indica que 32 personas encuestadas no tienen alguna discapacidad, 38 personas sí, de los cuales 17 casos son de discapacidad visual, 15 de discapacidad física, 10, intelectual, seis de personas silentes, y cuatro con discapacidad de lenguaje.
La mayoría de las personas en condiciones de mendicidad son adultos mayores que están en esa situación por la falta de atención de sus familiares y no por carecer de ellos, revela un estudio realizado por el departamento de Trabajo Social del DIF Municipal de Mérida.
El Estudio de la Mendicidad realizado, principalmente, para detectar la situación económica y familiar de las personas en esa condición incluyó encuestas a 70 indigentes y sus resultados indican que 43 tienen más de 60 años; 14, de 40 a 60 años; ocho, de 19 a 40 años; y cinco más ignora su edad.
De lo anterior se deduce que la población de mendigos del primer cuadro de esta ciudad está integrada en su gran mayoría por adultos mayores.
Según las trabajadoras sociales del DIF municipal del Ayuntamiento de Mérida, el estudio indica también que un elevado número de casos de mendicidad de adultos mayores en esta ciudad tiene relación con la omisión de cuidados de sus familiares, pues 48 personas encuestadas tienen familia, 17 carecen de ella y cinco no proporcionaron información.
María Teresa Cuevas González, coordinadora de Trabajo Social, señala que, fuera del Estudio de Mendicidad, de enero a marzo de este año se atendieron 12 casos de adultos mayores, de lo que 10 fueron categorizados en omisión de cuidados y dos en abandono.
Entre las principales causas por las que los familiares de estos adultos mayores no se hacen responsables de ellos destacan que no sienten el compromiso ni el deseo de hacerlo, ya que sus padres, ahora personas mayores de 60 años de edad, les dieron malos tratos en su niñez, no ejercieron su paternidad o maternidad, dejando esta responsabilidad a otras personas, o los abandonaron.
El Estudio de Mendicidad también indica que 31 personas que piden limosna obtienen ingresos menores que $100 diarios; 31 más obtienen de $100 a $200, y ocho personas más no proporcionaron esa información.
En pláticas con los adultos mayores encuestados, las trabajadoras sociales detectaron que hay varios casos en que los mismos hijos o nietos llevan a sus padres o abuelos a pedir limosna, los dejan en algún sitio y pasan por ellos varias horas después, como si cumplieran una jornada laboral.
Mientras se levantaban las encuestas, en horario matutino, vespertino y nocturno, las trabajadoras sociales intentaron canalizar a los mendigos, sin importar su edad, para que recibieran diferentes apoyos, pero éstos se mostraron renuentes a dejar de pedir limosna.
En la mayoría de los casos, estos indigentes se resisten porque tienen algún tipo de adicción, principalmente de alcoholismo, lo que también les ha ocasionado problemas de tipo psiquiátrico.
María Teresa Cueva explica también que los reportes o denuncias relacionadas con adultos mayores son atendidos por una trabajadora social que acude al lugar de los hechos para realizar la investigación pertinente, valorar la situación y canalizar al afectado para que reciba la ayuda adecuada.
En algunos casos se entregan pañales, despensas, medicamentos y, cuando se trata de una persona vulnerable, mayor de 60 años y sin redes familiares, se le puede ingresar al Centro de Atención del Adulto Mayor (CAAM) del DIF Municipal de Mérida, donde puede vivir y recibir servicios completos de alimentación, médicos y hasta de entretenimiento, a través de talleres y clases.
En los casos de adultos mayores cuyos familiares se niegan a atenderlos se les ofrece asesoría integral basada en la Ley para la Protección de los Derechos de los Adultos Mayores, que obliga a los hijos, hermanos o nietos, a responsabilizarse de las personas mayores a su cargo.
Además, la trabajadora social convoca a los familiares de los afectos y los exhorta a tomar acuerdos entre ellos para hacerse responsables y asumir la atención.
Si, en visitas posteriores, la trabajadora social detecta que los familiares no han cumplido con lo acordado, turna el caso al departamento de jurídico del DIF Municipal de Mérida, donde se asesora a la persona o personas involucradas, incluso si decidieran denunciar ante la Fiscalía General del Estado por violencia intrafamiliar o abandono, delito que se sanciona incluso con cárcel.
El estudio también indica que 32 personas encuestadas no tienen alguna discapacidad, 38 personas sí, de los cuales 17 casos son de discapacidad visual, 15 de discapacidad física, 10, intelectual, seis de personas silentes, y cuatro con discapacidad de lenguaje.