Noticias de Yucatán
El experimento de Juan Carlos Osorio estuvo cerca de fallar. El colombiano jugó con fuego. Lo que planeó ante Nueva Zelanda poco a poco se fue desmoronando, con todo un primer tiempo tirado a la basura y para el olvido, que contó con una reacción para llevarse un triunfo por la mínima diferencia y dar un paso importante rumbo a la siguiente ronda.
Durante la semana se habló de no excederse de confianza, de respetar al rival, de plantear un juego serio y sin experimentos. El primer tiempo fue justamente todo eso que no se deseaba hacer, al menos en el discurso. México fue ampliamente superado. No tuvo pies ni cabeza. El corazón, incluso, no alcanzaba.
El Tri de los primeros 45 minutos fue un cuento de terror. Todo salió mal. No había transición de balón, no había jugadas colectivas, se perdían balones en defensa, Talavera incluso fallaba en pases de 10 metros, Carlos Salcedo se fue con un hombro dislocado, Juan Carlos Osorio se encaró con el cuerpo técnico rival y México dio una de sus peores versiones bajo la dirección técnica del colombiano.
La historia cambió notablemente en el segundo tiempo, al menos en el resultado y en algunas ideas del combinado mexicano. Por lo menos lo suficiente como para poco a poco acercarse a la zaga de los ‘Kiwis’ y anotar los goles necesarios para vencerlos.
Héctor Herrera fue la solución inmediata en la que pensó Osorio, quien salió sin un solo medio centro natural. No había distribución justo porque ninguno de los hombres con los que empezó el juego estaban acostumbrados a eso.
El ‘Zorro’ puso orden y comandó el mediocampo mexicano, mientras las otras piezas igualmente se acomodaron en el campo. Aquino y Damm por fin pudieron desbordar y Oribe y Jiménez estaban en punta causando peligro constante, mientras Fabián buscaba distribuir.
En la zaga igualmente empezó a funcionar un poco mejor el equipo y si no, Talavera siempre metió las manos para evitar la catástrofe.
Nueva Zelanda por lo menos se acercó tres veces más al arco mexicano y de no ser por el guardameta, la desventaja habría sido mayor.
Jiménez, con un disparo al ángulo, redujo distancias y despertó a un México más molesto y frustrado por la situación, que claro de ideas. El empate dio cierta calma, la necesaria para perseguir la victoria.
Aquino, siempre insistente por la banda izquierda, desbordó y centró para que Oribe rematara y anotara el gol definitivo de un equipo un tanto revuelto, con espíritu y corazón, pero lejos de su mejor versión.
Nueva Zelanda estuvo cerca del empate. Su empuje y ganas desbordaron las emociones al grado que hasta intercambiaron golpes, pero solo hubo tres tarjetas amarillas tras vaciarse las bancas, con todo y el uso del video arbitraje, que para este caso fue una broma. Por lo menos más de uno pudo ser expulsado ante las incidencias.
México se llevó, más atropellado que claro y convincente, una victoria de Sochi para dar un paso a las Semifinales. Fue un partido escrito por un loco, en el que pasó de todo en solo 90 minutos. Una historia de terror, con un final feliz, al menos por el resultado.