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Florida.-Katie Holley se despertó temprano la mañana del 14 de abril con una sensación extraña en su oreja izquierda. "Un movimiento extraño" es cómo lo describió en una autentica historia de terror.
"Era como si algo estuviera excavando dentro de su canal auditivo, arañando y corriendo, cavando cada vez más profundamente". Ella frenéticamente llamó a su marido al baño. Le pasó la cámara del teléfono celular al oído y confirmó la aterradora verdad.
Vio la parte de atrás de la cucaracha, o la palma enana, como se les conoce en Florida, tratando de alejarse de las pinzas que acababan de usar para arrancar dos de sus seis patas.
Mientras caminaba hacia el automóvil, podía sentir la cucaracha tratando de menear más profundo en mi canal auditivo. Era una sensación horrible, una que no era necesariamente dolorosa, sino psicológicamente torturante, escribió Holley, de 29 años.
"Piensa en ese zumbido que escuchas cuando te tapa los oídos y presionas con fuerza - eso es lo que escuché y sentí, en el lado izquierdo de la cabeza cuando la cucaracha intentó arrastrarse. Era extraño".
Se dirigieron a la sala de emergencias más cercana a su hogar en Melbourne, Florida. Cuando Holley ingresó, los médicos le aplicaron lidocaína en el oído como agente anestésico.
"Sentir una cucaracha alojada en una parte muy sensible de tu cuerpo, es diferente de todo lo que puedo explicar adecuadamente", escribió en la revista Self. Podía sentir las piernas restantes de la cucaracha y sus antenas retorciéndose en el agujero de mi oreja en los momentos finales del insecto.
Cuando un examen de la oreja descubrió que aún había algo oscuro atascado en el canal auditivo, su médico sacó otras seis partes de la cucaracha, pero todavía no era todo.
"Pude literalmente escuchar los sonidos de las piernas que se arrastraban contra mi canal auditivo y sentir su crujido", dijo Holley. "Es repugnante. ¡Es horrible!" Y finalmente, después de llevar partes de un insecto de palmetto en su oreja durante nueve días, Holley estaba libre de la cucaracha nuevamente.
Florida.-Katie Holley se despertó temprano la mañana del 14 de abril con una sensación extraña en su oreja izquierda. "Un movimiento extraño" es cómo lo describió en una autentica historia de terror.
"Era como si algo estuviera excavando dentro de su canal auditivo, arañando y corriendo, cavando cada vez más profundamente". Ella frenéticamente llamó a su marido al baño. Le pasó la cámara del teléfono celular al oído y confirmó la aterradora verdad.
Vio la parte de atrás de la cucaracha, o la palma enana, como se les conoce en Florida, tratando de alejarse de las pinzas que acababan de usar para arrancar dos de sus seis patas.
Mientras caminaba hacia el automóvil, podía sentir la cucaracha tratando de menear más profundo en mi canal auditivo. Era una sensación horrible, una que no era necesariamente dolorosa, sino psicológicamente torturante, escribió Holley, de 29 años.
"Piensa en ese zumbido que escuchas cuando te tapa los oídos y presionas con fuerza - eso es lo que escuché y sentí, en el lado izquierdo de la cabeza cuando la cucaracha intentó arrastrarse. Era extraño".
Se dirigieron a la sala de emergencias más cercana a su hogar en Melbourne, Florida. Cuando Holley ingresó, los médicos le aplicaron lidocaína en el oído como agente anestésico.
"Sentir una cucaracha alojada en una parte muy sensible de tu cuerpo, es diferente de todo lo que puedo explicar adecuadamente", escribió en la revista Self. Podía sentir las piernas restantes de la cucaracha y sus antenas retorciéndose en el agujero de mi oreja en los momentos finales del insecto.
Cuando un examen de la oreja descubrió que aún había algo oscuro atascado en el canal auditivo, su médico sacó otras seis partes de la cucaracha, pero todavía no era todo.
"Pude literalmente escuchar los sonidos de las piernas que se arrastraban contra mi canal auditivo y sentir su crujido", dijo Holley. "Es repugnante. ¡Es horrible!" Y finalmente, después de llevar partes de un insecto de palmetto en su oreja durante nueve días, Holley estaba libre de la cucaracha nuevamente.
