En algunas costas de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana
Roo, las personas viven con la incertidumbre ante los avances de la
erosión costera. Cada día, el nivel del océano sube, es como si el
mar se estuviera "comiendo" a las comunidades aledañas.
Este fenómeno, explica un reportaje del medio Pie de
Página, no afecta únicamente a las personas que intentan hacer
su vida a orillas del mar, sino que también presenta afectaciones tanto
para los pescadores como para las industrias petroleras y
hotelera.
Si bien la erosión costera puede ser un proceso
natural, es indudable que una razón por la cual se ha acelerado este
problema es el cambio climático. De hecho, desde el 2013, el Quinto
Reporte de Evaluación advirtió sobre él, pero otra parte responsable es
la inacción preventiva por parte de las autoridades federales o
locales.
Según la CORIMAT, una red de actores públicos y científicos
para la gestión de riesgos costeros en Europa, la urbanización y
las actividades económicas tienen un peso considerable en
las zonas costeras, pues implican trabajos de ingeniería costera, desmonte
de terrenos y extracción de materiales.
En México, la poca atención sobre este problema es
tal que en la Sexta Comunicación Nacional sobre Cambio Climático 2018, el
informe que analiza la vulnerabilidad del país, únicamente hay tres
párrafos que hacen referencia al tema.
En el documento se puede leer que las consecuencias de
este fenómeno son la "degradación de importantes ecosistemas costeros,
como manglares y humedales, dunas y playas, además de
afectaciones a la infraestructura costera, viviendas, carreteras, muelles,
puertos, puentes, etc., siendo mucho mayor el efecto tanto en zonas
bajas costeras como en islas".
Para la doctora Lily Gama Campillo, investigadora de la
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco consultada por Pie de Página,
las autoridades mexicanas empezaron tarde en la tarea de crear
infraestructura que proteja a las poblaciones del alzamiento del mar.
"Pelear contra el mar no es broma. (…) Para los que no
hemos avanzado ni un poquito en infraestructura será no sólo un reto
enorme, sino, yo creo, incosteable", señala la especialista. Y es que el
panorama no es alentador, pues la erosión por la elevación del
mar no se detendrá.
Rodimiro Ramos Reyes es un investigador del Colegio
de la Frontera Sur y fue quien creó un modelo de detección de riesgos a
partir de fotografías satelitales. Desde su punto de vista es necesario
que las autoridades pongan en práctica acciones de protección, así como otorgar
recursos económicos para monitorear la región.
Para atender el problema, las acciones deben realizarse
de manera coordinada entre las autoridades municipales, estatales y
federales, señalan especialistas. La clave sería crear un grupo conformado por
la Administración Portuaria Integral de cada zona, la Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales y la Procuraduría Federal de Protección al
Ambiente.
Sin embargo, asegura Eduardo Batllori, exsecretario de
Desarrollo Urbano y Medio Ambiente de Yucatán, "ninguna de las autoridades
ha asumido su rol correspondienteen este tema y mucho menos han llevado a cabo
acciones conjuntas. En cambio, se siguen dando permisos de construcción
que aceleran los daños por erosión".
Otro problema que surge cuando se habla de la erosión
costera es que si bien existe mucha información relacionada con el
tópico generada por varios grupos de expertos, ésta no recibe
atención por parte de los diferentes órdenes de gobierno.
Pie de Página entrevistó a Daniel González
Terrazas, Director de Análisis de Servicios Ambientales con enfoque de cuenca
del Instituto Nacional de Ecología, y desde su perspectiva, lo ideal es que
se fortalezcan los procesos metodológicos para evaluar los impactos
de proyectos de infraestructura, portuario, energético o de hotelería.
En este sentido es importante recalcar que la
construcción de la refinería en el puerto de Dos Bocas no contempla
la erosión costera aun cuando lo advierte el Atlas de peligro al
Cambio Climático y según cálculos científicos, ésta se encontrará bajo
el mar en 80 años.