Natalia, una estudiante de 22 años que cursa el tercer año de enfermería en la FES Zaragoza, ubicada en Iztapalapa, salió del plantel con dos de sus amigos a sacar copias, cuando de pronto sintió un duro golpe en la cabeza e instantes después sangraba.
“Yo sentí un golpe en la cabeza del lado derecho, pero yo creí que había sido una piedra o que había algo que me había caído de los puestos”, contó.
Sus amigos la llevaron a la escuela de la UNAM y el doctor le suturó la cabeza. Su familia la llevó al Hospital General de Zona 8 del IMSS, en Álvaro Obregón.
Le tomaron una placa y los doctores detectaron que tenía alojada en la cabeza una bala calibre 25. Natalia se siente afortunada de que no haya muerto por la bala que la alcanzó.