La pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19) ha provocado profundos estragos en la economía mundial, pero para algunos emprendedores de América Latina y Estados Unidos (EU) ha representado una oportunidad para negocios específicos que florecen en la emergencia sanitaria.
Empresas con buenas plataformas tecnológicas o en el sector del almacenaje y la distribución podrían tener posibilidades de adaptación, mientras negocios relacionados con turismo, restaurantes o el entretenimiento podrían pasarlo peor, dijo el economista mexicano Carlos González, director de Análisis y Estrategia de un proveedor de cambio de divisas.
En CDMX
Hace apenas un año, cuando Ricardo Weder fundó "Justo", jamás imaginó que su supermercado en línea sería tan exitoso: a raíz de la pandemia, las ventas se dispararon 500% desde marzo. Por un lado, está feliz de ver su negocio floreciente. Por el otro, dice que es “muy lamentable” que la razón de su éxito sea el brote de coronavirus.
Es un momento turbulento... pero de todas las crisis surge una oportunidad”.
En Florida, EU
Silvina Moschini lo tiene claro: “De todo lo malo pueden salir cosas buenas”.
Pasó más de una década tratando de convencer a empresarios de que el futuro era el trabajo virtual y ahora no para de recibir pedidos de acceso a su plataforma TransparentBusiness, que esta emprendedora argentina que vive en Miami creó junto a otros colegas en 2007.
Si bien acepta que este tipo de negocios se aceleraron en los últimos diez años, la venta de licencias de acceso a su plataforma ha tenido un crecimiento del 500% desde el inicio de la pandemia. “Cuando no hay crisis, el trabajo remoto es como una vitamina. En crisis es una aspirina, una gestión de emergencia”.
Mexicano en EU
Esteban Estévez, un mexicano de 48 años, aprendió tapicería cuando tenía 16.
Acabó estableciendo su propio negocio en el sur del Bronx, en Nueva York.
Con la pandemia de COVID-19 llegaron las preocupaciones: tuvo que cerrar para cumplir con el distanciamiento social, pero debe seguir pagando el alquiler de su negocio (seis mil dólares mensuales) y el del apartamento de mil 400 dólares donde vive con su esposa e hija menor. Eso sin contar otras cuentas.
Para ayudar a sus finanzas, Estévez decidió usar el plástico con el que suele forrar camas de consultorios de dentistas para ahora crear separadores de plástico para automóviles de taxistas. Al unirse con alfileres y velcro, su creación separa el espacio entre conductor y cliente.
Estévez no esperaba la demanda que logró: decenas de taxistas le llaman para que coloque el plástico, que cose en su casa y en su tienda. Los taxis se acumulan frente a ésta, en espera de su turno, pero cada auto representa más de una hora de trabajo. Al final logra colocar unos ocho separadores diarios cobrando 60 dólares por cada uno.