La cruzada anticorrupción del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha alcanzado a su propio partido. Morena ha denunciado ante la Fiscalía General de la República (FGR) a su exdirigente Yeidckol Polevnsky por lavado de dinero y daño patrimonial, de acuerdo con múltiples reportes en la prensa mexicana. El monto del fraude, acusa el partido gobernante, asciende a más de 395 millones de pesos, unos 17,7 millones de dólares. Polevnsky, parte del círculo rojo del presidente mexicano durante más de una década, dejó la presidencia de la agrupación en enero pasado, después de un accidentado proceso de votación, que dio como ganador al exdiputado Alfonso Ramírez Cuéllar. La denuncia, presentada este mes, ahonda el conflicto interno del partido, que obtuvo más de 30 millones de votos en la elección de 2018 y controla el Senado y la Cámara de Diputados.
Las acusaciones contra Polevnsky se produjeron después de que transfiriera los 395 millones de pesos a dos inmobiliarias del Grupo Ebor para adquirir nuevos inmuebles en diciembre. Los contratos incluían trabajos de remodelación, compra de equipo de cómputo y mantenimiento de los edificios, de acuerdo con el portal Animal Político. Las obras, ha señalado la nueva dirigencia tras una auditoría que inició el pasado 10 de junio, no existen y los beneficiarios forman parte de un entramado de empresas fachada, que recibieron el dinero por adelantado. El grupo de Ramírez Cuéllar busca que se procese a Polevnsky por daño patrimonial y lavado de dinero. La FGR ha confirmado la recepción de la denuncia, que será turnada a la Fiscalía Anticorrupción.
Polevnsky ha defendido que los contratos están en regla y se otorgaron después de un acuerdo del Comité Ejecutivo Nacional. “Todo esto es falso”, ha zanjado la política, “han tratado de sacar la información de contexto, no existen empresas ni fachada ni fantasma”. La exlíder ha dicho que el dinero se obtuvo de un subejercicio de más de 300 millones de pesos durante su último año de gestión y que las obras no se han concluido porque “no se les ha permitido trabajar”.
Polevnsky, una empresaria con estudios de Psicología, empezó su carrera política en la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, uno de los principales grupos del sector industrial de México, que presidió entre 2002 y 2004. Un año más tarde fue aupada por López Obrador como la candidata del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en ese entonces la primera fuerza de izquierda, al Gobierno del Estado de México, la entidad más poblada del país. Polevnsky rozó el millón de votos, pero quedó en tercer lugar en la elección, detrás del ahora expresidente Enrique Peña Nieto. Tras la polémica elección de 2006, en la que López Obrador achacó su derrota a un fraude electoral, Polevnsky llegó al Senado con el PRD, donde cultivó su reputación como una eficiente operadora política y alcanzó la vicepresidencia de la Cámara alta. Dejó el PRD en 2014 para sumarse a Morena, el nuevo proyecto de López Obrador, como secretaria general, cargo que aún ostenta, y presidió el partido entre diciembre de 2017 y enero de 2020.
El proceso de sucesión de Polevnsky estuvo marcado por las divisiones internas, en una pugna que se extendió más de un año y que parecía haber terminado cuando dejó formalmente la presidencia en marzo pasado. La dirigente acusó a Ramírez Cuéllar de querer manchar su imagen. “Se trata de ver cómo me quitan de en medio”, aseguró en una entrevista a El Universal. La pugna llegó al máximo tribunal electoral del país, que validó en febrero a su rival como presidente interino.
Ya desde mayo, Ramírez Cuéllar hizo señalamientos sobre la compra y alquiler de inmuebles del partido durante la gestión de Polevnsky, entre ellos una casona en la céntrica colonia Roma de Ciudad de México que fue la casa de campaña y de transición de López Obrador. La casa pertenecía a Jesús Hernández Torres, un colaborador cercano de Manuel Bartlett, actual titular de la Comisión Federal de Energía -la segunda empresa pública más grande del país- y señalado en la prensa por ocultar una fortuna millonaria en su declaración patrimonial, de acuerdo con el periodista Carlos Loret de Mola. Bartlett fue absuelto a finales del año pasado. Polevnsky dijo que desconocía quién era el dueño de la casa y que “no tenía nada que ocultar”.
En la última década, Morena pasó de pelear por el registro a ser un partido heterogéneo y dominante, que ha sumado políticos y apoyos de todo el espectro político bajo el hilo conductor del liderazgo de López Obrador. La agrupación había convocado a elecciones internas el 5 de julio, pero se suspendieron por la crisis del coronavirus, alargando la saga de sospechas y cuestionamientos entre sus propios militantes. La mira está puesta en el control y el reparto de candidaturas rumbo a los comicios de julio del próximo año, la primera elección federal de Morena en el poder.