Encontrar la vacuna contra el nuevo coronavirus (COVID-19) se ha vuelto en una tarea a contrareloj para la doctora Sarah Gilbert, quien en pro a la humanidad, ha probado la efectividad de sus prototipos de inmunidad en sus trillizos.
La científica lidera un equipo de 300 personas en la Universidad de Oxford, y sus investigaciones para la vacuna del SARS-CoV-2 están asociadas con la farmaceútica británico-sueca AstraZeneca.
Desde el inicio de la pandemia su trabajo se ha multiplicado, sin embargo, ha logrado “avanzar muchos de los pasos del desarrollo de una vacuna que normalmente toman unos cinco años”. “Y lo hemos hecho en cuatro meses”, añadió.
En recientes fechas se dio a conocer que su equipo de la Universidad de Oxford, asociada con la farmacéutica multinacional había realizado ensayos en 1,077 personas, y entre ellos se encontraban los hijos de la científica.
Los trillizos actualmente tienen 21 años y estudian bioquímica, como su madre, y están interesados en su cometido de encontrar la vacuna contra el coronavirus, por lo que los tres han participado como voluntarios en los ensayos de Oxford.
“Tenemos que inmunizar a jóvenes sanos entre 18 y 55 años”, dijo Gilbert para la BBC.
Ya que requerían un gran número de voluntarios aceptó que sus hijos participaran en la prueba de inmunidad, la cual tuvo resultados positivos.
Además, la científica dijo que no temía por posibles efectos secundarios de los ensayos: “Hemos usado este tipo de vacunas en varias ocasiones en el pasado, así que no esperamos sorpresas”.
Además, detalló que lo más importante es “concentrarse en los ensayos clínicos y acelerar la producción”.
Sus pruebas de la vacuna tuvieron resultados exitosos, los cuales pronto salieron a la luz, haciendo resonar el nombre de Sarah Gilbert en todas partes del mundo.
Los voluntarios, tras recibir la vacuna mostraron una respuesta inmune fuerte, produciendo anticuerpos que combaten el virus SARS-CoV-2, causante de COVID-19.
Tras ello, medios de comunicación quisieron hacerle una entrevista, pero, al igual que otros de sus colegas, está acostumbrada a trabajar en relativo anonimato.
Desde casi dos décadas la científica se ha dedicado a la investigación en laboratorios, produciendo vacunas y obteniendo financiación para sus proyectos.
El primer paso de Sarah Gilbert, para llegar hasta este punto, inició cuando obtuvo su licenciatura en Biología en la Universidad de Anglia del Este, en Norwich, este de Inglaterra.
Posteriormente realizó un doctorado en bioquímica y desde entonces enfocó sus estudios en la biotecnología, donde aprendió sobre la fabricación de medicamentos.
Para 1991, obtuvo un puesto postdoctoral sénior en la Universidad de Oxford, en el campo de la genética, parásitos y la malaria, camino que la llevó a trabajar en el desarrollo de vacunas.
En 1998 dio a luz a sus trillizos y un año después se convirtió en profesora universitaria. Confesó que fue una etapa difícil de su vida.
"Es muy difícil equilibrar trabajo y vida personal (...) Parece imposible cuando no tienes apoyo. Tuve tres hijos. Las tarifas de la guardería eran más altas que mi salario", recordó.
Aunque al inicio el combinar su trabajo como madre y científica fue complicado logró superarlo, y ahora sus hijos son su soporte, pues además de darle ánimos a continuar con su extenuante trabajo para encontrar la vacuna del COVID-19, participan voluntariamente en sus ensayos.