La pandemia por covid-19 dejó a millones de alumnos sin clases, entre ellos a Pamela González Matilde de 16 años. Ella cursaba el tercer año de secundaria cuando el virus llegó a México y su escuela tuvo que cerrar sus puertas. Pame era muy inteligente y estaba por pasar a la preparatoria y tras graduarse, su sueño era estudiar gastronomía, pues cocinar era lo que más le gustaba hacer.
Para aprovechar el tiempo sin clases y ganar un poco de dinero, Pamela abrió una tiendita de dulces y comida en su casa, preparaba alimentos como chicharrones y hotdogs, para poderlos vender a los vecinos de su comunidad San Diego Alcalá en Temoaya, Estado de México. Fue así, mientras ella atendía su pequeño negocio, que la asesinaron.
El de Pamela es uno de los 106 feminicidios que se han registrado en el Estado de México en 2020, uno de los 704 casos a nivel nacional, que como muchos otros, aún está impune.
Pame acababa de cumplir 16 años
Su nombre completo era Maicha Pamela González Matilde. Maicha significa el aurora de la mañana cuando sale el sol en otomí, lengua que escuchaba a diario pues su familia es hablante. La adolescente la entendía perfecto, pero no la practicaba, cuenta Eleocadia Matilde, su madre.
Pame fue asesinada cuatro días después de su cumpleaños y uno antes del Día de las Madres. El domingo anterior a su muerte, la adolescente había festejado sus 16 años junto a su familia, quienes le regalaron unas bocinas para que pudiera escuchar la música del Cartel de Santa que tanto le gustaba.
El sábado 9 de mayo de 2020, Eleocadia se despertó temprano para recoger la casa, limpiar la tienda de Pame y lavar los trastes para salir corriendo a trabajar en una purificadora de agua. Le pidió ayuda a su hija con las labores de la casa y después le dijo que se calentara el desayuno.
Eleocadia notó a Pame triste y le explicó que regresaría pronto de trabajar; su niña le pidió que le comprara salchichas y pan para los hotdogs que vendía en su tiendita. Ella le dijo que no tardaría y le dio la bendición; Pame le dio la bendición de regreso y su mamá, un beso en la mejilla, sin saber que esa sería la última vez que vería a su hija con vida.
El feminicidio
Eran alrededor de las 3:30 de la tarde cuando le dijeron a la señora Eleocadia que ya cerrara el negocio porque algo le había pasado a Pamelita. Ella no tenía celular ni forma de comunicarse, por lo que sus familiares tuvieron que contactar a su jefe y fue él quien le dio la noticia.
Su patrón la llevó hasta su casa y cuando llegó, ya estaba la policía acordonando la escena del crimen; nadie podía pasar. Todos los vecinos de la San Diego Alcalá estaban alrededor de la vivienda de los González Matilde cuestionándose qué le había pasado a la pequeña Pamela.
A Maicha Pamela, adolescente de 16 años, inteligente, amiguera, que disfrutaba bailar y cocinar, la amordazaron y la golpearon en la cara mientras atendía su pequeña tiendita en su casa.
La encontraron dentro de un tambo de agua, de esos verdes de fierro de aproximadamente metro y medio que se utilizan para reciclar el agua, lo cubrieron con un lavadero de cemento y tabiques encima para que no pudiera salir. Murió ahogada.
Fue su tía quien encontró a Pame sin vida y llamó a la policía. Ella llegó a su casa por una maleta de ropa que había dejado y vio que no estaba la adolescente de 16 años por ningún lado. La buscó por toda la casa y la encontró dentro del tambo de agua en el baño, lo único que se alcanzaba a ver era su piecito sin el calcetín y su tenis rojo tirado a un lado del contenedor.
¿Quién mató a Pamelita?
Nadie vio nada y nadie sabe nada sobre el asesinato de Maicha Pamela González Matilde. Su mamá no ha dejado de preguntarle a sus vecinos qué fue lo que pasó, pero no dan información; algunos la vieron por la mañana mientras atendía su tiendita, pero no notaron nada extraño. Solo hay un testigo, pero se niega a hablar para no meterse en problemas.
“No llegaba gente de otro lado a comprarnos más que mis puros vecinos, mis vecinos no me dicen nada hasta la fecha; no me dicen si vieron algo sospechoso… se me hace tan raro”, comparte Eleocadia, quien asegura que no tiene ningún problema con sus vecinos desde hace ocho años que viven ahí.
Hay algunas líneas de investigación y un par de sospechosos. Tras su muerte, se descubrió que estaba siendo acosada a través de Facebook.
“Esos malditos andan por la vida felizmente…”
La madre de Pamelita no ha cesado al buscar justicia por el feminicidio de su segunda hija; no quiere quitar el “dedo del renglón” y que las autoridades olviden el caso, por lo que con los pocos recursos que tiene, organiza movilizaciones y acude a marchas para ejercer presión. Fue partícipe del plantón en Palacio Nacional donde vivió por más de un mes, junto a su hijo más pequeño.
Al ver que la Fiscalía no estaba haciendo su trabajo, acudió al Observatorio Nacional del Feminicidio en busca de ayuda y son ellos quienes ahora llevan la investigación.
Las autoridades no nos hacen caso cuando esos malditos andan por la vida felizmente como los que asesinaron a mi Pame, ¿qué no me garantiza que hayan asesinado a otra niña?”.
Eleocadia se vio obligada a renunciar a su trabajo porque tras lo sucedido con su niña, vive con miedo de que algo le pase a su otro hijo. Ahora, ellos dos atienden la tiendita de comida que Pame había emprendido, con eso pueden llevarse un pan a la boca día a día.