La identidad de género se ha colado de lleno en la campaña electoral de México, donde en junio se celebrarán elecciones para renovar las Cámaras, nombrar a 15 gobernadores estatales y miles de Ayuntamientos. En el Estado de Tlaxcala, 18 hombres se han inscrito como mujeres transexuales para eludir los requisitos de paridad sexual que impone la ley en las candidaturas, según denuncian colectivos LGBTI. El órgano electoral tlaxcalteca avisó al partido Fuerza por México de que no cumplía con la paridad de género y los 18 candidatos que no podían ser hombres fueron sustituidos por otros 18 por la vía de la autoadscripción de identidad sexual: ya eran mujeres. No suponía ningún problema, porque basta con un papel donde se declaran del sexo femenino para que les permitan presentar su lista electoral. El asunto es tan burdo que ha molestado a las mujeres y al colectivo transexual. Ahora todos buscan cómo solucionar esto a futuro, porque no es la primera vez que pasa. Ocurrió lo mismo en Oaxaca en los comicios de 2018, pero entonces el órgano electoral lo impidió.
La autoadscripción, es decir, la sola manifestación de una persona sobre cómo se considera, hombre o mujer, no está suponiendo un problema solo para la diversidad sexual. Esta semana, un candidato del Partido Acción Nacional (PAN) se declaró indígena para abrirse paso en las listas electorales. Al ser preguntado por los periodistas a qué comunidad [pueblo] pertenecía no supo qué contestar, solo decía que era náhuatl. Y se enfrascó en un bla bla bla sonrojante, pero la periodista de El Financiero Verónica Bacaz no se arredró. El candidato la acusó de discriminación: “Un indígena no tiene que medir un metro y tener la tez de un color”, argumentó. La reportera no logró que dijera el nombre de la comunidad: “Es una comunidad del Estado de Guerrero, no tiene por qué tener un nombre”, zanjó Daniel Martínez Terrazas. El vídeo ha sido motivo de chanzas de toda clase.
Los partidos están obligados a incluir en sus listas un número determinado de indígenas en 21 distritos, de afromexicanos, personas con discapacidad e integrantes del colectivo LGBTI, la expresión más amplia para cualquiera que no se identifique como heterosexual, que incluye trans, travestis, intersexuales... etcétera. En todos los casos ha de respetarse el equilibro paritario entre hombres y mujeres. Pero cómo demostrar eso es peliagudo en algunos casos. ¿Cómo demuestra un gay que lo es? ¿Y un nacido hombre que se considera mujer? Tampoco los que presentan discapacidad están contentos con tener que presentar un certificado médico. Los hombres que, supuestamente, se han hecho pasar por mujeres en Tlaxcala, se han escudado en la intimidad que el asunto requiere para no dar sus nombres. Y el órgano electoral de dicho Estado, también.
El Instituto Nacional Electoral (INE) se ha conformado con las declaraciones de buena voluntad que se les presume a estas personas, pero dicha bonhomía no siempre es tal, como se ha evidenciado. Paola Jiménez Aguirre, coordinadora de la Red Mexicana de Mujeres Trans A. C., ha denunciado lo ocurrido en Tlaxcala y apurará todas las instancias judiciales. “Están violentando el principio de paridad en los partidos y discriminando a las mujeres en nuestro ejercicio democrático. Además, no garantiza la participación de la diversidad sexual en Tlaxcala. Es una vergüenza”, afirma. Y ella, como otros consultados en este reportaje, sospecha que la trampa se repite en todos los partidos y en más de un Estado mexicano.
Las partidas de nacimiento
¿Qué medidas hay que tomar para impedir estos fraudes? Jiménez Aguirre opta por que en los procesos electorales se cumpla la misma salvaguarda que impone la ley para cambiar la identidad sexual, es decir, que haya sido modificada la partida de nacimiento en el Registro Civil. “Es difícil que una vez pasado el proceso electoral eso se revierta, las personas sabemos quiénes somos y cuando uno lo sabe y lo modifica no vuelve atrás”, confía. Algo más problemático es lo que propone Jazz Bustamante, una mujer trans que se presenta por el Partido de la Revolución Democrática (PRD): que las organizaciones civiles en las que suelen participar estos colectivos determinen junto con los partidos quiénes dicen verdad antes de incluirlos en las listas. “Allí nos conocemos todos”, sostiene. Cierto, pero eso dejaría fuera a quienes no quieren pertenecer ni colaborar con esas asociaciones de diversidad sexual, lo que también sería discriminatorio. “Es solo una propuesta en construcción, solo un ejemplo de cómo mejorar esto”, matiza.
Bustamante cree también que, con la colaboración de las asociaciones, los partidos llevarán en sus listas a aquellas personas que más conocen los problemas de estos colectivos, no alguien que sea, por ejemplo, “carnicero”. Entonces, ¿una lesbiana o un trans solo entran en política para defender esas causas, o también la educación de calidad o la sanidad para todos? “El debate es muy amplio”, reconoce, y aunque conviene en que la agenda que defenderán en las instituciones puede ser variada, dice que estas “acciones afirmativas son temporales, para que la sociedad vaya tomando conciencia de la diversidad y la no discriminación”.
Como sea, las que aparecen perjudicadas en este asunto que todos sospechan muy extendido en México, son las mujeres, que ven cómo los hombres se hacen pasar por ellas para seguir en el poder. Casos a la inversa no han trascendido. “No se puede decir que esto no iba a pasar”, comienza Arussi Unda, del colectivo Brujas del Mar, de Veracruz. “Las feministas ya lo advertimos y la respuesta fue silenciarnos, violentarnos y adjudicarnos fobias cuando lo único que señalamos son los vacíos jurídicos y la ambigüedad en las leyes de identidad que podrían permitir lo que está ocurriendo, que los necesarios espacios de representación destinados a la mujer están siendo usurpados, tras una larga lucha por conseguirlos. Era mucho presumir que ya habíamos alcanzado la equidad en los puestos de toma de decisiones”, sostiene. “Urge replantearse estas leyes de identidad, ya que acaban por no beneficiar ni a las mujeres ni al colectivo LGBTI porque son fácilmente manipulables”, añade Unda.
En el Instituto Tlaxcalteco de Elecciones, una consejera ha votado en contra de permitir que aquellas 18 personas que antes se presentaron como varones ahora lo hicieran como mujeres trans. Fue Dora Rodríguez, quien no pidió nombres, solo el número de casos de autoadscripción trans en Fuerza por México: 18. Exactamente el mismo número a los que se les impidió el paso en la lista. “Esa fue la subsanación, un cambio de autoadscripción de identidad”, dice. El organismo electoral parecía conocer la polémica del asunto, porque solo les entregó las resoluciones a tratar unos minutos antes de la reunión donde había que votar. “Aquí hay un claro conflicto, porque todo lo de las candidaturas debe ser público, y en este caso se recurre a razones de confidencialidad”, dice, lo que no permite saber con certeza si eran esos mismos hombres los que ahora quieren ser mujeres.
En todo caso, asegura que el Tribunal Electoral federal podría tomar como precedente el caso de Oaxaca, donde se impidió, en 2018, una jugarreta como esta. Los colectivos LGBT protestaron y lo lograron. “Hay tres actores que pueden protestar por esto: los partidos que se sientan lesionados porque otros no cumplen los criterios establecidos; los colectivos LGBT+ que vean vulnerados sus derechos; y las mujeres, que impulsaron la paridad de género, incluso las del propio partido Fuerza por México. Todos podrían impugnar”, señala. “Y el Instituto Nacional Electoral podría también poner algunos candados a esto porque entre sus encomiendas está revisar el buen actuar de consejeros y consejeras de los distintos institutos electorales para garantizar la paridad, que costó mucho trabajo conseguirla”, afirma. “Yo también creo que esto está ocurriendo en muchas partes”.
La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman, ha hecho un llamado a “no usurpar la identidad ni simular el cumplimiento de la paridad”. Preguntada por este asunto, Gasman ha señalado que “los casos de usurpación de identidad para ocupar espacios que corresponden a las mujeres trans e indígenas son una clara violación de los derechos de las mujeres, de los pueblos indígenas y de la comunidad LGBTI. Las mujeres en su más amplia diversidad deben estar presentes en la construcción de la democracia”.
Lo mismo cree Jazz Bustamente, la candidata trans del PRD: “Esto ha ocurrido y va a seguir ocurriendo, hay que buscar medidas que no sean solo la autoadscripción”. Y que sean compatibles, dice, con la búsqueda de una participación de los colectivos más vulnerables y discriminados cada vez más igualitaria en la vida política.
EL PAÍS México