Desde hace años se sabe que la dieta y la nutrición son factores clave en el aumento del riesgo o protección contra diversos tipos de cáncer, algo que en España se suele estudiar a fondo gracias a la dieta mediterránea: su potencial protector destaca aquí y en todo el mundo.
Ahora, una nueva revisión publicada en Nature ha querido ser más específica y ha revisado diversos metanálisis de estudios observacionales donde se relacionaba el consumo de ciertos alimentos y nutrientes con el riesgo de contraer hasta 11 tipos de cáncer diferentes: el alcohol sigue asociándose con mayor riesgo, mientras que el café tendría un efecto protector.
Actualmente el cáncer destaca por ser una de las causas más frecuentes de morbilidad y mortalidad, con 18,1 millones de casos anuales y hasta 9,6 muertes solo durante el pasado año 2018. La dieta, la nutrición y la actividad física son claros factores de riesgo modificables para prevenir este grupo de enfermedades.
Se estima que la dieta y la nutrición representaría entre un 20-25% de los casos de cáncer a nivel mundial. Por una parte, los efectos obesogénicos de una dieta alta en calorías y la falta de actividad física representarían el 10-15% de la carga de cáncer, mientras que un 5% se atribuiría al alcohol y otro 5% a factores dietéticos específicos combinados. En general, la actual revisión sugiere que hay un número limitado de factores dietéticos que, de forma independiente, se asociarían de forma significativa a un aumento del riesgo de cáncer.
En este nuevo estudio, los investigadores se basaron en analizar datos sólidos, ya que los estudios sobre nutrición se caracterizan por ser observacionales, donde los participantes realizan encuestas puntualmente, dando lugar a multitud de datos inexactos.
En total se revisaron 860 metánalisis de estudios, en busca de la mejor calidad de evidencia posible. De todos ellos, 10 de los metanálisis destacaron por una fuerte evidencia, con resultados estadísticamente significativos y sin evidencias de sesgo.
Por un lado, el alcohol destacó por aumentar el riesgo del cáncer colorrectal y el cáncer de mama, mientras que el consumo de calcio, lácteos y derivados y productos integrales tenían un efecto protector contra el cáncer colorrectal. Así pues, el alcohol se relacionaría con un mayor riesgo de cáncer de colon, recto, esófago, cabeza y cuello, mama e hígado.
Por otro lado, también se ha estudiado el café, una de las bebidas más consumidas en todo el mundo, y su relación con el cáncer: su ingesta se asociaría, de forma inversa, al riesgo de cáncer de hígado y cáncer de piel. En otras palabras, tendría un "efecto protector".
Fortalezas y limitaciones del estudio
A pesar de que las revisiones de metanálisis son el tipo de estudio con mayor evidencia conocido, no carece de limitaciones: todos los metanálisis estudiados se basan, a su vez, en estudios ya publicados y solo hasta el pasado año 2018, y los autores son conscientes de que es posible que algún que otro trabajo no se haya incluído por error, aunque creen que es poco probable.
Se estudiaron diversos datos, como la incidencia y/o mortalidad por cáncer primario, subtipos de diferentes cáncer, análisis por sexo, estado menopáusico, consumo de tabaco y consumo de terapia de reemplazo hormonal, pero también son conscientes de que es posible que hayan perdido la oportunidad de realizar otros subanálisis si hubiesen tenido datos más específicos en los estudios.
Asimismo, la revisión se basó en resultados derivados solo de estudios observacionales, y no de ensayos clínicos controlados y aleatorizados. Por tanto, no es posible demostrar asociaciones causales como tal, sino relaciones con mayor o menor evidencia.
Sin embargo, los autores son conscientes de la dificultad que plantea realizar ensayos controlados en el campo de la epidemiología nutricional, y sugieren que habría que llevar a cabo mejores estrategias para monitorear y mejorar la adherencia y el seguimiento de los resultados en este aspecto.
Finalmente, se hace hincapié de nuevo en cómo se realizan los mencionados estudios observacionales: mediante cuestionarios autoinformados a los participantes, propensos a errores de medición, sobre todo en el caso de consumo de alimentos que no se consumen de forma habitual. Y, para rizar el rizo, también destacan el hecho de que la mayoría de los estudios analizados se realizaron en poblaciones de ascendencia europea.
Por tanto, y a pesar de que esta es la mayor revisión realizada hasta la fecha en cuanto a asociaciones entre alimentos y cáncer se refiere, los autores son conscientes de que su estudio no es perfecto y podría haber algún error. Aunque cabe destacar que los han intentado minimizar todo lo posible.