Anatoli Chubáis, uno de los hombres que marcaron la carrera de Vladímir Putin hacia el poder, es el primer alto cargo ruso que renuncia por la guerra contra Ucrania. El arquitecto de las privatizaciones postsoviéticas y pieza clave en la victoria in extremis de Boris Yeltsin en las elecciones 1996 ha abandonado el país junto a su esposa, según se ha confirmado este miércoles.
El economista, de 66 años, que actualmente ejercía como representante del Kremlin ante la ONU para el cambio climático, se encuentra en Turquía, donde el diario Kommersant ha obtenido una foto suya frente a un cajero. “Sí, Chubáis renunció al cargo por voluntad propia. Si se fue o no, es cosa suya”, admitió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. La noticia había sido adelantada por Bloomberg que, citando varias fuentes, atribuyó su marcha al desacuerdo con la campaña militar lanzada contra la antigua república soviética. Tras el inicio de la guerra, el pasado 24 de febrero, Chubáis colgó en Facebook una foto de Boris Nemtsov, un opositor a Putin asesinado, algo que fue interpretado como una crítica al Gobierno, aunque no había ningún comentario que acompañara la imagen y el político no ha hecho declaraciones ni antes ni después de dejar el país.
Días antes ya había dimitido como presidente de una fundación dedicada a la innovación tecnológica el ex vice primer ministro, Arkadi Dvorkóvich que trabajó una década en el Kremlin como asesor de Dmitri Medvedev. Presidente también de la Federación Internacional de Ajedrez en Rusia, Dvorkóvich abogó por la paz en Ucrania en una entrevista concedida al medio estadounidense Mother Jones. “Las guerras son una de las peores cosas a las que uno puede enfrentarse en la vida. Mis pensamientos están con los civiles ucranios”, respondió Dvorkóvich. El partido Rusia Unida, la formación de Putin, pidió entonces su cese inmediato al frente de la organización Skólkovo. “Esto es la traición nacional, el quintacolumnismo del que habló el presidente”, afirmó el secretario del Consejo General de la formación Rusia Unida, Andréi Túrchak, según recoge Nóvaya Gazeta. Esa misma semana, Vladímir Putin afirmó que al país le espera “una autodesintoxicación natural y necesaria de la sociedad”.
Más notoria ha sido la marcha de Anatoli Chubáis, que fue responsable de las privatizaciones de los años noventa que alzaron a la oligarquía rusa actual. En una entrevista concedida al diario Financial Times en 2004, defendió aquel proceso que permitió que gran parte de los recursos del país pasaran a estar en unas pocas manos. “No teníamos elección entre una privatización honesta y otra deshonesta, porque la primera significa reglas claras impuestas por un Estado fuerte. Si no hubiéramos hecho la privatización mediante préstamos por acciones, los comunistas podrían haber ganado en 1996 y esas habrían sido las últimas elecciones de Rusia. Ellos no habrían entregado el poder fácilmente”, dijo el economista.
Entre 1992 y 1994, Chubáis ocupó el cargo de vice primer ministro. Tras la reforma económica asumió la campaña electoral de Boris Yeltsin para las elecciones de 1996, en las que peligraba el segundo mandato del entonces presidente, por la guerra de Chechenia y la dura crisis económica. Chubáis y su Fundación de la Sociedad Civil lograron dar la vuelta a los pronósticos y Yeltsin ganó en segunda vuelta.
Tras aquel éxito, Chubáis fue nombrado jefe de administración del Kremlin entre 1996 y 1997, donde acogió bajo su protección a Putin y a otros miembros del círculo de San Petersburgo de Anatoli Sobchak, político clave en la perestroika, redactor de la Constitución del país y mentor del actual presidente ruso.
Desde los años noventa, y a diferencia de otros colegas que habían estado cerca de Yeltsin, Chubáis logró sobrevivir a las distintas épocas del mandato de Putin. El economista, del ala liberal del Kremlin, fue elegido por el mandatario para emprender la reforma energética que acabaría con el monopolio eléctrico RAO UES en 2008. Posteriormente, asumió durante 12 años el mando de Rusnano, una institución creada para promover el desarrollo tecnológico del país. El año pasado fue elegido representante para el cambio climático ante la ONU, donde tuvo que defender los distintos intereses de la potencia energética. Su huida de Rusia no ha tenido un eco muy positivo entre los opositores a Putin, como el líder encarcelado Alexéi Navalni. Kira Yarmysh, su portavoz, puso en duda que la marcha del político sea un gesto de protesta contra la guerra y no una huida “para salvar su pellejo y su dinero”.
La huida de Chubáis no supone una fuerte sacudida para el Gobierno de Putin, como reconocieron fuentes diplomáticas occidentales. Aunque es un alegato significativo, el político se contaba entre los que podían tomar un paso de este tipo. La agencia Reuters se hizo eco de las declaraciones de un alto funcionario de Occidente, sin dar su nombre: “Resulta esperanzador que miembros veteranos de la clase política rusa estén haciendo este tipo de cosas, pero esto no me lleva a concluir que esto suponga una amenaza para Putin y el régimen que gobierna, dado el férreo control que ejerce”.