Las películas de acción siempre se han relacionado con figuras masculinas, actores que se convirtieron en estrellas de Hollywood por estos roles. Desde Chuck Norris pasando por Arnold Schwarzenegger y Silvester Stallone hasta Jason Statham y Vin Diesel más acá en el tiempo, por citar tan solo un ínfimo porcentaje en una lista larguísima, y que se podría armar de acuerdo al gusto de cada uno.
Sin embargo, también hay muchísimas de actrices que lograron destacarse en estos papeles. Sobre todo en los últimos años, con muchas más propuestas al alcance del gran público, las heroínas se ganaron su lugar por mérito propio. En este plano, una de las que marcó un rumbo fue Gal Gadot, siendo una de las más aclamadas a nivel mundial. La última Mujer Maravilla supo cruzar una puerta para instalarse de manera definitiva.
Gadot nació el 30 de abril de 1985 en Petaj Tikva, Israel. Es hija de sobrevivientes del Holocausto. Según contó alguna vez, sus padres eran apenas niños cuando lograron escapar de una de las mayores atrocidades de la historia. El destino quiso que después Irit Weiss y Michael Gadot se juntaran de adolescente para que fruto de ese amor nacieran Gal y su hermana, Dana.
Gal dio sus primeros pasos en el medio siendo pequeña. Su mamá siempre se preocupó por su look, hizo hincapié en su elegancia y no dudó en anotarla en cuando concurso de belleza se enteraba. Veía en la niña un futuro en el modelaje. Además de competir en estos certámenes, a la par la niña tomaba clases de baile pero sin descuidar el colegio. Si había algo que sus progenitores no negociaban por nada del mundo era el estudio, aún cuando en su adolescencia ya percibían una posible carrera delante de las cámaras.
De chica fue una gran deportista. Apoyada por su mamá, que era profesora de Educación Física, practicó varios deportes y se destacó en el básquet. Su 1,78 de altura le sirvió no solo en las pasarelas sino también en la cancha, debajo del aro, capturando rebotes. No hace mucho comentó que no tenía buena puntería, que el ataque no era lo de ella, pero defendiendo, se destacaba. Disfrutaba de esto, de hacer del deporte un estilo de vida.
Como en casa la economía era ajustada, apenas terminó el colegio Gal trabajó como niñera, y luego fue cajera en un local de comidas rápidas. Justo en ese momento empezó a trascender. En 2004, con apenas 18 años, ganó Miss Israel, y eso le abrió un lugar para representar al país en Miss Universo. En ese concurso no terminó obteniendo un lugar importante, aunque sí lo haría desde lo laboral. Allí fue vista por varias marcas que se interesaron en ella. Gadot se convirtió en la cara visible de firmas de modo como Gucci pero también de tecnología, tal el caso de Huawei.
En una entrevista con la revista Rolling Stone la actriz aseguró que no tenía interés en quedarse con el certamen, y ella misma se encargó de que así fuera, poniendo sus propias trabas. Se trata de una disciplina en la que hay que seguir ciertas reglas a lo largo de todo el día, no solamente en el momento de la presentación ante el jurado. “Sabía que no quería ganar Miss Universo. No era lo mío. Para una joven de 18 años parecía demasiada responsabilidad”, explicó Gal, y agregó que las reglas que debían seguir las concursantes eran ridículas. “¿Quién usa un vestido largo para desayunar?”, señaló, a modo de ejemplo. Y ella no estaba dispuesta a seguir aquellos mandatos, por eso no asistía al desayuno vestida como lo hacían las otras aspirantes, provocando de esa manera a todo un jurado que la seguía a sol y a sombra.
En su mayor esplendor, triunfando en Milán y París, capitales de la moda, Gadot recibió un llamado: tenía 20 años cuando le indicaron que debía regresar a Israel para hacer el servicio militar. Cumplió con el deber enrolándose de manera inmediata, sin que le importar en absoluto dejar en pausa su carrera artística. “Son dos años en los que tenés que dar algo por tu país. No se trata de uno, se trata de aprender disciplina y respeto”, enfatizó.
Gal aprendió maniobras tácticas, manejo de armas y defensa personal. Sin imaginarlo por entonces, significó un enriquecimiento para su carrera como actriz, a la que le dio vida al salir del Ejército. En todas las películas de acción que llegarían, como tres entregas de la saga Rápido y furioso, pero también Alerta roja y Mente implacable, por citar algunas de ellas, se puede apreciar su entrenamiento, desarrollando movimientos en las escenas de acción que resultan por demás creíbles.
“Estar en las Fuerzas de Defensa Israelí fue una gran experiencia porque aprendí bases fundamentales de combate; me hubiera costado mucho (en el cine) adaptar mi cuerpo a ciertos movimientos si no hubiera pasado por esa presión. Uno muchas veces piensa que ciertos momentos de la vida pueden ser totalmente inútiles, cuando en realidad son lecciones que pueden abrirte puertas inmensas en el futuro”, sentenció sobre estos años que la marcaron, y para bien.
En la actuación, entró sin buscarlo. Tenía 23 años cuando le dijeron si quería audicionar para ser una Chica Bond, aprovechando que una película de la saga del Agente 007 se filmaría en Israel. En un principio se negó porque estaba estudiando Abogacía, pero sus amigas la convencieron, y fue al casting. No quedó seleccionada. “No obtuve el papel de Chica Bond pero fui elegida para Rápido y Furioso, y así comenzó todo”, recordó sobre aquellos inicios.
Fueron pasando los éxitos, pero llegó un momento en el que Gal Gadot se cansó de Hollywood y de todo lo que representa. En 2017 pensó seriamente en dejarlo todo y volverse a Israel para retomar sus estudios universitarios. “Siempre extrañé la comida de mi país y el mar”, confesó. Pero el destino le tenía preparada otra cosa y así fue que, cuando ya estaba madurando la decisión, le ofrecieron hacer la película de La Mujer Maravilla. El año anterior ya se había probado el traje de heroína en Batman vs Superman: El Origen de la Justicia, pero con un rol secundario. Ahora el filme sería todo suyo, y esto provocó una modificación de sus planes: Gadot aceptó el proyecto.
Poco después contaría que que la primera vez que se convirtió en una heroína fue a los 12 años cuando estaba con su mamá en la playa y vio que un nene de seis años se estaba ahogando, sin que nadie interviniera para rescatarlo. Pero Gal no lo dudó, se metió al mar y lo rescató. “En ese momento me sentí súper responsable y fuerte”, diría, orgullosa.
Para ponerse en el rol de La Mujer Maravilla siguió adelante un riguroso plan alimenticio y un entrenamiento más intenso para ganar masa muscular. Empezó a levantar pesas y tomar clases de esgrima, kickboxing, capoeira y jiu-jitsu. Todo eso dio sus frutos: el filme fue un verdadero éxito, recaudando más de 800 millones de dólares, y Gadot brilló en la pantalla grande, recibiendo excelentes críticas.
En cuanto a su vida privada, en 2008 se puso en pareja con Yaron Varsarno, un empresario holandés que conoció en un retiro espiritual. Se casaron, y tienen tres hijas: Alma, Maya y Daniella.
Fuente: Infobae