Cuando el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman ordenó a las autoridades que desarrollaran los terrenos en el árido noroeste del reino, exigió algo tan ambicioso como las pirámides de Egipto.
La respuesta de los planificadores urbanos es un plan para la estructura más grande del mundo: dos edificios paralelos de hasta 487 metros de altura y de 120 kilómetros de largo conectados por pasarelas, que corren en una línea a través del terreno costero, montañoso y desértico, según cientos de páginas de documentos de planificación confidenciales que exponen la idea por primera vez en detalle.
El proyecto –denominado Mirror Line (Línea de Espejos)– se basa en un anuncio anterior del príncipe Mohammed de planes para crear una comunidad lineal y se espera que cueste hasta un billón de dólares y que albergue a unas cinco millones de personas cuando esté totalmente terminado, según personas conocedoras del plan y de los documentos, a los que accedió The Wall Street Journal.
Un tren de alta velocidad pasará por debajo de los edificios espejados, según los documentos, que datan del pasado otoño boreal. Para alimentar a sus residentes, el proyecto prevé una agricultura vertical integrada en los edificios. Para el entretenimiento, habrá un estadio deportivo a más de 300 metros de altura. También contará con un puerto para yates que se encuentra debajo de un arco de los dos edificios.
La Línea de Espejos forma parte de una serie de proyectos de alto nivel que conforman Neom, un desarrollo del tamaño de Massachusetts concebido por el Príncipe Mohammed para diversificar la economía del reino y dejar de depender del petróleo.
Propiedad del fondo soberano de Arabia Saudita, Neom quiere atraer la inversión extranjera y crear miles de nuevos puestos de trabajo.
Pero captar un interés y dinero extranjero significativo ha sido difícil hasta ahora, ya que muchos países y empresas occidentales boicotean al reino y al príncipe Mohamed, su gobernante de facto, por el historial de Riad en materia de derechos humanos tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi por agentes saudíes en 2018.