La calidad de vida de una ciudad como Mérida abarca no solo la seguridad, sino que se trata de un concepto más amplio que tiene que ver con las expectativas de las personas dentro de su propio desarrollo.
Por ello, aunque la seguridad es importante, hay otros aspectos que son sumamente trascendentes como el equipamiento de los servicios públicos, que en fraccionamientos aislados fuera de la traza urbana son difíciles de obtener y mucho más caros, pues no se justifica la inversión al estar aislados.
Así lo explica el arquitecto y urbanista Marco Tulio Peraza Guzmán, al pedirle su opinión sobre el texto que el exprocurador Héctor Cabrera Rivero envió al Diario sobre la proliferación de fraccionamientos y privadas amuralladas, que considera será en deterioro de uno de los pilares para la seguridad del Estado, como son el capital y el tejido social.
Al analizar el tema, Peraza Guzmán manifiesta que la seguridad es un factor importante de migración a Mérida, pero también hay otros factores que tienen que ver con la calidad de vida y no se restringen a la seguridad.
“Quieren vivir en un entorno seguro, pero a veces tienen más peso las consideraciones de tipo material y no solo las subjetivas, por ejemplo, las de tipo económico. Mérida tiene una importante plusvalía en la tierra, como se ha constatado en las últimas décadas y para la gente del centro del país es atractivo conseguir lotes de inversión, ya que se tienen precios competitivos respecto a los del centro del país, donde son más caros”.
Mérida, en crecimiento y encarecimiento
Sin embargo, añade, alrededor de la ciudad quedan pocos lotes, se han ido privatizando y ha habido un aumento de precio que se vuelve un elemento importante para redirigir la compra. Se están encareciendo rápido y la burbuja de elevación de precios no se sabe cuándo se terminará, por lo que es una oportunidad invertir ahora.
El problema, considera, no es solo la seguridad, sino que existe demasiada tierra externa —es decir, después del Periférico—, ya que hay una gran cantidad de fraccionamientos que inversionistas han decidido construir y no tienen una conexión directa o no son parte de lo que es la traza urbana porque están aislados, desperdigados, y de alguna manera no cuentan con equipamiento suficiente, lo que los hace ser más baratos.
El crecimiento tan rápido que ha tenido Mérida en las últimas décadas del siglo XX, afirma, hizo que la tierra fuera más barata en esos fraccionamientos que se construyeron, por esa carencia de equipamiento.
Eso se está repitiendo ahora en esta nueva zona después del Periférico, sobre todo hacia el Norte, pues no hay una infraestructura continuada de la ciudad, sino enlaces carreteros hacia esos fraccionamientos, pero no una traza urbana que justifique el equipamiento público, explica.
“Es un modelo de desarrollo humano disperso, que si se hubiera dado de manera densificada o natural sería distinto, pero ha sido un crecimiento como de archipiélago, y no como era antes, que las ciudades crecían anexando poblaciones vecinas que pasaban a formar parte de ellas, que nacían y se iban consolidando como núcleos de población urbana, como es el caso de Kanasín y Umán, que fueron alcanzados por la ciudad, y a partir de ahí, se va articulando la densificación de viviendas”.
“El cambio de modelo en el que ahora se construye un fraccionamiento en cualquier lugar, sin importar la lejanía, ha ocasionado una urbanización desorganizada, que no cuenta con un núcleo de ordenamiento urbano. Se está aislando a los grupos de población, dejándolos al margen del desarrollo de vivienda del fraccionamiento”, explica.
Fraccionamientos privados y con bardas, con baja seguridad
“Esto hace que, por un lado, no estén dentro de la mancha urbana, están rodeados de selva baja y los convierte en lugares donde no hay seguridad, por lo que quienes viven ahí piensan que bardeando tienen seguridad y sustituyen a la traza urbana”.
“Cuando la mancha urbana llegue a ellos, por la densificación del suelo, se van a encontrar con estos obstáculos de bardas, y no se podrá ir recreando la trama urbana, las manzanas y calles, y entrarán a un territorio diferente de ciudad al que se está acostumbrado”.
El urbanista señala que se está apostando a un modelo de ciudad disperso, en el que no se sabe bien cuál será la calidad de vida urbana que propiciará con el tiempo.
“A este crecimiento lo llaman dual o dicotómico porque se habla de poblamientos que están siendo marginados del desarrollo de grandes infraestructuras, y por otro lado se están creando fraccionamientos con todos los servicios”.
Por último, enfatiza que es mejor eso a que se mantengan encapsulados viviendo al margen de todo.
“No es así, no puede ser, compartimos un mismo espacio urbano, por lo que incorporan al desarrollo sus propios equipamientos y a los ámbitos que circundan, o estarán aislados, lo cual puede propiciar problemas de naturaleza social”.
Con información de Megamedia