La ubicación geográfica de Querétaro, entre otros motivos, le ha dado un papel relevante dentro de la economía nacional. Durante el Virreinato, era una ciudad muy importante en el Camino Real de Tierra Adentro, que conectaba la capital del reino con Santa Fe de Nuevo México, pasando por importantes centros mineros como Guanajuato, Zacatecas y Chihuahua. Los cargamentos de plata que venían de estos centros mineros hacían escala en Querétaro antes de llegar a la Ciudad de México. En muy buena medida, ello propició el desarrollo económico de la región.
Hoy, dos de las carreteras más importantes del país son la México-Querétaro y la Querétaro-San Luis Potosí. El tránsito de caminiones de carga en ambas carreteras es intenso, señal inequívoca de una economía pujante. Eso me alegra.
Durante este verano, he viajado varias veces desde la Ciudad de México a Querétaro en automóvil. La ciudad es preciosa, limpia y ordenada. Pero me austa el número de tráileres que conducen de forma irresponsable, poniendo en riesgo la vida de mucha gente.
En particular, me tocó ver cómo 6 trailers venían echando carreritas en plena carretera. Los 6 tomaron los tres carriles que había y mantenían una minuscula entre sí. Yo circulaba en el carril de baja y sufrí el acoso de un trailer. Estaba encima de mí. Si uno de los trailer chocaba, hubiesen provocado una carambola gravísima.
¿Y las patrullas? Tiempo después pasaron seis patrullas de la Guardia Nacional en un convoy. Nunca las vi intervenir. Más adelante, me encontré con otra patrulla de la Guardia Nacional estacionada y, al parecer, tampoco hizo nada.
El problema, por supuesto, no es exclusivo de este sexenio. Los traileros no suelen distinguirse por su cortesía y respeto a los reglamentos de tránsito (por supuesto, toda generalización admite matices). Sin embargo, un par de colegas queretanos me comentan que sí es perceptible un deterioro del modo cómo los conductores de carga y automóviles se comportan en la México-Querétaro. Es inadmisible lo que está ocurriendo. Según datos del Anuario Estadístico de Accidentes en Carreteras Federales, en el que “se presentan las estadísticas de relevancia que pueden obtenerse a partir de la base de datos proporcionada por la Guardia Nacional, la cual contiene información sobre las colisiones registradas”, el número de incidentes en estas carreteras ha ido al alza en los últimos años.
En 2019, la carretera México-Querétaro fue la segunda carretera con el mayor número de colisiones en el nivel federal. Se registraron 295, apenas debajo de las 297 registradas en la carretera Puebla-Córdoba y por encima de las 205 de la Querétaro-San Luis.
Para 2020 y 2021, las cifras se agravaron. Durante estos dos años consecutivos, la carretera México-Querétaro se ha llevado el primer lugar en colisiones, con 320 y 434, respectivamente. Lo peor es la cifra de muertes ocurridas en el lugar del siniestro: de 2019 a 2021, se suma un total de 206 vidas perdidas.
Es cierto que factores como la afluencia del tráfico pueden variar los resultados año tras año, pero incluso con mediciones porcentuales, la tasa de colisiones por cada cien mil vehículos que pasan por la carretera ha ido en aumento desde 2019. En los últimos tres registros anuales (2019-2021), las tasas han sido 0.95, 1.35 y 1.47.
En unas semanas se espera que salga el reporte de 2022. Es poco probable que estas cifras se reduzcan. Aún hoy, en 2023, seguimos viendo accidente tras accidente en las noticias. Hace poco se informó de un fuerte incendio en la México-Querétaro, provocado por una carambola entre pipas, tráileres y vehículos particulares. Sobra decir que los accidentes menos aparatosos siguen siendo nota común en todos los diarios.
No entiendo cómo las compañías aseguradoras permiten que los camiones sigan jugando, echando carreritas y provocando accidentes. No sé si las empresas dueñas de los traileres estén enteradas de la irresponsabilidad con la que éstos se conducen, pero en caso de que sí, tampoco comprendo su inacción. Sus negocios también se ven perjudicados. Pero lo lo que verdaderamente no entiendo es por qué la autoridad se cruza de brazos. Su falta acción de está costando vidas.
La autoridad tiene como deber combatir crímenes como homicidios o robos, pero también tiene como función garantizar el orden. Su obligación es sancionar a quienes arriesgan la vida de terceros, y la suya, por imprudencias garrafales. Un chofer que conduce imprudentemente, violando los reglamentos de tránsito, está ejerciendo un tipo de violencia y su comportamiento es casi criminal.
Las reglas y los límites de velocidad no son arbitrarios; están ahí por algo. Pero si la autoridad no cumple su función, si no sanciona ni multa debidamente, si decide seguir ignorando la realidad, también se hace cómplice de las muertes y los accidentes que ocurran. Así es: la omisión es complicidad y deberían dar cuenta de las muertes que podían haber evitado