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Buenas noticias desde Sudáfrica. El país ha anunciado que financiará una pastilla de última generación para las personas con tuberculosis que no responden a los medicamentos habituales, sustituyendo un tratamiento inyectable con efectos secundarios que van desde la psicosis hasta la sordera y el fallo renal. Así, el departamento de salud sudafricano se convertirá en el primero del mundo en dispensar la bedaquilina a adolescentes y adultos desde el inicio del tratamiento. Todo un hito, teniendo en cuenta que este es uno de los dos únicos fármacos contra la enfermedad desarrollados en los últimos 50 años.
La decisión se desprende de un estudio realizado por este mismo departamento: la mortalidad entre los 200 pacientes que recibieron la pastilla entre 2013 y 2015 fue del 12,5%, frente al 50% con el tratamiento habitual. "Estos resultados apuntan a que la bedaquilina funciona y pueden acelerar su adopción a escala global", explica Lucica Ditiu, directora ejecutiva de Stop TB Partnership.
Para Ingrid Schoeman, superviviente y activista de la organización sudafricana TB Proof, este tratamiento oral ahorrará tiempo, dinero y un sufrimiento innecesario. Hasta ahora, los pacientes debían ir a centros de salud para recibir inyecciones, gastando en transporte y arriesgándose a perder el trabajo por sus continuas ausencias. “En algunas familias solo hay una fuente de ingresos; imagínate lo que supone para estos pacientes tener que elegir entre ir a trabajar o desplazarse hasta una clínica para recibir una inyección”, explica.
Ditiu y Schoeman coinciden en señalar que la adopción del nuevo medicamento responde tanto al liderazgo del Gobierno como al de la sociedad civil, que ha ejercido una fuerte presión para aumentar el acceso de todos los pacientes a los mejores fármacos disponibles. “Además, el país es como una incubadora para la investigación sobre tuberculosis, con una estrecha colaboración entre expertos del sector público y del privado”, afirma Ditiu.
Minas, tuberculosis y VIH
Sudáfrica tiene motivos para pasar a la acción. No solo tiene la mayor epidemia de VIH del mundo, sino que es uno de los países con más tuberculosis, la enfermedad infecciosa más mortal y que registra más casos de resistencia a los antibióticos —cerca de 500.000 al año en todo el mundo—. Esta dolencia también es la primera causa de muerte entre las personas con VIH en el mundo, y como se transmite por el aire, basta con respirar para contraerla. Sudáfrica registra unos 400.000 nuevos casos y 33.000 muertes por ella al año.
Otra razón es la incidencia entre los mineros: se dan hasta 3.000 casos de tuberculosis por cada 100.000 mineros, 10 veces por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera una emergencia y el triple de la tasa de incidencia en la población general. Los mineros tienen un mayor riesgo de contraerla por su exposición prolongada al polvo de sílice, sus condiciones de vida precarias y la elevada prevalencia del VIH en sus comunidades —el virus debilita el sistema inmunitario, abriendo paso a las infecciones oportunistas.
Para complicar la cosa, la tuberculosis se ha convertido en un problema de salud pública para toda la región. Un 40% del medio millón de mineros en Sudáfrica procede de Mozambique, Lesoto y Suazilandia. El movimiento de estos trabajadores de un país a otro y la desconexión entre los sistemas de salud nacionales hace que se descuelguen del tratamiento, lo que dispara el desarrollo de la variante resistente a los fármacos en África austral.
Acceso a fármacos
En 2013, la OMS publicó unas directrices provisionales sobre el uso de la bedaquilina que limitaban de forma notable su utilización. En las próximas semanas, se prevé que revise estas recomendaciones en vista de los últimos resultados sobre la eficacia y seguridad del fármaco para los casos de tuberculosis resistente.
Sobre la mesa estarán datos como los del estudio en Sudáfrica y los del programa endTB, una iniciativa de 60 millones de dólares implementada por Partners in Health (PIH) y financiada por Unitaid que está realizando estudios clínicos en seis países. Este proyecto, en el que colaboran Médicos sin Fronterase Interactive Research and Development, busca expandir el acceso a nuevos medicamentos contra la variante resistente para mejorar su tratamiento a escala global.
“Muchos pacientes no pueden acceder a los fármacos más innovadores por las trabas burocráticas, la falta de directrices que apoyen su uso y la lentitud de los procesos para registrarlos en cada país”, explica el director médico de MSF en Sudáfrica, Amir Shroufi. En su opinión, Sudáfrica debería aprovechar el impulso para registrar el otro tratamiento innovador para la tuberculosis resistente, conocido como delamanid, y facilitar su acceso a quienes lo necesitan.
Un año crítico
El anuncio de Sudáfrica se produce a pocas semanas de la primera reunión de alto nivel de la ONU sobre tuberculosis, que se celebrará este septiembre en Nueva York y en la que está previsto que participe el presidente del país africano. Shroufi señala la influencia que la delegación sudafricana puede tener sobre países como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que concentran el grueso del problema.
Para Ditiu de Stop TB es imperativo acordar mecanismos para que los países rindan cuentas sobre su lucha contra la enfermedad. “Lo que suceda este año será un buen indicador del ritmo de avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo cumplimiento está previsto para 2030. Si los países envían delegaciones de bajo nivel a Nueva York o acuerdan una declaración política débil, será difícil eliminar la tuberculosis”, asegura.
Buenas noticias desde Sudáfrica. El país ha anunciado que financiará una pastilla de última generación para las personas con tuberculosis que no responden a los medicamentos habituales, sustituyendo un tratamiento inyectable con efectos secundarios que van desde la psicosis hasta la sordera y el fallo renal. Así, el departamento de salud sudafricano se convertirá en el primero del mundo en dispensar la bedaquilina a adolescentes y adultos desde el inicio del tratamiento. Todo un hito, teniendo en cuenta que este es uno de los dos únicos fármacos contra la enfermedad desarrollados en los últimos 50 años.
La decisión se desprende de un estudio realizado por este mismo departamento: la mortalidad entre los 200 pacientes que recibieron la pastilla entre 2013 y 2015 fue del 12,5%, frente al 50% con el tratamiento habitual. "Estos resultados apuntan a que la bedaquilina funciona y pueden acelerar su adopción a escala global", explica Lucica Ditiu, directora ejecutiva de Stop TB Partnership.
Para Ingrid Schoeman, superviviente y activista de la organización sudafricana TB Proof, este tratamiento oral ahorrará tiempo, dinero y un sufrimiento innecesario. Hasta ahora, los pacientes debían ir a centros de salud para recibir inyecciones, gastando en transporte y arriesgándose a perder el trabajo por sus continuas ausencias. “En algunas familias solo hay una fuente de ingresos; imagínate lo que supone para estos pacientes tener que elegir entre ir a trabajar o desplazarse hasta una clínica para recibir una inyección”, explica.
Ditiu y Schoeman coinciden en señalar que la adopción del nuevo medicamento responde tanto al liderazgo del Gobierno como al de la sociedad civil, que ha ejercido una fuerte presión para aumentar el acceso de todos los pacientes a los mejores fármacos disponibles. “Además, el país es como una incubadora para la investigación sobre tuberculosis, con una estrecha colaboración entre expertos del sector público y del privado”, afirma Ditiu.
Minas, tuberculosis y VIH
Sudáfrica tiene motivos para pasar a la acción. No solo tiene la mayor epidemia de VIH del mundo, sino que es uno de los países con más tuberculosis, la enfermedad infecciosa más mortal y que registra más casos de resistencia a los antibióticos —cerca de 500.000 al año en todo el mundo—. Esta dolencia también es la primera causa de muerte entre las personas con VIH en el mundo, y como se transmite por el aire, basta con respirar para contraerla. Sudáfrica registra unos 400.000 nuevos casos y 33.000 muertes por ella al año.
Otra razón es la incidencia entre los mineros: se dan hasta 3.000 casos de tuberculosis por cada 100.000 mineros, 10 veces por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera una emergencia y el triple de la tasa de incidencia en la población general. Los mineros tienen un mayor riesgo de contraerla por su exposición prolongada al polvo de sílice, sus condiciones de vida precarias y la elevada prevalencia del VIH en sus comunidades —el virus debilita el sistema inmunitario, abriendo paso a las infecciones oportunistas.
Para complicar la cosa, la tuberculosis se ha convertido en un problema de salud pública para toda la región. Un 40% del medio millón de mineros en Sudáfrica procede de Mozambique, Lesoto y Suazilandia. El movimiento de estos trabajadores de un país a otro y la desconexión entre los sistemas de salud nacionales hace que se descuelguen del tratamiento, lo que dispara el desarrollo de la variante resistente a los fármacos en África austral.
Acceso a fármacos
En 2013, la OMS publicó unas directrices provisionales sobre el uso de la bedaquilina que limitaban de forma notable su utilización. En las próximas semanas, se prevé que revise estas recomendaciones en vista de los últimos resultados sobre la eficacia y seguridad del fármaco para los casos de tuberculosis resistente.
Sobre la mesa estarán datos como los del estudio en Sudáfrica y los del programa endTB, una iniciativa de 60 millones de dólares implementada por Partners in Health (PIH) y financiada por Unitaid que está realizando estudios clínicos en seis países. Este proyecto, en el que colaboran Médicos sin Fronterase Interactive Research and Development, busca expandir el acceso a nuevos medicamentos contra la variante resistente para mejorar su tratamiento a escala global.
“Muchos pacientes no pueden acceder a los fármacos más innovadores por las trabas burocráticas, la falta de directrices que apoyen su uso y la lentitud de los procesos para registrarlos en cada país”, explica el director médico de MSF en Sudáfrica, Amir Shroufi. En su opinión, Sudáfrica debería aprovechar el impulso para registrar el otro tratamiento innovador para la tuberculosis resistente, conocido como delamanid, y facilitar su acceso a quienes lo necesitan.
Un año crítico
El anuncio de Sudáfrica se produce a pocas semanas de la primera reunión de alto nivel de la ONU sobre tuberculosis, que se celebrará este septiembre en Nueva York y en la que está previsto que participe el presidente del país africano. Shroufi señala la influencia que la delegación sudafricana puede tener sobre países como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que concentran el grueso del problema.
Para Ditiu de Stop TB es imperativo acordar mecanismos para que los países rindan cuentas sobre su lucha contra la enfermedad. “Lo que suceda este año será un buen indicador del ritmo de avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo cumplimiento está previsto para 2030. Si los países envían delegaciones de bajo nivel a Nueva York o acuerdan una declaración política débil, será difícil eliminar la tuberculosis”, asegura.
Fuente: El País