28/03/2010
Con excepción de los municipios más grandes, como Tizimín, Progreso y Hunucmá, el resto de las poblaciones del interior del Estado tiene cuerpos policíacos con muchas deficiencias e incapacidad de garantizar la seguridad de sus habitantes en determinadas circunstancias.
A lo largo de los años las policías municipales en Yucatán han sido prácticamente una bolsa de trabajo, pues son un buen lugar para conseguir empleo sin tantos requisitos, y en algunas poblaciones representan también la oportunidad de obtener ingresos extras mediante la extorsión y el abuso de autoridad.
Según cifras oficiales, cerca de 2,400 agentes, en su mayoría con escolaridad básica, son los encargados de vigilar y brindar seguridad en los 106 municipios yucatecos, incluyendo los 380 elementos que tiene la Policía Municipal de Mérida (PMM) para vigilar unas cuantas manzanas del Centro.
Estudios de organismos nacionales relacionados con la seguridad pública definen a las policías municipales yucatecas como corporaciones deficientes, integradas por elementos sin la preparación adecuada, sin armamento, con baja instrucción académica y pobre remuneración económica.
Sin embargo, pese a las carencias los policías municipales yucatecos aprobaron las evaluaciones que en 2001, 2004 y 2007 les practicó el Consejo Nacional de Seguridad Pública.
En Yucatán, la Secretaría de Seguridad Pública es la encargada de dar soporte a las policías municipales y prácticamente ha asumido la tarea de vigilancia en todo el territorio, de manera que, según fuentes de la corporación, no habría muchos cambios en caso de autorizarse una policía estatal por cada entidad en el país, como quieren los gobernadores priistas.
De hecho, ante las carencias de las policías municipales, el año pasado la SSP modificó su esquema para tener más control de la seguridad en el interior del Estado y comenzó la construcción de bases en Valladolid, Maxcanú, Izamal, Tizimín y Tekax.
El proyecto, que estará operando ya completamente en el segundo semestre de este año, considera la operación de centros tácticos y “unidades fronterizas” en las poblaciones estratégicas del Estado.
Los estudios que realizó la SSP para poner en marcha este esquema determinaron que únicamente los municipios grandes tienen policías decorosas.
Pocos con armas De hecho, los altos mandos de la SSP sólo pudieron lograr que policías de Valladolid y Tizimín —además de Mérida— usaran armas de fuego, pues los de Progreso y Hunucmá no reunieron los requisitos que exigió la Secretaría de la Defensa Nacional.
Las cifras oficiales indican que en el interior del Estadio hay un policía por cada 520 habitantes, pero en Mérida, la situación es diferente: hay un agente por cada 370 personas.
En Mérida, hay 2,200 policías, incluyendo los 380 de la PMM.
Una situación que, según la SSP, impide la profesionalización de los policías municipales es que muchos de los uniformados se convirtieron en agentes del orden por azar, pues eran albañiles, campesinos o desempleados que hallaron ahí una oportunidad de trabajo.
Además, otro problema es que en muchas poblaciones los policías permanecen en los cargos lo que dura una administración municipal y no hacen carrera.
Al parecer, la baja instrucción escolar de los agentes municipales ocasiona que con regularidad cometan atropellos o errores al realizar aprehensiones, específicamente al realizar detenciones sin flagrancia o imponiendo sanciones cuando debe ser otra autoridad la que juzgue y castigue.