Noticias de Yucatán
(centro histórico, manipulación, obra innecesaria)
El gobierno del Estado manifestó ayer que, a pesar de los cierres de calles por los trabajos en el Centro Histórico de Mérida, no hay el congestionamiento vial que se temía cerca de la zona.
Las calles de ese sector de la ciudad, añadió, están despejadas y los peatones caminan de manera segura y fluida en las área marcadas para su protección.
De acuerdo con la información oficial, será el lunes 23 cuando el gobierno estatal abra parcialmente la calle 58 a la circulación de vehículos y, además, comience en otras zonas el trabajo de construcción de arterias de cemento. En esa fecha la obra se trasladará a tramos de las calles 61 y 63.
El parque de San Sebastián es otra zona de la ciudad donde se trabaja. A mediados de febrero estarían listas las mejoras que realizan la Comisión Nacional del Deporte y el Ayuntamiento al parque, los andadores, las gradas y las canchas deportivas en ese tradicional barrio meridano.
(centro histórico, manipulación, obra innecesaria)
Publicada: 17 enero 2012
Una mujer es ayudada a incorporarse tras sufrir una caída al enredarse los pies con una malla por los trabajos en el centro de Mérida (1)
nervioso. La calle permanecerá bloqueada desde las 8 de la mañana.
Otra víctima del caos
Viacrucis de una conductora que desafío al Centro
Publicada: 17 enero 2012
Viacrucis de una conductora que desafío al Centro
Publicada: 17 enero 2012
La confusión por los cambios de los paraderos de autobuses cobró anteayer nueva víctima cuando una ciudadana dejó su automóvil en el lugar equivocado en el día equivocado y, después de tremendo susto, tuvo un largo peregrinar para saber dónde lo había dejado la grúa para poder recuperarlo.
Juliana Sepúlveda narra la odisea por la que pasó el domingo pasado cuando cometió "el error" de ir a su trabajo, en el Centro, en su automóvil:
"Las prisas por llegar a tiempo al trabajo hicieron que anteayer (domingo) pasara por alto las recomendaciones que ya me habían hecho varios conocidos: evitar manejar en domingo por el primer cuadro de la ciudad.
"¿Qué más podría pasar? -pensé-. Cada vez me acostumbro más al embotellamiento, por irónico que se escuche.
"Camino a mi destino, sobre la calle 62, empecé a idear el atajo que tomaría para no caminar tanto (se me ocurrió ponerme tacones) una vez que me estacionara en mi 'lugarcito' de siempre, sobre la 66.
"Mis planes se vinieron abajo apenas llegué a la calle 59, pues conos y evidencias de los trabajos iniciados hace días por el Ayuntamiento me desviaron abruptamente de mi camino.
"Aún sin perder el optimismo, di vuelta a la izquierda apenas asomé a la calle 60, lo mismo hice cuando llegué a las oficinas centrales de la Uady.
"Mi idea era llegar a la 66 y buscar dónde estacionarme entre las calles 65 y 67.
"Creo que manejar hasta acá no fue una buena idea después de todo", pensé en un momento de esa larga manejada prácticamente a vuelta de rueda.
Casi 15 minutos después, logré ubicar un lugar frente a una florería.
"Entonces me retiré del lugar y regresé cuando ya pasaba de las 9 de la noche.
"Caminar tres largas cuadras en tacones nunca se me había hecho tan cansado, pero me consolaba pensando que 'ya casi' llegaba a mi automóvil. Entonces, asomé a la calle 66 y de inmediato me llevé la sorpresa de mi vida: ¡mi auto no estaba!
"En mi cabeza revolotearon varias hipótesis: ¿Tan lejos lo estacioné? ¿Y si se lo robaron? ¿¡Y si lo chocaron!?
"Una empleada de la florería me sacó de dudas: la grúa se había llevado mi automóvil junto con otros tres vehículos. '¿Pero por qué?', exclamé.
'Es que ahora es paradero', me respondió. Di la vuelta, cruce la calle, caminé, revisé y nada, ningún señalamiento de paradero.Resignada y un tanto molesta, me hice a la idea de que al otro día tendría que ir al corralón, así que emprendí la caminata ahora hasta el nuevo paradero de la ruta Chuburná 21, ubicado en la calle 57.Con las ampollas a punto de hacer erupción llegué hasta un local de servicio frente a la Plaza Grande, donde me disponía a descansar unos minutos.Tengo que agradecer que los dos agentes de la Policía Municipal que me encontré ahí dentro, dejaron de saborear su sopa instantánea para prestarme auxilio.Me informaron que mi caso se había vuelto un caso frecuente desde que cambiaron los paraderos, pero que muchas veces no llevaban los autos hasta el corralón sino que los reubicaban en otras calles.Y así fue, mi auto había sido removido del lugar donde lo dejé y "consideraron" que el mejor lugar era la calle 69, justo donde se ubica la llamada "zona de tolerancia".Ya no tuve energías para caminar de nuevo, tomé el primer taxi que pasó.La opinión del taxista sobre mi odisea no era nada alentadora, así que cuando vi a lo lejos mi carro sentí que había encontrado al hijo perdido.Después de revisar que no le faltara nada, juré que compartiría mi caso con los lectores para evitar que usted se convierta en la próxima víctima.
Juliana Sepúlveda narra la odisea por la que pasó el domingo pasado cuando cometió "el error" de ir a su trabajo, en el Centro, en su automóvil:
"Las prisas por llegar a tiempo al trabajo hicieron que anteayer (domingo) pasara por alto las recomendaciones que ya me habían hecho varios conocidos: evitar manejar en domingo por el primer cuadro de la ciudad.
"¿Qué más podría pasar? -pensé-. Cada vez me acostumbro más al embotellamiento, por irónico que se escuche.
"Camino a mi destino, sobre la calle 62, empecé a idear el atajo que tomaría para no caminar tanto (se me ocurrió ponerme tacones) una vez que me estacionara en mi 'lugarcito' de siempre, sobre la 66.
"Mis planes se vinieron abajo apenas llegué a la calle 59, pues conos y evidencias de los trabajos iniciados hace días por el Ayuntamiento me desviaron abruptamente de mi camino.
"Aún sin perder el optimismo, di vuelta a la izquierda apenas asomé a la calle 60, lo mismo hice cuando llegué a las oficinas centrales de la Uady.
"Mi idea era llegar a la 66 y buscar dónde estacionarme entre las calles 65 y 67.
"Creo que manejar hasta acá no fue una buena idea después de todo", pensé en un momento de esa larga manejada prácticamente a vuelta de rueda.
Casi 15 minutos después, logré ubicar un lugar frente a una florería.
"Entonces me retiré del lugar y regresé cuando ya pasaba de las 9 de la noche.
"Caminar tres largas cuadras en tacones nunca se me había hecho tan cansado, pero me consolaba pensando que 'ya casi' llegaba a mi automóvil. Entonces, asomé a la calle 66 y de inmediato me llevé la sorpresa de mi vida: ¡mi auto no estaba!
"En mi cabeza revolotearon varias hipótesis: ¿Tan lejos lo estacioné? ¿Y si se lo robaron? ¿¡Y si lo chocaron!?
"Una empleada de la florería me sacó de dudas: la grúa se había llevado mi automóvil junto con otros tres vehículos. '¿Pero por qué?', exclamé.
'Es que ahora es paradero', me respondió. Di la vuelta, cruce la calle, caminé, revisé y nada, ningún señalamiento de paradero.Resignada y un tanto molesta, me hice a la idea de que al otro día tendría que ir al corralón, así que emprendí la caminata ahora hasta el nuevo paradero de la ruta Chuburná 21, ubicado en la calle 57.Con las ampollas a punto de hacer erupción llegué hasta un local de servicio frente a la Plaza Grande, donde me disponía a descansar unos minutos.Tengo que agradecer que los dos agentes de la Policía Municipal que me encontré ahí dentro, dejaron de saborear su sopa instantánea para prestarme auxilio.Me informaron que mi caso se había vuelto un caso frecuente desde que cambiaron los paraderos, pero que muchas veces no llevaban los autos hasta el corralón sino que los reubicaban en otras calles.Y así fue, mi auto había sido removido del lugar donde lo dejé y "consideraron" que el mejor lugar era la calle 69, justo donde se ubica la llamada "zona de tolerancia".Ya no tuve energías para caminar de nuevo, tomé el primer taxi que pasó.La opinión del taxista sobre mi odisea no era nada alentadora, así que cuando vi a lo lejos mi carro sentí que había encontrado al hijo perdido.Después de revisar que no le faltara nada, juré que compartiría mi caso con los lectores para evitar que usted se convierta en la próxima víctima.