El campo, por los suelos

31 mayo 2014
Noticias de Yucatán ()

El gobierno debe plantearse objetivos concretos y métodos fiables para medir si se cumplen las metas, sugiere nuevo reporte del CCY


La debilidad persistente del crecimiento en el sector agrario requiere una pronta respuesta, opina Nicolás Madáhuar Boehm, presidente del Centro Empresarial de Mérida (Coparmex), al continuar el análisis del reporte “Indices económicos globales del sector agropecuario”, una fotografía actualizada del estado en que se encuentra el campo yucateco elaborada por el Centro para la Competitividad.
“El panorama que dibuja este reporte invita a la acción inmediata. Creemos que en función de estos datos el gobierno debe plantearse objetivos claros y establecer métricas fiables que permitan saber con certeza si se alcanzaron o no”, indica. “Objetivos concretos, como cuánto se quiere incrementar la producción ganadera, cuánto el PIB agrícola, cuántos empleos se van a crear, por poner algunos ejemplos”.
El sector agropecuario ilustra mejor que nada el estado de enfriamiento de la economía yucateca en su conjunto. Según el reporte elaborado por el Centro, que dirige Gustavo Cisneros Buenfil, desde 2005 el sector primario ha tenido un crecimiento prácticamente nulo, ha sido incapaz de crear empleo y su aportación al crecimiento del PIB estatal ha sido insignificante, un comportamiento errático que no corresponde al monto de los recursos federales y locales que ha recibido de manera constante.
Madáhuar Boehm y Cisneros Buenfil prosiguen con sus comentarios sobre los indicadores -ayer publicamos cuatro- que resumen el grave estado de paralización que sufre el agro.
1) PRODUCTIVIDAD EN ROJO. Sólo hay una manera de generar riqueza: siendo más productivos, pero el sector primario yucateco (salvo en 2007, cuando hubo un tímido avance del 0.4%, y en 2010, con 6.3%) ha tenido en los últimos años una productividad bajo cero. De 2005 a 2013 cayó 2.7%.
2) NO SE TRATA DE RECURSOS. El campo yucateco ha recibido 9,370 millones de pesos en los últimos nueve años -1,040 millones anuales en promedio-, provenientes de programas estatales (33%) y federales (67%), sin incluir Financiera Rural y FIRA. El año pasado el gobierno del Estado destinó más que nunca (387 millones de pesos, un incremento récord del 12%) y el gobierno federal menos (420 millones, una reducción del 36%). Esto elevó el porcentaje de participación estatal al 48%.
3) INVERSIÓN IMPRODUCTIVA. Conocer el destino de la inversión también es importante: de los 3,067 millones de pesos que de 2005 a 2013 destinó el gobierno estatal para impulsar la agricultura, ganadería y pesca, 766 millones (25%) se usaron para gasto corriente. O sea, de cada 10 pesos, 2.50 quedaron en manos de la burocracia.
4) POBRES RESULTADOS. Puede parecer extraño, pero no siempre existe una relación directa entre el dinero que recibe el campo y los resultados. Dos ejemplos: en 2008 aumentó la inversión 13% pero la producción retrocedió 12%, y en 2010 hubo 22% menos de recursos y la producción creció 4%. Los últimos casos ya los vimos: cayó 19% la inversión (193 millones menos) y el valor del PIB se contrajo 2% (107 millones de pesos). En términos reales, de 2005 a 2013 el PIB del sector primario creció 12.4%, a un ritmo anual de 1.47%… insuficiente.
5) DESTRUCCIÓN DEL EMPLEO. Aunque de 2005 a 2009 los recursos al campo se incrementaron en 222 millones de pesos, el sector perdió 8,600 empleos. En contraste, de 2010 a 2013 la inversión se redujo en $466 millones, pero se crearon 18,600 plazas laborales, de las cuales se han perdido 9,900 en 2014. Estos datos apuntan a la urgencia de establecer una relación entre lo que se invierte con lo que se produce, esto es, buscar con eficiencia que los recursos sean aprovechados.
6) DESFASAMIENTO. Aunque se busque no se encuentra la relación entre el crecimiento del PIB y empleo. Tal vez están desfasados, puede haber otros elementos, pero de 2005 a 2013 el PIB creció 12% y los empleos 9.48%, aunque si incluimos el primer bimestre de 2014, fue sólo 0.9%. Este indicador requiere un análisis a fondo, porque incluso una tasa de crecimiento del 12% en un período tan largo no es nada.
7) APORTACIÓN MÍNIMA. La contribución del sector primario al crecimiento del PIB de Yucatán de 2005 a 2013 fue marginal, nunca pasó del 1%, no tuvo ningún peso en el quehacer económico del Estado, como demuestran las evidencias: en ese lapso la economía del Estado creció 3%, para lo que contribuyó el sector primario con 0.02%.
Diagnóstico
“Esta es la radiografía del sector agropecuario al día de hoy. Requiere de un mayor análisis, que presentaremos más adelante”, comenta Madáhuar Boehm, quien no dice si el campo está bien o está mal, pero es consciente de que está estancado “porque eso nos dicen los indicadores: en pesca, agricultura y ganadería la producción en pesos reales es la misma desde hace mucho y no se han creado empleos, pese a que la inversión se ha incrementado”.
En su opinión, el gobierno actual no tiene por qué explicar lo que pasó en otras administraciones, pero sí está obligado a decir qué piensa hacer para pisar el acelerador del crecimiento económico. “Y un obstáculo para esto es la tendencia a confundir objetivos con estrategias”.
“Claro, a final de cuentas las estrategias del gobierno buscan mayor producción, más y mejores empleos, pero tenemos que empezar a medirlas, porque los programas van y vienen, y los resultados no aparecen por ningún lado”. interviene Cisneros. “Necesitamos indicadores claros, correctos, lo importante no es el número de hectáreas tecnificadas, sino cuánto se produjo y cuántos empleos se crearon”.
El objetivo debe ser “para tal año necesitamos elevar la producción en tanto” y si se alcanza la meta se sabrá si la estrategia funcionó, apunta Madáhuar.
“No podemos permitir que al final de sexenio se informe sobre cuántas bombas para riego se entregaron o cuántas hectáreas se mecanizaron, tenemos que hablar de resultados, de cuánto está produciendo el campo”.
Ahora mismo todos deberíamos saber: a 2018, ¿cuál debe ser el monto del PIB, cuál el índice de productividad y cuánto se va a incrementar, cuántos empleos se van a generar en el campo? ¿O eso no es una métrica?
Lo que queremos en Coparmex y el CCY es que el campo yucateco sea más productivo, más eficiente, que genere más riqueza y eso sólo lo vamos a lograr con objetivos razonables. La clave aquí es diferenciar lo que es un objetivo de lo que es una estrategia: mecanizar una hectárea es una estrategia. El objetivo es elevar el nivel de productividad.
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