El presidente ruso Vladimir Putin ha firmado este jueves la polémica "ley Yarovaya", aprobada por las dos cámaras gubernamentales rusas, que da poderes especiales de control al Gobierno y como consecuencia limita algunos derechos, entre ellos el de expresión pública de la fe en los espacios públicos.
La ley ha sido fuertemente criticada por organismos internacionales de defensa de los derechos humanos y también por los cristianos evangélicos, cuyos líderes habían firmado una petición al presidente Putin para que no diese su visto bueno a la norma, último paso para que esta procediera a aplicarse.
LIMITACIONES
El proyecto de ley modifica docenas de leyes existentes que podrían tener graves consecuencias para las personas que viven en Rusia.
Se expanden ampliamente los poderes del estado, con un endurecimiento del control sobre los ciudadanos y una limitación de los derechos civiles garantizados por la Constitución de Rusia.
Las autoridades de Rusia obtendrán el poder de acceder a todas las conversaciones telefónicas y correos electrónicos que atraviesen las líneas de telecomunicaciones de Rusia. Esta ley ha sido definida como “la legislación más dura y más represiva de la historia post-soviética que ha sido votada en Rusia”.
RESTRICCIONES AL TRABAJO DE LOS MISIONEROS
Entre otras restricciones, “la legislación de Yarovaya” aumenta las presiones en aspectos religiosos, redefiniendo de forma amplia la “labor misionera”, por lo que cualquier predicación religiosa o acto religioso realizado fuera de un lugar de culto pasa a ser tratado como actividad misionera.
Cualquier creyente misionero o nacional deben obtener un permiso del gobierno a través de una organización religiosa registrada para poder desarrollar alguna actividad pública, y no se podrá evangelizar en ningún lugar que no sea en iglesias y otros lugares religiosos. Las restricciones se aplican incluso a la actividad en residencias privadas y en Internet.
Así, un pastor protestante o un sacerdote ortodoxo que simplemente desee visitar a un enfermo, o oficiar un entierro, tendrá que presentar una solicitud de permiso a las autoridades estatales.
La ley establece multas de hasta 780 dólares para individuos y de 15.500 dólares para las organizaciones. Los extranjeros que violen la ley se exponen a la expulsión del país.
"VIOLA LOS DERECHOS HUMANOS"
Sergei Ryakhovsky, portavoz de las Iglesias protestantes de Rusia, es uno de los líderes evangélicos que firmaba la carta a Putin, quejándose de que “la ley de Yarovaya viola los derechos humanos y las libertades fundamentales con respecto a la libertad religiosa”.
“La obligación de que cada creyente tenga un permiso especial para difundir sus creencias, así como repartir literatura y material religioso fuera de los lugares de culto y las estructuras utilizadas no sólo son absurdas y ofensivas, sino que también crean una base para la persecución masiva de los creyentes que violen estas disposiciones”, dice la carta.
“La historia soviética -continúa la misiva- nos muestra cómo muchas personas de diferentes religiones han sido perseguidos por la difusión de la Palabra de Dios. Esta ley nos lleva de vuelta a un pasado vergonzoso”.
La ley ha sido fuertemente criticada por organismos internacionales de defensa de los derechos humanos y también por los cristianos evangélicos, cuyos líderes habían firmado una petición al presidente Putin para que no diese su visto bueno a la norma, último paso para que esta procediera a aplicarse.
LIMITACIONES
El proyecto de ley modifica docenas de leyes existentes que podrían tener graves consecuencias para las personas que viven en Rusia.
Se expanden ampliamente los poderes del estado, con un endurecimiento del control sobre los ciudadanos y una limitación de los derechos civiles garantizados por la Constitución de Rusia.
Las autoridades de Rusia obtendrán el poder de acceder a todas las conversaciones telefónicas y correos electrónicos que atraviesen las líneas de telecomunicaciones de Rusia. Esta ley ha sido definida como “la legislación más dura y más represiva de la historia post-soviética que ha sido votada en Rusia”.
RESTRICCIONES AL TRABAJO DE LOS MISIONEROS
Entre otras restricciones, “la legislación de Yarovaya” aumenta las presiones en aspectos religiosos, redefiniendo de forma amplia la “labor misionera”, por lo que cualquier predicación religiosa o acto religioso realizado fuera de un lugar de culto pasa a ser tratado como actividad misionera.
Cualquier creyente misionero o nacional deben obtener un permiso del gobierno a través de una organización religiosa registrada para poder desarrollar alguna actividad pública, y no se podrá evangelizar en ningún lugar que no sea en iglesias y otros lugares religiosos. Las restricciones se aplican incluso a la actividad en residencias privadas y en Internet.
Así, un pastor protestante o un sacerdote ortodoxo que simplemente desee visitar a un enfermo, o oficiar un entierro, tendrá que presentar una solicitud de permiso a las autoridades estatales.
La ley establece multas de hasta 780 dólares para individuos y de 15.500 dólares para las organizaciones. Los extranjeros que violen la ley se exponen a la expulsión del país.
"VIOLA LOS DERECHOS HUMANOS"
Sergei Ryakhovsky, portavoz de las Iglesias protestantes de Rusia, es uno de los líderes evangélicos que firmaba la carta a Putin, quejándose de que “la ley de Yarovaya viola los derechos humanos y las libertades fundamentales con respecto a la libertad religiosa”.
“La obligación de que cada creyente tenga un permiso especial para difundir sus creencias, así como repartir literatura y material religioso fuera de los lugares de culto y las estructuras utilizadas no sólo son absurdas y ofensivas, sino que también crean una base para la persecución masiva de los creyentes que violen estas disposiciones”, dice la carta.
“La historia soviética -continúa la misiva- nos muestra cómo muchas personas de diferentes religiones han sido perseguidos por la difusión de la Palabra de Dios. Esta ley nos lleva de vuelta a un pasado vergonzoso”.