Con la clara intención de desaparecer la actividad de Uber en Mérida, el gobierno de Rolando Zapata primero emitió una ley que sea el pretexto para actuar contra la plataforma y luego emprendió una cacería contra los choferes y socios, quitándoles sus autos y usando las instituciones públicas como la SSP y la DTEY para lograrlo.
Pero las cosas no quedan con la detención arbitraria de los vehículos, que lo único que hacen es dar un buen servicio a los ciudadanos, sino que los retienen más tiempo de lo señalado por las leyes vigentes y les aplican cuanta multa se les ocurra, unas por supuestas violaciones al reglamento de tránsito (entre $1,500 y $1,700) y otras por no tener la concesión para transportar (entre $35,000 y $40,000).
Pero también cobran por el uso de las grúas (entre $450 y $550) y por si fuera poco también por la estancia prolongada y obligada en los corralones (entre $70 y $80 al día).
Aunque a decir de los propios choferes y socios afectados, Uber está absorbiendo la totalidad de los gastos, pero la molestia y la impotencia de ser privados de sus bienes personales y de no poder laborar, nadie se las quita.
Dinero que como casi siempre ha ocurrido, señalan los disgustados choferes, podría terminar para financiar las campañas del PRI.
Pero las cosas no quedan con la detención arbitraria de los vehículos, que lo único que hacen es dar un buen servicio a los ciudadanos, sino que los retienen más tiempo de lo señalado por las leyes vigentes y les aplican cuanta multa se les ocurra, unas por supuestas violaciones al reglamento de tránsito (entre $1,500 y $1,700) y otras por no tener la concesión para transportar (entre $35,000 y $40,000).
Pero también cobran por el uso de las grúas (entre $450 y $550) y por si fuera poco también por la estancia prolongada y obligada en los corralones (entre $70 y $80 al día).
Aunque a decir de los propios choferes y socios afectados, Uber está absorbiendo la totalidad de los gastos, pero la molestia y la impotencia de ser privados de sus bienes personales y de no poder laborar, nadie se las quita.
Dinero que como casi siempre ha ocurrido, señalan los disgustados choferes, podría terminar para financiar las campañas del PRI.