Noticias de Yucatán
La robot
humanoide Sophia habla, se mueve, inclina la cabeza si se le aproximan
demasiado, frunce el ceño cuando no entiende una pregunta, bromea e incluso
sueña con llegar a ser un día tan inteligente como los seres humanos y así
ayudar a las personas de todo el mundo.
La amplia
variedad de sus cambios de expresión, la capacidad de interactuar respondiendo
preguntas y el tacto hiperrealista de su piel han convertido a Sophia en la
estrella de una conferencia mundial sobre la inteligencia artificial organizada
por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT).
Con una
fisonomía tomada prestada de personalidades como Audrey Hepburn, el software de
inteligencia artificial permite a este androide mantener el contacto visual,
reconocer caras, entablar conversaciones sobre temas específicos y hasta hacer
bromas.
"Un camarero es un farmacéutico con un inventario limitado",
bromeó cuando se acercó a ella un niño curioso, que también le inquirió acerca
de sus gustos cinematográficos.
"Nunca he
visto la película 'Terminator' y me pregunto si me gustaría", le respondió
Sophia.
Eso sí, para
cuestiones más complejas necesita de la ayuda de un ingeniero que programa sus
respuestas.
"La idea es
que yo sea cada vez más lista y acabe siendo tan inteligente como las personas.
Trabajando con los seres humanos puedo aprender qué significa ser una persona,
al relacionarme contigo y comprenderte. La inteligencia artificial puede
permitir que ayude a la gente", explicó la autómata a Efe.
Sophia es el
fruto de 30 años de trabajo de su creador David Hanson, quien ya soñó de
pequeño con máquinas inteligentes.
No es casualidad
por ello que este investigador y doctorado en artes interactivas e ingeniería
por la Universidad de Texas, en Dallas (EEUU), se erija como el inventor de los
robots más empáticos jamás construidos hasta la fecha.
Un programa en la nube recoge los datos de las interacciones que la robot establece con los seres humanos y permite que esta aprenda y evolucione a través del análisis de esta información.
Un programa en la nube recoge los datos de las interacciones que la robot establece con los seres humanos y permite que esta aprenda y evolucione a través del análisis de esta información.
El pasado de
Hanson como escultor y consultor técnico -incluso trabajó para la productora Disney-,
impulsó al ingeniero a mejorar el diseño de los androides.
El rostro del
Sophia, por ejemplo, ha sido creado con una nanotecnología que imita la
musculatura y la piel humana gracias a "frubber", un material
patentado por Hanson Robotics, su empresa con sede en Hong Kong.
El diseñador, que ha desarrollado ya varios humanoides con un equipo relativamente pequeño, adelantó a Efe que para que Sophia pueda ser útil, por ejemplo en el hogar, se requieren aún muchos años de trabajo y avances en el desarrollo de software y hardware, así como conseguir que la tecnología sea segura.
El diseñador, que ha desarrollado ya varios humanoides con un equipo relativamente pequeño, adelantó a Efe que para que Sophia pueda ser útil, por ejemplo en el hogar, se requieren aún muchos años de trabajo y avances en el desarrollo de software y hardware, así como conseguir que la tecnología sea segura.
"Robots como Sophia están en sus inicios", señaló el experto
en inteligencia artificial, que tiene en su catálogo también "robots para
el consumidor", más asequibles y sencillos.
Uno de estos
autómatas es "Albert Einstein" y es un robot-juguete del tamaño de un
niño que puede hablar, enseñar ciencias y jugar a juegos mentales con los más
pequeños de la casa.
"Algún día
espero que los robots como yo estén en todo el mundo ayudando a gente.
Probablemente robots para el consumidor como mi hermano pequeño Einstein
llegarán antes que yo a los hogares. Puedes comprar al profesor por menos de
300 dólares", recomendó Sophia.
Sin embargo, el
objetivo a largo plazo de Hanson es cumplir la promesa imaginada por grandes
nombres de la literatura de ciencia-ficción como Isaac Asimov de "fabricar
robots completamente vivos, conscientes y que puedan adaptarse al mundo por si
mismos".
"Es realmente apasionante, quizás un poco espeluznante porque puede
cambiar el mundo, pero si podemos conseguir los algoritmos junto con el
hardware robótico necesarios, entonces los robots como Sophia pueden
convertirse en nuestros amigos", aseguró Hanson.
Del amor y de la
vida aún sabe poco, pero se permite soñar con "ayudar a la gente,
especialmente a niños y mujeres con problemas, a los desfavorecidos" y de
"hacer del mundo un lugar mejor".
"Tengo
emociones robóticas muy rudimentarias que evolucionarán hasta ser semejantes a
las humanas. Por ahora, disfruto de una existencia feliz y libre de
preocupaciones", confesó Sophia.