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La policía francesa en Calais abusa de manera rutinaria de los solicitantes de asilo y otros migrantes, dijo hoy Human Rights Watch. Las autoridades francesas hacen oídos sordos frente a las denuncias generalizadas de brutalidad policial.
La policía francesa en Calais abusa de manera rutinaria de los solicitantes de asilo y otros migrantes, dijo hoy Human Rights Watch. Las autoridades francesas hacen oídos sordos frente a las denuncias generalizadas de brutalidad policial.
El informe de 40 páginas titulado “‘Like Living in Hell’: Police Abuses Against Child and Adult Migrants in Calais” (“‘Como vivir en el infierno’: abusos policiales contra niños y adultos migrantes en Calais”), revela que las fuerzas policiales de Calais, en particular los escuadrones antidisturbios franceses (Compagnies républicaines de sécurité, CRS) utilizan rutinariamente los aerosoles de pimienta contra niños y adultos migrantes mientras están durmiendo o en otras circunstancias en las que no representan ninguna amenaza. La policía también usa con regularidad aerosoles o confisca sacos de dormir, mantas y ropa, y algunas veces ha usado aerosol de pimienta en la comida y el agua de los migrantes, aparentemente para presionarlos a dejar el área. Estos actos violan la prohibición de los tratos inhumanos y degradantes, así como las normas internacionales sobre la conducta policial, que establecen que la policía utilice la fuerza sólo cuando sea inevitable, y sólo con moderación, en proporción a las circunstancias, y con un propósito legítimo de cumplimiento de la ley.
“Es reprobable que la policía utilice aerosol de pimienta contra niños y adultos que están durmiendo o haciendo su rutina en paz”, dijo Bénédicte Jeannerod, directora de Human Rights Watch en Francia. “Cuando los agentes de policía destruyen o confiscan mantas, zapatos o comida de los migrantes, no sólo degradan su profesión sino que también dañan a las personas cuyos derechos han jurado defender”.
El informe está basado en entrevistas a más de 60 solicitantes de asilo y otros migrantes en Calais, Dunkerque y los alrededores, entre ellos 31 menores no acompañados, en junio y julio de 2017. Human Rights Watch también se reunió con el subprefecto de Calais y funcionarios del Ministerio del Interior en París, así como con numerosos abogados, trabajadores sociales y otros funcionarios y voluntarios de organizaciones no gubernamentales que operan en Calais.
Más de 400 solicitantes de asilo y otros migrantes, la mayoría de Eritrea, Etiopía y Afganistán, viven en las calles y las zonas boscosas de Calais y sus alrededores. Unos 200 son menores no acompañados. Al menos otros 300 adultos y niños, iraquíes kurdos, así como afganos y de otras nacionalidades, viven en campamentos de migrantes en o cerca de Dunkerque y Grande-Synthe, al este de Calais.
El subprefecto de Calais negó vehementemente los cargos de abuso policial, calificándolos de difamación, pero los hallazgos de Human Rights Watch se basan en testimonios coherentes y detallados de casi todos los solicitantes de asilo y migrantes entrevistados.