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De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Sonora, la recién nacida
pesó 4,06 kilos al nacer, de los cuales 2,46 kilos correspondían al tumor,
conocido como teratoma sacro-coccígeo.
(EFE).- Amanda Rubio nació, de manera prematura, con un
tumor de casi 2,5 kilogramos en su coxis; los médicos dijeron que tenía
únicamente un 20 % de posibilidades de salir adelante, pero gracias a una
intervención quirúrgica exitosa esta bebé mexicana de dos meses hoy se recupera
sin complicaciones.
La niña nació el 7 de enero en el municipio noroccidental
de Puerto Peñasco, en el estado de Sonora. Su madre, Alba Nidya Ortiz, no pudo
conocerla entonces, porque fue trasladada de emergencia al hospital de
gineco-pediatría de Hermosillo.
La primera vez que la vio, cuando le autorizaron a entrar
durante no más de cinco minutos, Alba sufrió una gran impresión:
Tuve mucho temor, porque miraba que ella estaba muy
chiquita, y el volumen del teratoma era muy grande
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS), la recién nacida pesó 4,06 kilos al nacer, de los cuales 2,46 kilos
correspondían al tumor, conocido como teratoma sacro-coccígeo.
La madre relata que en ese primer encuentro, en el que la
niña estaba sedada, la bebé le apretó el dedo cuando tocó su mano, lo que
disipó sus miedos.
Ella me dio fuerza para olvidar todo y concentrarme en
ser fuerte, también por ella, y para que ella saliera adelante con eso; le pasé
todo mi amor, mis mejores vibras para que supiera que mamá ya estaba ahí,
explica.
Los médicos detectaron el tumor en la semana 29 de gestación:
"Nos cayó de sorpresa (...) que te digan eso es muy devastador, te asusta.
Como es un caso que no es muy común, no sabes quién puede ayudarte con ese mal
que trae tu niña", comenta la madre.
Ana María Suárez Castillo, médico neonatologa que trató
el caso, afirma a Efe que la bebé presentaba "inmadurez a nivel
pulmonar", por lo que hubo que estabilizarla con el fin de que estuviera
en condiciones óptimas de cara a la operación.
Le realizaron una intubación y estuvo bajo ventilación
mecánica, para que "el pulmón hiciera el intercambio de gas y la
oxigenación fuera adecuada".
El equipo de médicos que atendió a la niña resalta que es
extraño que un teratoma tenga unas medidas tan grandes como en este caso.
La intervención quirúrgica, de alto grado de complejidad
y que duró dos horas y media, no solo consistió en quitar el tumor.
También implicaba una reconstrucción para que
"quedara funcional como cualquier otro niño", porque el teratoma
"hacía a un lado los órganos externos", el ano y la uretra, apunta a
Efe José Benjamin Urrea, oncólogo pediatra a cargo del área de tumores en niños
del IMSS en Sonora.
Después de la intervención, Amanda se quedó en la unidad
de cuidados intensivos neonatales. Tres semanas después, se le retiraron los
puntos, y se hicieron más exámenes para comprobar que no quedaran retos de la
tumoración maligna.
Alba indica que ahora hay siete médicos de distintas
especialidades -entre ellos de oncología, cirugía plástica y rehabilitación-
que están pendientes del desarrollo de Amanda.
Resalta que, además, al ser una bebé prematura, ha tenido
que aprender cómo darle "cuidados especiales", porque se debe estar
mucho más pendiente de ella.
Como una vez le dijo una de sus enfermeras, "un bebé
prematuro no tiene palabra, un día está bien y al otro se le complicó
algo", recuerda Alba, y defiende que cuidar de su hija es "muy
angustiante pero muy bonito".
Para ella, el resultado de la operación ha sido "un
milagro", por lo que agradece a todas esas personas que rezaron para que
todo saliera bien.
"Hay una prueba muy grande de que Dios escucha
oraciones y nos pone los medios correctos, a la gente correcta, para hacer su
voluntad", asevera la madre.