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El viaje fue planeado dos meses antes. Consideraron días de trabajo, número de viajeros, reservación de hotel, tiempo de salida de Cuautitlán Izcalli, Estado de México, a Cuernavaca, Morelos, donde se realizaría la fiesta. En su plan, sin embargo, no pensaron en el siniestro vial sobre la autopista México-Cuernavaca que los dejó sembrados en el asfalto durante más de siete horas, con una temperatura de más de 25 grados.
Dos adultos y dos niños, así como la suegra, subieron a la camioneta alrededor de las 11:00 horas, calculaban encontrar poco tránsito para cruzar la Ciudad de México y llegar a la caseta de Tlalpan, máximo en una hora, y de ahí otro tanto para arribar a Cuernavaca, todo a una velocidad tranquila, dice Gustavo Rivera, jefe de familia de los Rivera Rubio.
Del percance en la autopista México-Cuernavaca supieron por los medios de comunicación y se mantuvieron atentos a través del Twitter. “Nos íbamos enterando y con el consenso de la familia decidimos subirnos al Segundo Piso para cruzar y caíamos después de la caseta de Tlalpan. La vía estaba libre porque los autos eran desviados.
“Llegamos al parador de Parres, y un par de kilómetros adelante, antes de Tres Marías se paró el tránsito. En 100 metros hicimos 45 minutos, el tráfico era terrible”, cuenta Gustavo.
En la camioneta comenzó la desesperación de los menores de seis y tres años. La suegra calmó la situación porque sacó los víveres que guardó para el viaje. Dio manzanas, galletas y agua a los niños para tranquilizarlos, pero el agua hizo efecto en el menor de ellos, quien pidió al papá un baño.
El niño tiene poco que dejó de usar su pañal. “No había otra [opción] que orillarse, pegarse al acotamiento y ayudarle, pero el pequeño se negó porque exigía un baño, nunca había orinado al aire libre.
“Mira, hijo, esto no es de todos los días, es por necesidad”, le dijo su padre. “Lo llevé atrás de un camión y tuve que orinar primero para que se animara”, relata.
Como a la una de la tarde, los Rivera Rubio vieron los señalamientos que indicaban la cercanía del poblado de Tres Marías, que significa la mitad del camino entre la Ciudad de México y Cuernavaca. Para llegar a esa comunidad tardaron casi tres horas y media.
El clima era inclemente. En el vehículo, dice Gustavo, nos sentimos seguros, pero cuando bajé las ventanas lo hice con cierto temor por las historias que se escuchan de los asaltantes en esos tramos carreteros. La desesperación hizo que muchas personas bajaron de vehículos de pasaje y caminaran sobre la autopista. Lo hicieron por dos o tres horas, de forma calmada, porque nosotros avanzamos por espacios de unos metros y ellos seguían caminando bajo los rayos del sol.
Un policía de Caminos tenía el control del paso y unos conos fosforescentes impedían el tránsito por la autopista, y como alternativa los vehículos eran desviados hacia el mercado de comida. “Más adelante preguntamos a una patrulla de auxilio vial y nos sugirió conducir hacia la desviación a Tepoztlán porque estaba libre. No lo pensé dos veces, avancé en la autopista, aunque en el acotamiento había muchos tráileres parados, pero finalmente llegamos a la desviación a Tepoztlán”.
Gustavo y su familia encendieron el GPS y pasaron la caseta de 30 pesos, siguieron y salieron más adelante de donde fue el accidente carretero.
En la camioneta había buen ánimo porque se había terminado el tráfico. Llegaron a Cuernavaca, luego de siete horas y media de trayecto.
El reporte oficial. El choque con un camión que transportaba cemento provocó que un tractocamión de gas LP volcara. El impacto fracturó una de las “salchichas” por donde se produjo la fuga del producto, en prevención fue cerrada la autopista México-Cuernavaca por más de 16 horas en sus dos sentidos. El siniestro ocurrió a las 2:35 horas en el kilómetro 073+000 y la congestión alcanzó a la CDMX. Hasta las 19:20 horas, Caminos y Puentes Federales (Capufe) abrió la autopista en ambos sentidos, luego de que la empresa propietaria de la pipa de gas LP llevó a cabo el trasvase del combustible.
El viaje fue planeado dos meses antes. Consideraron días de trabajo, número de viajeros, reservación de hotel, tiempo de salida de Cuautitlán Izcalli, Estado de México, a Cuernavaca, Morelos, donde se realizaría la fiesta. En su plan, sin embargo, no pensaron en el siniestro vial sobre la autopista México-Cuernavaca que los dejó sembrados en el asfalto durante más de siete horas, con una temperatura de más de 25 grados.
Dos adultos y dos niños, así como la suegra, subieron a la camioneta alrededor de las 11:00 horas, calculaban encontrar poco tránsito para cruzar la Ciudad de México y llegar a la caseta de Tlalpan, máximo en una hora, y de ahí otro tanto para arribar a Cuernavaca, todo a una velocidad tranquila, dice Gustavo Rivera, jefe de familia de los Rivera Rubio.
Del percance en la autopista México-Cuernavaca supieron por los medios de comunicación y se mantuvieron atentos a través del Twitter. “Nos íbamos enterando y con el consenso de la familia decidimos subirnos al Segundo Piso para cruzar y caíamos después de la caseta de Tlalpan. La vía estaba libre porque los autos eran desviados.
“Llegamos al parador de Parres, y un par de kilómetros adelante, antes de Tres Marías se paró el tránsito. En 100 metros hicimos 45 minutos, el tráfico era terrible”, cuenta Gustavo.
En la camioneta comenzó la desesperación de los menores de seis y tres años. La suegra calmó la situación porque sacó los víveres que guardó para el viaje. Dio manzanas, galletas y agua a los niños para tranquilizarlos, pero el agua hizo efecto en el menor de ellos, quien pidió al papá un baño.
El niño tiene poco que dejó de usar su pañal. “No había otra [opción] que orillarse, pegarse al acotamiento y ayudarle, pero el pequeño se negó porque exigía un baño, nunca había orinado al aire libre.
“Mira, hijo, esto no es de todos los días, es por necesidad”, le dijo su padre. “Lo llevé atrás de un camión y tuve que orinar primero para que se animara”, relata.
Como a la una de la tarde, los Rivera Rubio vieron los señalamientos que indicaban la cercanía del poblado de Tres Marías, que significa la mitad del camino entre la Ciudad de México y Cuernavaca. Para llegar a esa comunidad tardaron casi tres horas y media.
El clima era inclemente. En el vehículo, dice Gustavo, nos sentimos seguros, pero cuando bajé las ventanas lo hice con cierto temor por las historias que se escuchan de los asaltantes en esos tramos carreteros. La desesperación hizo que muchas personas bajaron de vehículos de pasaje y caminaran sobre la autopista. Lo hicieron por dos o tres horas, de forma calmada, porque nosotros avanzamos por espacios de unos metros y ellos seguían caminando bajo los rayos del sol.
Un policía de Caminos tenía el control del paso y unos conos fosforescentes impedían el tránsito por la autopista, y como alternativa los vehículos eran desviados hacia el mercado de comida. “Más adelante preguntamos a una patrulla de auxilio vial y nos sugirió conducir hacia la desviación a Tepoztlán porque estaba libre. No lo pensé dos veces, avancé en la autopista, aunque en el acotamiento había muchos tráileres parados, pero finalmente llegamos a la desviación a Tepoztlán”.
Gustavo y su familia encendieron el GPS y pasaron la caseta de 30 pesos, siguieron y salieron más adelante de donde fue el accidente carretero.
En la camioneta había buen ánimo porque se había terminado el tráfico. Llegaron a Cuernavaca, luego de siete horas y media de trayecto.
El reporte oficial. El choque con un camión que transportaba cemento provocó que un tractocamión de gas LP volcara. El impacto fracturó una de las “salchichas” por donde se produjo la fuga del producto, en prevención fue cerrada la autopista México-Cuernavaca por más de 16 horas en sus dos sentidos. El siniestro ocurrió a las 2:35 horas en el kilómetro 073+000 y la congestión alcanzó a la CDMX. Hasta las 19:20 horas, Caminos y Puentes Federales (Capufe) abrió la autopista en ambos sentidos, luego de que la empresa propietaria de la pipa de gas LP llevó a cabo el trasvase del combustible.
Fuente: El universal
