Animales marinos venenosos

14 junio 2018
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy
Recientemente las mareas de medusas, que han saltado a las páginas de los medios, se han convertido en un quebradero de cabeza para autoridades y amantes de las actividades marinas, a nadie le gusta meterse en el mar y recibir un picotazo. Y no un "picotazo" cualquiera, en el océano se encuentran, probablemente, las criaturas más venenosas del planeta, y eso hace que en la temporada estival la preocupación por estos animales se acreciente. Pero bueno, no nos dejemos arrastrar por el alarmismo, no hay que cambiar las vacaciones de mar por destinos en las montañas... la cosa no es tan fea como la pintan. Si bien es cierto que todos hemos escuchado terribles incidentes en playas y arrecifes donde bañistas se han topado con uno de estos animales ponzoñosos, la estadistica no tan espantosa, y la prevención y los primeros auxilios son relativamente fáciles.

La prevención: No los toque

Ya sé que parece una perogrullada, pero llevo más de 30 años sumergiéndome en el mar con todo tipo de personas, y no hay ni una que no le venza la tentación de tocar un bicho llamativo, si se encuentra con él. Mala idea. En el mar hay que dejar a la vida salvaje tranquilita y disfrutar de ella solo de forma visual.

Si se encuentra nadando, practicando snorkelling, buceo o surf, en uno de esos destinos paradisiacos tropicales procure no entrar en contacto con el fondo ni con los arrecifes. Evitará así, corales de fuego, peces piedra y escorpión, gusanos de fuego, conos, estrellas coronas de espinas, erizos o pastinacas (mantas raya), por poner nombrar a alguno de los sospechosos habituales de las picaduras ponzoñosas.

Los peces y demás organismos marinos no les gustan el contacto, mucho menos el atropello, por lo que pueden interpretar que un submarinista que les persigue con la mano extendida les quiere hacer daño: la respuesta puede ser un mordisco o un aguijonazo. Así que si ve alguno, por bonitos que pueda ser no los toque. En algunos destinos existen peces preciosos conocidos como peces cirujanos, que disponen de una escama modificada en el pedúnculo caudal y que usan como si fuera un escarpelo (de ahí su nombre). Las laceraciones que provocan pueden ser muy llamativas…

Esto nos lleva a otra regla básica: hay que informarse sobre las posibles amenazas marinas que pululan por las aguas por las que uno se mueve. Algunas de las especies más venenosas en países tropicales son muy conspicuas, lo son para avisar desde luego no para invitar a tocar. Pero otras no los son tanto y parecen inocentes, no se fíe un pelo.

Una vez documentado sobre el destino, uno se debe proteger cuando entra al agua con equipación: guantes de neopreno, escarpines de suela dura y una camiseta de licra puede protegerle de medusas, gusanos de fuego, estrellas y corales.
Sospechosos: los bichos que pueden haberle picado

Si usted viaja a las costas de Australia estas vacaciones seguro que tiene en mente tiburones y cocodrilos de mar, animales nada venenosos pero muy cinematográficos. Añada a la lista el pez piedra, uno de los de los ictios más venenosos que se conocen, y entre las tres especies juntas no llegan a la cantidad de víctimas mortales que causa al año la medusa (Chironex fleckei) conocida como la avispa de mar. Su picadura puede matar a un hombre en tres minutos, y aunque no existen cifras oficiales se cree que el contacto con este animal mata al año a unas 40 personas solo en Filipinas y lleva a cientos al hospital en estado grave. La buena noticia es que esta medusa, más activa durante la noche, suele alejarse de los humanos y los accidentes siempre son fortuitos. Su gran competidor es el cono geográfico, una caracola del indopacífico cuyo veneno puede matar a 700 hombres. La parte buena es que en ese veneno se puede aislar una proteína con un poder analgésico 10.000 veces mayor que la morfina y sin efectos adictivos. El cono también es nocturno, que es cuando sale a cazar peces.

Las mantas rayas suelen ser animales muy dóciles y pacíficos, y en algunos sitios, como islas Caimán o Tahití, incluso una atracción para bañistas y buceadores. Su cola dispone de un aguijón asociado a una glándula venenosa, y los accidentes suelen ocurrir cuando se pisa en la playa un ejemplar semienterrado. La mayoría de las heridas se producen en la pierna o parte superior del pie. Truco para evitar aguijonazos: caminar por la playa siempre arrastrando los pies.

Las anémonas, medusas y corales de fuego poseen células, los nematocistos, que albergan una estructura parecida a una ballesta cargada con dardos envenenados de toxinas para cazar. Cuando se disparan por contacto producen picores, quemazón y enrojecimiento de la zona. Protegerse con licra y guantes y evitar todo contacto suele ser más que suficiente para no sufrir el efecto de las picaduras. Algunas esponjas de los trópicos también pueden dar sorpresas de este tipo, no porque estén dotadas de este tipo de células sino por acumular sustancias como la halitoxina y el ácido okadaico. Al contacto producen quemazón y dolor. Así que si no se sabe discriminar entre las esponjas inofensivas y la esponja de fuego, ante la duda, se debe recurrir a la norma reina de no tocar nada.

Como corales y esponjas, también existen erizos de fuego, que además de pinchar dolorosamente con sus púas como el resto de erizos, tienen la capacidad de inocular veneno. Con solo rozarlos, con la piel desnuda, el dolor puede ser muy agudo. También dentro de los equinodermos, la gran corona de espinas, común en el Indopacífico, es la única estrella de mar venenosa. Su piel contiene toxinas que provocan dolor e irritación, pero son tan grandes que resulta casi imposible no distinguirlas cuando se pone un poco de atención.

Todos los pulpos son venenosos cuando muerden con su pico en inoculan su saliva, pero el de anillos azules, también del Indopacífico, es algo especial. Su saliva contiene una neurotoxina muy potente contra la que no hay antídoto, diez minutos después de su picadura la víctima empieza a asfixiarse. El animal no es nada agresivo, y los accidentes suelen ser causa de la manipulación de algún ejemplar. Lo mejor es no introducir la mano en grietas y resquicios que es donde suelen esconderse estos curiosos animales y, por supuesto, no tocarlos.

Muchos peces pertenecientes a la familia de los escorpérnidos son mansos pero, como el pulpo de anillos azules, terriblemente venenosos. Entre ellos están las escorpenas y los peces escorpión, tan hermosos y populares en el mar Rojo e Indopacífico. Parte de los radios de sus aletas dorsales, pélvicas y anales, se han endurecido y asociado a potentes venenos que provocan pinchazos muy dolorosos. Mención aparte merece un cercano familiar, el pez piedra, no solo porque su veneno es mucho más potente, similar al de una cobra, sino porque sus espinas pueden atravesar un traje de neopreno y se camuflan perfectamente en el arrecife, siendo casi imperceptibles. Esta es la razón de porque no se debe ir caminando por los arrecifes y permanecer al menos medio metro por encima del sustrato si se nada sobre uno de ellos. En nuestras costas se encuentra semienterrado en los bajíos pez escorpión residente, también conocido como "pez araña". Su picadura es dolorosa, yo la he sufrido, aunque el remedio es sencillo y rápido. Truco para evitar a los peces araña: arrastrar los pies mientras se camina por la arena, como con las mantas rayas.

Las morenas, a pesar de su aspecto "serpentesco", no son venenosas pero un mordisco de estos peces se infecta con suma facilidad y puede ser muy traumática, con lesiones musculares y tendones y nervios seccionados. Heridas que no puede provocar la auténtica serpiente marina (en realidad hay unas 60 especies diferentes), cuyos dientes no son lo suficientemente grandes para atravesar un neopreno, pero cuyo veneno se encuentran entre los más potentes de los ofidios. En ambos casos, si no se toca ni se intentan juegos interactivos no habrá problemas.
Fuente: El País 
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